viernes, 23 de enero de 2009

Periodistas bajo fuego / Medardo Arias Satizábal

La seguridad de los periodistas en América Latina y el mundo se ve cada vez más amenazada por quienes desean callar la verdad con balas, como si fuera posible ‘matar’ lo evidente en el cuerpo de quienes se atreven a denunciar corrupción, narcotráfico o abusos de poder.

Las estadísticas de la Asociación Reporteros sin Fronteras de los últimos dos años son escalofriantes: sólo en el 2008 fueron asesinados 60 periodistas y 673 fueron detenidos. En el 2007, la cifra de crímenes en los medios de comunicación del mundo alcanzó 86 víctimas y México pasó a engrosar, considerablemente, la lista de naciones más peligrosas del mundo para ejercer esta profesión, junto a Iraq, Pakistán, Filipinas, Siria, Cuba y Colombia.

Con la censura impuesta a internet en Cuba, China, Irán y Siria, en los tres últimos países se han cerrado por orden gubernamental, 93, 38 y 162 sitios de internet en los últimos años, respectivamente. Los reporteros del mundo también ejercen hoy la autocensura, por temor a la persecución, el exilio o el asesinato.

Ante la dictadura de opinión que ejerce el diario Gramma en Cuba, muchos ‘bloggers’ cubanos, en su mayoría jóvenes, se han hecho famosos por el mundo. A través de sus espacios en internet, y luchando contra el estrecho control de la censura, han podido expresar ahí lo que pasa en la isla y en sus cárceles, adonde han ido a parar periodistas y poetas a los que el régimen acusa de ser “esbirros del Imperialismo”.

La herramienta más subversiva con la que cuentan hoy los pueblos del mundo es internet. A través de este medio, los pueblos que todavía viven oprimidos han tenido la oportunidad de saber que en la otra orilla del delta hay mundos mejores, naciones donde existe la libertad de vivir o de morir, periódicos y revistas de tendencia diversa, recreación, ventanas abiertas.

Las Damas de Blanco de Cuba continúan, al inicio del 2009, clamando por la libertad de sus hijos, maridos y nietos, los mismos que con su verdad y rectitud se han atrevido a ‘desafiar’ al régimen cincuentenario y moribundo de los Castro.

De otro lado, México vive hoy una de las peores etapas de su historia, con la guerra abierta que al Gobierno, Policía y Ejército le han declarado los carteles de la droga.

No pasa un día en las ciudades fronterizas de esta nación sin que se tenga noticia de asesinatos sumarios, decapitados, víctimas todas de un conflicto sordo en el que se pierden vidas en medio de la más completa impunidad.

Los ríos de millones de dólares que pasan hoy por la frontera de México y Estados Unidos reclaman la responsabilidad de diversos carteles encargados de distribuir, lavar e invertir el producto de estos negocios ilícitos. El avance de la corrupción en México tiene características de una aplanadora que se lleva todo a su paso: policías, jueces, alcaldes, periodistas, políticos. Cuando el poder corruptor de dinero no alcanza para convencer a quienes se interponen en el camino de los capos, ellos declaran sentencias de muerte.

En el pasado 2008 fue cegada la vida de cuatro periodistas mexicanos y otros veinte están amenazados. El gobierno de Calderón debió pedir la renuncia del denominado Zar Antidrogas, por encontrar nexos entre éste y los carteles.

En un ambiente de censura y autocensura, la situación del periodismo hispanoamericano no se presenta con las mejores perspectivas en el 2009. Mientras el negocio de la droga avance por el mundo sin respetar fronteras, seguirán cayendo inocentes; los periodistas, por tener voz para denunciar frente a sus respectivas comunidades, representan el mayor riesgo.

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