lunes, 16 de febrero de 2009

1 M, de periodistas a comparsas/Xoán Salgado *

Hace ya bastante tiempo que, abonando su suerte a la de los aparatos del poder, buena parte del periodismo patrio decidió encaminar sus pasos por la misma orilla por la que discurre el azaroso caminar político. No cabe, en consecuencia, sorprenderse de que los mismos charcos que pisan éstos provoquen idénticas salpicaduras de descrédito en unos medios de comunicación demasiado apegados a la militancia partidista como para invocar con credibilidad los principios de libertad, ecuanimidad y objetividad que justifican este viejo oficio.

Tan previsibles en sus enunciados, comentarios, análisis y proclamas como los propios políticos de los que informan, no cabe la sorpresa al comprobar cómo en la estima y respeto sociales la suerte de los periodistas vaya pareja al desafecto en que ahora mismo y desde hace ya largo tiempo se tiene a los partidos políticos y a quienes los representan.

La situación es tanto más preocupante por cuanto el fenómeno ni es nuevo, ni inusual, ni debiera pasar inadvertido para una profesión que desde hace tiempo mantiene encendidas las suficientes señales de alarma como para dejar pasar el responsable ejercicio de la autocrítica al analizar hacia dónde estamos llevando la profesión cuantos nos dedicamos a ella. Pues ni así.

Hace apenas dos días que se inició la campaña electoral gallega que concluirá con la oportuna votación en urna el 1 de marzo. Un período durante el que, más que en ningún otro momento, se precisa del más exquisito y cuidado ejercicio profesional para cumplir el mandato constitucional de propiciar una opinión pública libremente formada, abierta a las exigencias del pluralismo político y garante del funcionamiento del Estado democrático.

Sin embargo, como ya se ha denunciado desde aquí entre otros muchos foros y con ocasión de otros procesos electorales precedentes, hace ya tiempo que las campañas políticas han perdido su primigenio objetivo de ofrecer propuestas programáticas a una sociedad plural para pasar a convertirse en burdos actos propagandísticos para la parroquia amiga, en los que la capacidad crítica o comparativa queda enterrada bajo la intencionada voluntad de los aparatos de partido de silenciar, cuando no comprar, las voluntades informativas díscolas. Un hecho que no hace sino ahondar la actual brecha en la que periodismo y sociedad parecen empeñados en distanciarse.

Bajo un solo aparentemente bien intencionado propósito de facilitar la tarea de los informadores en las largas, intensas y precipitadas caravanas electorales, las formaciones políticas rebasaron la que debiera ser infranqueable línea de lo informativo para ofrecer a los periodistas imágenes, cortes de voz o secuencias de vídeo con los principales mensajes del candidato en cada jornada. Con el grave hándicap de que al propio tiempo imposibilitan todo intento del libre ejercicio profesional de repreguntar al candidato o de obtener instantáneas que se escapen de su férreo control.

La situación hace ya tiempo que superó lo mínimamente exigible para convertirse en una intolerable labor censora en la que se niega el acceso de los profesionales a los mítines, se les prohíbe la grabación de sonido o imágenes no controladas previamente y se les alecciona desde primera hora de la mañana con las "ideas fuerza" que el candidato quiere vender ese día.

O eso, o el silencio.

Fue el honorable Pujol el que instauró el en principio jocoso y a la larga nefasto "hoy no toca" que los candidatos gallegos se apresuraron a hacer suyo. Pasó con Pérez Touriño en la presentación de las listas electorales, situando a los periodistas en una sala aislada en la que se ofreció por circuito interno de televisión únicamente la parte del acto que interesaba al aparato y se repite, con similares o distintas componendas, en los otros dos partidos que optan a la representación parlamentaria en el caserón del Hórreo. Nada hace presumir, en consecuencia, que la situación no se convierta en reiterativa durante toda la campaña.

En los últimos tiempos y hasta ahora mismo, las asociaciones colegiadas o sindicales que agrupan y representan a los periodistas -entre ellas la Federación de Asociacións de Periodistas de Galicia, integrada en la FAPE, el Colexio Profesional de Xornalistas de Galicia o el Sindicato de Xornalistas de Galicia- hacían públicos recordatorios de este peligro cierto y de la necesidad de combatirlo con todo el ímpetu y energía precisos.

Parece que los tiempos han mudado y no precisamente para bien, ya que con ocasión de estos inmediatos comicios de marzo la citada Federación de Asociacións de Periodistas de Galicia, conjuntamente con la Asociación de Periodistas Vascos-Euskal Kazetarien Elkartea, acaban de hacer público un comunicado en el que además de pedir toda suerte de ayuda para los profesionales en la cobertura informativa de la campaña, parecen asumir como inevitable estas nefandas prácticas partidistas limitando su reivindicación a exigir de los medios de comunicación que "fagan uso da transparencia informativa e aclaren a orixe das imaxes, cortes de voz ou textos escritos" que llegan a sus manos cocinados en los partidistas fogones de las distintas opciones políticas.

Por fin, en un último propósito de claridad, demandan de medios y profesionales "unha clara diferenciación entre información e opinión, ou propaganda electoral, para que en ningún caso poidan confundir á cidadanía, isto é, ó electorado". Pero ¿por qué no exigir de profesionales y medios una actitud mucho más beligerante en defensa de los lectores a los que decimos servir?

Cobertura moderna y profesional

El respeto que el lector se merece y esta profesión precisa para gozar de la estima social debe llevar a que tanto periodistas como empresas de comunicación no se presten a este juego de despropósitos y desinformación y publiciten las trabas, cortapisas e intentos manipuladores de que son objeto a la hora de brindar una información seria, veraz y rigurosa. Va en ello el bien más preciado, la propia credibilidad del medio.

Magis Iglesias, la periodista gallega que desde hace unos meses preside a los periodistas españoles en la FAPE, denunciaba desde la propia experiencia profesional que "hoy en día, las cosas han cambiado tanto que los partidos políticos se han hecho los amos de la nueva realidad. Ellos han sabido sacar rentabilidad a las nuevas tecnologías para ponerlas a su servicio, prescindiendo, cada vez más, del filtro profesional. Los periodistas que viajamos empotrados en las caravanas electorales nos hemos convertido en unos simples mandados o, en el mejor de los casos, en meras comparsas que forman parte del atrezo". Y concluía "estoy segura de que el éxito será de los audaces que den ahora un paso adelante y se atrevan a sustituir las obsoletas caravanas por una cobertura más moderna, sensata y profesional de la información política en período de elecciones".

Todo un reto.

* Defensor del Lector en 'El Correo Gallego'

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