jueves, 19 de marzo de 2009

La SIP ya debe redactar otro discurso / Alberto Maldonado

Desde Asunción (Paraguay) la SIP (Sociedad Interamericana de Prensa) vuelve a revelarnos a los ecuatorianos que el Presidente Rafael Correa “es hostil” a los medios de comunicación del sistema imperial. Y hasta han encontrado dos “víctimas” de esta hostilidad en dos periodistas de provincia que han sido sentenciados a meses de cárcel, por jueces de lo penal, pero no por sus expresiones o ideas sino por calumniadores.

Textualmente, el diario capitalino El Comercio, dice que “El informe sobre libertad de prensa en Ecuador, presentado ayer (le faltó decir “por nuestro subdirector Marco Arauz” – marzo 14/2009) por la SIP critica las continuas amenazas e insultos por parte del Gobierno a los periodistas y denuncia medio centenar de ataques durante los últimos seis meses”

Que se haya escuchado o leído, los ecuatorianos no tenemos memoria que el Presidente Correa haya amenazado o insultado a los periodistas. Revisemos los significados de estos dos términos, según el Diccionario de la Lengua Española:

Amenazar: dar a entender con actos o palabras que se quiere hacer algún mal a alguien.

Insultar: Ofender a alguien provocándolo o irritándolo con palabras o acciones.

Que se recuerde, el Presidente Correa ni sus Ministros ni los asambleistas de Alianza País (el partido de gobierno) han “dado a entender” con palabras o actos que quieren hacer algún mal a alguien. Tampoco se ha escuchado que hayan “provocado o irritado con palabras o acciones” a algún opositor; ni siquiera a esos recalcitrantes ultristas que le dicen al Jefe de Estado “samba canuta” y lo repiten cuantas veces les viene en gana.

Tampoco los y las ecuatorianas hemos asistido al medio centenar de ataques que según la SIP – Ecuador ha acometido el Gobierno Correa contra periodistas o medios. Si nos atenemos a una de las definiciones del diccionario citado, no hemos visto, ni siquiera oído que el Presidente Correa haya “acometido, embestido a nadie con el ánimo de causarle daño”.

Con la ligereza que caracteriza a medios y periodistas del sistema, probablemente (pienso yo) tales actores de nuestro drama cotidiano estiman que son intocables, que ellos si pueden decir lo que les viene en gana, inclusive mentir o inventarse supuestas tramas, pero que los aludidos (en este caso el Presidente Rafael Correa y su equipo de gobierno) no pueden desmentirlos, no pueden criticarlos, no pueden denunciarlos porque entonces están cometiendo “un crimen de lesa libertad de expresión” Más o menos como el viejo cuento del “tigre amarrado” frente al valentísimo cazador.

Para muchos ecuatorianos y ecuatorianas, Correa y sus colaboradores han demostrado exceso de tolerancia, exceso de pasividad, frente a lo que le dicen e inventan no solamente periodistas sino pelucones de la politiquería doméstica, de la vieja y corrompida partidocracia a la que sin duda Correa y su Alianza País han logrado desarticular, aun cuando sus geriátricos mandos pretenden demostrar que siguen vivos, ahora que estamos en período electoral. Y lo están haciendo con toda la escasa facundia que les caracteriza.

Viéndolo bien, quizá Correa y sus cuadros hayan descubierto que la mejor manera de responder a estos provocadores es desenmascarándolos públicamente pero sin llegar a nada que suene a persecución, amenazas o agravios personales. Ni tan siquiera han llegado a esas expresiones, célebres e históricas, del Dr. Velasco Ibarra cuando, con vehemencia, denunciaba a esos “periodistas sin conciencia, de mente ratonil” que lo acosaban permanentemente a través de los medios impresos de esos tiempos. Desde luego, no debemos olvidar que el Dr. Velasco clausuró periódicos y atentó contra periodistas opositores por lo que, de las 5 veces que fue Presidente, cuatro fue derrocado.

Pero el Presidente Correa y sus ministros, en más de dos años de ejercicio del poder y a pesar de las intensas e injuriosas campañas mediáticas que se han desarrollado (y que se desarrollan) en su contra, jamás ha desatado una persecución o ha lanzado una amenaza contra ninguno de sus detractores. Lo más duro a lo que ha llegado es a tratar a los periodistas pelucones de “bestias salvajes” repitiendo una frase de Tonny Blair (el ex Primer Ministro de Gran Bretaña) o de decirle a una antipática compañerita “gordita horrorosa” y calificar a medios y periodistas de corruptos y/o mediocres (lo cual, en gran medida es verdad)


Sin embargo, la vieja celestina de la SIP, sin saltarse ninguna de sus sesiones de medio año, como suelen llamarlas, encuentra a Correa “hostil” a la prensa, un “autócrata” peligroso para la que ellos consideran la libertad de expresión; alguien que ha cometido “el delito” de crear medios públicos para tratar de contrarrestar el periodismo basura que ellos practican. Y esos “delitos” no se perdonan a pesar de que el único canal público que funciona, aún no opera en un canal de señal abierta, sino en UHF; la radio nacional recién reinició sus funciones en FM (esta radio siempre ha existido sino que los últimos tiempos ha estado en silencio) y el diario El Telégrafo, a más de ser casi clandestino (no se lo encuentra con facilidad) mantiene una línea política más hacia el centro derecha que hacia el socialismo siglo 21, que es como se define el Presidente Correa.

Así que las condenas contra Chávez, Evo, Correa son casi parte del ceremonial de las reuniones sipianas. Han incorporado a la lista negra a Ortega de Nicaragua, a la casi cándida Cristina (Presidenta de Argentina) y muy pronto le tendremos en el tablero sipiano a Mauricio Funes, de El Salvador, que acaba de ganar limpiamente las elecciones a los trogloditas de Arena. Si solamente revisamos esta nómina de supuestos enemigos de la libertad de expresión, según los cánones de la SIP, vemos con claridad que son todos los gobiernos latinoamericanos que, habiendo sido elegidos muy democráticamente (a través de las urnas) pues tratan de llevar adelante algunos cambios, algunos adelantos, de contrarrestar las sociedades corruptas e inequitativas, que nos han legado los grupos que hasta hace poco mandaban en nuestros países.

Pero estos gobiernos, mediante un ejercicio de contención de muchas ganas de reaccionar como se debe ante tanta infamia, tienen como política el no llegar a “victimizarlos” (ni de palabra, peor fisicamente) ya que de esa manera evitan que desde los mass medios del sistema, hagan tremendo escándalo y justifiquen el que esas fuerzas neofascistas que están tras los sectores retardatarios del sistema, pretendan derrocarlos o asesinarlos. Si en Venezuela, hasta hoy, por no haberle renovado la licencia de operación al canal golpìsta RCTV, hacen tanto escándalo la SIP y todos sus muchachos, ¿qué sería si alguno fuera motivo de amenazas o de agresión?

Para la SIP, en cambio, es motivo de honda satisfacción que en la Colombia del para presidente Álvaro Uribe Vélez no se hayan presentado hechos o amenazas contra la libertad de expresión, en los dos últimos años. Olvidan que el periodista Hollman Morris tuvo que pedir asilo urgentemente, ya que el propio Jefe de Estado le calificó de “cómplice del terrorismo” (léase de las FARC) solo porque en un programa audiovisual, este compañero tuvo “la audacia” de citar que Uribe y familia han sido reiteradamente denunciados como “enrolados” en lo que se llama la para política y el narcotráfico, inclusive según registros de la DEA norteamericana. Pero para la SIP, es muy positivo que en Colombia ya no maten o persigan periodistas ya que no debe quedar uno que corra el riesgo de vida de enfrentar o denunciar al para Presidente Uribe.

Para los sipianos, no tiene importancia alguna que los medios de comunicación del sistema hayan producido y difundido en el Ecuador la trama que se ha dado en llamar el “Caso Chauvín” y supuestas vinculaciones del Gobierno Correa con las “odiadas” FARC colombianas y con un supuesto también esquema de nexos con traficantes de drogas hacia el inmejorable mercado yanqui, “pero por cuenta del Bloque Sur de las FARC”.

En pocas líneas, es imposible desbaratar esta trama mediática (que se ha inspirado en personajes reales y supuestos, en hechos reales y supuestos) pero esta tragicomedia ya está sirviendo, en la política interior ecuatoriana, para que unos cuantos politiqueros que aspiran a una recuperación en las elecciones de abril 26/2009, empiecen a hablar de la “narco política” en el Ecuador, den por hecho que ha existido y existe una conexión del Gobierno Correa con las FARC y que inclusive el rompimiento de relaciones con Colombia, a raíz del ataque contra un campamento de esta guerrilla, en territorio ecuatoriano, fue un hecho por el que Correa, en lugar de romper relaciones con el agresivo vecino del norte, debió darle las gracias por “haberle dado aniquilando” un campamento de las FARC.

En fin, lo único que demuestra la SIP con este tipo de informes y censuras es que nunca tuvo a su cargo el papel de fiscal de la libertad de expresión en el continente y que hoy en día (desde hace décadas) es un instrumento del imperio al servicio de los peores intereses de nuestros pueblos. No hay que olvidar que periódicos tan “democráticos” como el Mercurio de Chile o La Nación y Clarín de Argentina estuvieron muy cercanos y comprensivos con las feroces dictaduras de Pinochet o la Junta Militar de Gobierno. Tampoco podemos perder de vista que la llamada gran prensa venezolana, desde hace 10 años, sigue alineada con los sectores golpistas y corruptos de ese país.

Y que en Ecuador, desde que Rafael Correa y su Movimiento País, lograron triunfar en elecciones y se han mantenido en un discurso renovador, pues los principales diarios de alcance nacional (El Comercio de Quito, el Universo de Guayaquil y otros) no han cejado en sus empeños por encontrarle todos los peros habidos y por haber. Solo que, según dan a entender los resultados electorales en Venezuela, en Argentina, en Ecuador, en Bolivia, en Nicaragua y ahora en El Salvador la gran prensa sipiana como que va perdiendo credibilidad, como que ya no tiene la influencia decisoria de otros tiempos.

Por supuesto, esta tendencia, muy positiva, no debe tomarse como triunfos contundentes o que ya la gran prensa sipiana está por los suelos. Tienen muchos recursos económicos y técnicos; tienen centrales desde donde se orientan políticas muchas de ellas perversas y tienen prácticos monopolios, en la televisión, que les permite seguir y seguir con sus políticas manipuladoras, mentirosas, confundidoras. Hará falta que desde los grupos sociales se ahonde en políticas comunicacionales populares, públicas, a ver si al fin hay un gran triunfo de la democracia versus la mentira impresa y audiovisual.

www.argenpress.info

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