jueves, 21 de mayo de 2009

Ana Lorite: 'Pepe Comas se rebeló contra la muerte haciendo periodismo'

MADRID.- Con los sones de una gaita, de forma similar a la que sonó en el puentón de Cangas de Onís cuando sus cenizas fueron esparcidas en el Sella, concluyó la presentación del libro «Crónicas del linfoma», el relato que recoge la lucha y las vivencias del periodista asturiano Pepe Comas, fallecido de esta enfermedad hace poco más de un año.

El salón de la Delegación del Gobierno de Asturias en Madrid acogió a un buen número de amigos de este «periodista, asturiano y del Sporting», como le gustaba definirse, que con sentido del humor, afán de lucha y esperanza recoge, casi como un espectador ajeno a la enfermedad, su lucha con el linfoma, según la crónica de 'Módem Press'.

Los periodistas Juan Cruz, Miguel Ángel Aguilar y Guillermo Altares acompañaron desde la mesa de presentadores a la viuda de Comas, Ana Lorite, y a su hijo José, que asistió al acto al lado del ex director de 'La Nueva España' y gran amigo de Pepe Comas, Melchor Fernández.

«Crónicas del linfoma», según afirmó la viuda de Comas, «no es un libro sobre la muerte, sino sobre la lucha por la vida, sobre la esperanza, sobre el amor y sobre el periodismo».

Ana Lorite recordaba esa constante reivindicación de asturianía de la que siempre hacía gala Pepe Comas: «Pepe recibía 'La Nueva España' en Berlín y recortábamos todo lo que aparecía de Cangas. Una vez leímos que el asturiano es comilón y protestón pero alegre. Lo tenía recortado y lo teníamos colgado en el tablón de la cocina para recordar siempre cómo eran los asturianos. Él era así, asturiano hasta la médula».

Hasta tal punto que incluso obligaba a su esposa a poner en el cassette del coche el «Asturias, patria querida» cada vez que cruzaban el puentón en sus retornos a Cangas, «y entonces le cambiaba el acento y se le ponía asturiano».

Este entusiasmo asturiano le ayudó a enfrentarse a la enfermedad con entereza: «Le ayudó a superarse. Esa cosa "bruta" asturiana le ayudó muchísimo a luchar contra la enfermedad».

Y su condición de periodista también, según relata Ana Lorite: «Pepe era asturiano, periodista y del Sporting. Su forma de expresarse era escribiendo. No decía que se encontraba mal, sino que lo escribía. Lo llamaba su terapia ocupacional. Empezó a escribir estas cartas a sus amigos para contarles cómo iba la enfermedad, pero con un sentido del humor enorme, sin dramatismo y, sobre todo, sin morbo. Nos ayudó a poder hablar de la enfermedad a todos. Hablaba de ella sin reparos ni miedos y nos lo hacía muy fácil a los demás. Escribir era su vida».

Ana Lorite recordó a su marido, al que llamaba Favila, leyendo el poema de Dylan Thomas «No entres sumiso en esa gran noche»: «No sé si Pepe era un sabio o un loco, pero se rebeló contra la muerte. Comparaba el periodismo con un cuerpo místico que nos impulsaba a todos a luchar contra la enfermedad. A este cuerpo místico, formado por sus amigos, es a quien va dedicado este libro».

Melchor Fernández calificó a Pepe Comas como «un enviado especial a su propia enfermedad. No sólo era un periodista admirable, sino admirable hasta el final».

Guillermo Altares afirmó que «"Crónicas del linfoma" es un gran relato, con personajes, escenarios y situaciones muy destacados. Es un viaje valiente a nuestro cuerpo. La enfermedad y la muerte son tabúes en nuestra sociedad, pero Pepe se atrevió a hablar de ellos descarnadamente».

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