sábado, 21 de marzo de 2009

La crisis de la prensa en EE UU, un espejo en la que mirarse la europea

WASHINGTON.- La prensa en Estados Unidos va igual de mal que en todas partes, quizás algo peor, y se enfrenta a los mismos problemas que sus colegas europeos: competencia de Internet, caída en las ventas e ingresos de publicidad, crisis del modelo. Pero al ser referencia del periodismo actual, lo que pase al otro lado del Atlántico importa. Sobre todo porque el agujero de la recesión podría cobrarse más víctimas de las esperadas en el inevitable proceso de selección natural hacia otros horizontes.

"¿Qué va a pasar con la prensa? Honestamente no lo sé", dice Mike Hoyt, director de la Columbia Journalism Review, lo más parecido a la biblia del sector, "y el problema es que nadie lo sabe". El panorama es desolador. Algunos diarios están al borde de la quiebra, otros han perdido las tres cuartas partes de su valor, aseguraba un reciente informe del Pew Research Center.

Algunos afirman que la prensa está pasando por un "momento Napster", el servidor que popularizó el intercambio de música por Internet, rompió el monopolio de las discográficas y popularizó la piratería de los contenidos hasta que el Ipod consiguió canalizar parte del fenómeno y sobre todo rentabilizarlo.

Es lo que aseguraba hace unas semanas un artículo de portada de Time titulado Cómo salvar a su periódico en el que su autor, Walter Isaacson, ex director de la revista, subrayaba que por primera vez el año pasado "más lectores sacaron sus noticias de la web que del papel".

El problema, decía recientemente Marcus Brauchli, director general del Washington Post, "es sacar dinero de los contenidos y en eso la prensa se parece a la industria del cine, de la música o del libro. Nos encontramos todos en este universo digital, amplio y plano en una lucha hobesiana, anárquica y caótica", en busca de la atención del internauta.

De momento los ingresos de Internet no compensan las pérdidas. El New York Times, por ejemplo, saca el 88% de sus ingresos del diario tradicional (un millón de ejemplares diarios) y sólo 12% de su página web pese a que el pasado febrero registró 21 millones de visitas, sólo en Estados Unidos.

"Sigue habiendo lectores que quieren un periodismo serio y fiable, el problema es que no hay modelo de negocio para los nuevos formatos", explica Hoyt.

En esta batalla, el New York Times ha decidido erigirse en el último bastión del periodismo tradicional.

"La tecnología ha abierto nuevas formas de distribución de las noticias y la información, lo que ha cambiado patrones y preferencias de consumo. Entendemos que estamos en medio de un proceso de cambio, que lleva varios años pero creemos que la edición en papel seguirá siendo una parte importante del producto que ofrecemos", comentaba hace unos días Scott Heekin-Canedy, gerente del diario.

Pero cuesta. El periódico neoyorquino acumuló una deuda de mil millones de dólares el año pasado. Además de su reciente préstamo, recibió otros 250 millones hace unos meses vendiendo 6,9% de sus acciones al multimillonario mexicano, Carlos Slim.

Y si no hay diarios ¿Quién contará las noticias? Ahora que el Seattle Post-Intelligencer se ha ido, sólo queda el Seattle Times, también en situación delicada. Si cae, sentará precedente. "Hasta ahora ningún centro urbano grande se ha quedado sin diario. Es algo que no se ha dado y nadie sabe lo que podría pasar", dice Hoyt.

El proceso de mutación dejará víctimas. "Uno de mis colegas suele usar una metáfora: la prensa es como una tribu que debe emigrar hacia un nuevo valle. Algunos se quedarán en el camino", añade Hoyt "y la recesión, que ha provocado una dramática caída de la publicidad va a empeorar las cosas".

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