viernes, 22 de mayo de 2009

Muere el periodista español Rafael Conte

MADRID.-El crítico literario Rafael Conte ha fallecido hoy en Madrid a los 73 años, según ha informado el diario El País. Conte trabajó para los periódicos Informaciones, El Sol, Abc y El País, de cuyo consejo editorial formó parte y donde fue redactor jefe y subdirector de las secciones de Opinión y de Cultura.

A Rafael Conte, considerado por muchos de sus compañeros como uno de los críticos literarios más importantes de España en los últimos 50 años, su enfermedad le mantuvo recluido en los últimos tiempos en su domicilio familiar, lo que no le impidió proseguir con su pasión por la lectura.

El periodista y escritor Juan Cruz destaca que su época en Informaciones, cuyo suplemento literario está en la leyenda de este tipo de publicaciones en España, forma parte de la mitología de un tiempo en el que Conte fue un abanderado de la lectura feliz, completa, de la lectura para debatir, para contar qué se ha leído y no para decir que se ha leído.

Rafael Conte (1935) fue uno de los críticos literarios de referencia en los años 80 y 90, tras comenzar a desarrollar su labor en las páginas amarillas del mítico suplemento literario del periódico madrileño Informaciones.

Allí comenzó a velar sus armas literarias un joven aragonés, simpático y bon vivant, que amaba la buena literatura y no perdonaba jamás un buen habano ni una buena tertulia...

Generoso cuando de alentar a los jóvenes autores se trataba, Conte fue el embajador soñado de la literatura francesa.

Crítico de El País desde su fundación, Rafael Conte colaboró también durante unos años en ABC. En este cultural demostró, semana a semana, rigor, un estilo preciso, un saber casi enciclopédico y una generosidad más que notable.

Autor de Narraciones de la España desterrada (1970), El escorpión y la luna (1987), Yo, Sade (1990) o Robinson o la imitación del libro (1985), fue asimismo traductor de Georges Perec (La vida, instrucciones de uso); impulsó la publicación de las Obras Completas de Ramón Gómez de la Serna en Círculo de Lectores y colaboró de manera determinante con la revista de la Fundación Cela, Papeles de Iria Flavia.

Su contribución al conocimiento de la literatura española y universal en una España perdida e inculta comenzó en las páginas de Acento Cultural, revista asociada al sindicato de estudiantes del régimen, SEU, que junto a otros nombres como el de su muy amigo y también recientemente fallecido Isaac Montero empezó a abrir una ventana en la asfixiante mediocridad cultural española de la época. Cerrado Acento, continuó en la revista Aulas como director.

Rafael Conte se incorporó a 'El País' a finales de los setenta, procedente de París, donde ejercía la corresponsalía del Informaciones. En 'El País' ejerció su labor como periodista -lo que fue siempre- y como crítico literario desde el suplemento Libros.

La técnica de Rafael Conte era sencilla y expresiva: siempre abría sus críticas situando al autor en su época, es decir, ordenando la información y relacionándolo con el entorno literario, apoyado en su vasta cultura, para pasar después a analizar la obra objeto del comentario. Conviene recordar que en todos esos años la información que por lo general se recibía era sesgada, insuficiente y partidista.

En este punto hay que decir que se guiaba sobre todo por la calidad literaria y no atendía a otras razones. Fue un crítico benévolo, sin duda, porque ponía por delante su amor a la literatura, pero la benevolencia no excluía la exigencia. Buscaba lo mejor que podía encontrar en cada libro, y su capacidad de colocarlo en su punto de aprecio le concedía la confianza de los lectores. Una confianza que se mantuvo durante decenios.

De 'El País' pasó a ocuparse de las páginas literarias del desaparecido diario El Sol, y al final de este periodo ejerció la crítica literaria en el suplemento cultural de Abc. Finalmente, con el comienzo del siglo, regresó a 'El País', publicando un artículo de título bien expresivo: Volver a casa.

Debido a su ingente trabajo a favor de la literatura, un centenar largo de destacados intelectuales promovió la candidatura de Rafael Conte a la Real Academia Española pues lo consideraban "el crítico más notorio de nuestra sociedad literaria y un representante especialmente significado de la crítica periodística".

Rafael Conte era un amigo y un contertulio entusiasta, desde los viejos tiempos de la casa del barrio de la Concepción hasta los últimos almuerzos en Casa Manolo o en Belarmino, donde su voz en favor de los libros amados tenía el volumen estruendoso del alegre convencido.

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