sábado, 31 de enero de 2009

Caricias al gato Sentís / Joan Barril

Hay tantas vidas en una vida que al final ni las recordamos. Para eso están los otros, claro. Es lo que debe estar pensando Carlos Sentís, periodista y otras cosas, que a sus 97 años acaba de recibir la medalla al Mérito del Trabajo por una larga vida de periodismo. ¡Qué lástima y qué suerte al mismo tiempo! Suerte, porque el periodismo catalán, sin duda el periodismo de derechas, ha contado con la pluma de Sentís y eso no lo hace ni mejor ni peor, pero nos engrandece a todos.

Que fuera periodista comporta la lástima de los justicieros de la memoria, esos que no le quieren y que entienden la vida como algo pétreo que no merece indulgencia. En 97 años de trabajo un periodista ha pasado por muchos periódicos y por muchos vaivenes de la historia. Sería un bonito ejercicio de coherencia para los que impugnan esa medalla al trabajo que le han dado a Sentís que se pusieran en el mundo que le tocó vivir. El mejor periodista suele ser el periodista muerto.

También Kapuscinski trabajó para su régimen. Y probablemente también encontraríamos en los detractores de Sentís, o en mí mismo, algún artículo vergonzante. ¿Somos periodistas o solo somos frágiles personas que buscamos la dignificación de un trabajo precario en el heroísmo de los muertos? ¿Realmente esos soberanistas justicieros que ven botiflers en su propia sopa se ven capacitados para tirar la primera piedra?

Vamos por partes. La medalla al Mérito del Trabajo, Sentís se la merece. Como se la merecen tantos colegas que cada día de cada día han sacado su mirada al mundo para contárnoslo. Más cosas: ¿que Sentís trabajó para Franco? No creo que ni siquiera él pueda negarlo. Hoy que en el PP los espías abundan, a él también le llamaban espía y tal vez tenía más crédito que otros.

Creció a la sombra de Cambó y en la Via Laietana tenemos un busto de bronce de Cambó a quien nadie va a tirarle tomates. Se dice que Sentís era un aliadófilo, pero lo debió de ser en la intimidad de las sobremesas. La España de Franco y de Serrano Súñer estaba con el Eje y de ahí no salió hasta que fue estrictamente necesario. Y los periodistas seguían el viento de los tiempos. Sin duda, Sentís lo tuvo más fácil que los derrotados. Pero el franquismo no fue cómodo para nadie. Ni siquiera el falangista Dionisio Ridruejo, autor de la letra del Cara al Sol, se libró del autoritarismo de Franco.

Resumiendo: Sentís fue un periodista de derechas, que sobrevivió y se formó en sus propias contradicciones. Tras la guerra mundial, se refugió en la política internacional y demostró que podía pensar por sí mismo apadrinando jugadas como el regreso de Tarradellas.

La Medalla al Mérito al trabajo tal vez no es por su trabajo estricto de periodista, sino por sus muchas horas extras, que le llevaron a ser diputado de la UCD de Suárez. Si Sentís fuera tan mal bicho como lo pintan los implacables justicieros de la memoria, no habría habido ni transición. Y tal vez la democracia habría llegado con sangre.

Sentís no es mi amigo. Pero me gusta tenerle cerca y me alegro de verle, gato de siete vidas. Intuyo que jamás ha pensado como yo. Y me gusta estar con él porque es un hombre que de la sumisión intelectual ha llegado a la duda creativa, y así lo cuenta.

Sentís ha sabido purgar su propia memoria, sin encastillarse en los fantasmas de su juventud. Pensar también es un trabajo. Sentís fue franquista, como tantos otros. Pero censurar a un hombre por lo que hizo hace 70 años es confundir el patriotismo con la burocracia y la pureza democrática con el rencor.

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