sábado, 25 de abril de 2009

Pasión periodística / Andrés Colmán Gutiérrez

Esta no ha sido la primicia periodística de la que me siento más orgulloso.

Desde el mediodía de ese domingo 19 de abril, cuando con el colega Javier Panza, del Centro de Información Multimedios, llegamos hasta la humilde casita de Benigna Leguizamón, en un barrio periférico de Ciudad del Este, el gusano de la incomodidad se nos instaló dentro del alma: ¿Está bien publicar una información que, de algún modo u otro, afectará aún más al proceso político de cambio en el que gran parte del pueblo paraguayo volcó sus mejores esperanzas?

Hubo largos debates telefónicos con nuestros respectivos jefes. Hubo fuertes discusiones, dudas, reafirmaciones, cuestionamientos éticos, criterios profesionales, ese rico proceso interno en la agonía de la hora de cierre que todos los comunicadores vivimos cuando sabemos que tenemos una bomba periodística entre las manos, que no puede dejar de publicarse. Y la bomba explotó el lunes, en grandes titulares: "Otra mujer afirma que Lugo es papá de su hijo".

El huracán periodístico se desató, con sus imprevisibles consecuencias políticas. Desde entonces, con Javier, fuimos blancos de duras críticas, aunque también de halagadoras felicitaciones. Varios colegas, ligados al actual Gobierno, nos acusaron de ejercer un periodismo amarillo y sensacionalista, que violaba la vida privada del presidente Fernando Lugo. ¿Nunca vieron las ediciones del New York Times o del Washington Post, durante el caso Mónica Lewinsky?

El abogado del mandatario, Marcos Fariña, llegó a sugerir a un medio radial que la aparición de Benigna Leguizamón era un montaje fabricado por Última Hora y Telefuturo. Y desde esferas gubernamentales se echó a rodar la perversa versión de que actuábamos con fines políticos (porque Javier Panza es sobrino del ex ministro Cándido Vera Bejarano), y que estábamos pagados con dinero del Gobierno brasileño, para contrarrestar los reclamos paraguayos de renegociar Itaipú. Éramos algo así como traidores a la patria.

No voy a responder a la infamia. En junio próximo cumplo 30 años desde que aterricé como un aprendiz adolescente en la Redacción de Última Hora, y toda mi trayectoria periodística habla por mí. Mis lectores me conocen bien, y eso me basta. Además, la historia del medio en el cual trabajo y escribo es más grande que cualquier intento de enlodarla.

Por eso, en vísperas del Día del Periodista, en memoria y homenaje a esa pasión informativa hasta la muerte, que supo enseñarme el inolvidable Santiago Leguizamón, prefiero felicitar con un gran abrazo a todos mis colegas comunicadores, hombres y mujeres, incluyendo a los que tanto me critican. ¡Salud y muchas felicidades!

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