viernes, 15 de mayo de 2009

Periodismo creativo y periodismo obsesivo / José Fco. Fernández Belda *

La verdad, o al menos mi pequeña verdad, es que el asunto del ataque continuado a los hermanos Soria, y por extensión al PP, tanto por lo que hicieron como por lo que no hacen o hicieron pero que, según algunos medios de comunicación, debieron haber hecho, acaba aburriendo a las piedras del camino.

Sobre todo cuando las únicas noticias que llegan al ciudadano son por boca de políticos, con credibilidad mínima excepto para sus huestes incondicionales, o por medios de prensa con una ideología política muy marcada, lo cual no es malo en sí mismo si no fuera porque tienen muy fácil el caer en un sectarismo partidista irracional y obsesivo.

Es de suponer que no hay ningún ciudadano que defienda hoy en día el no perseguir la corrupción allí donde se encuentre y que los responsables paguen sus culpas, sean de un color político o de otro. Incluso creo que eso mismo opinan las personas que se ven obligadas a vivir en países sometidos al control dictatorial de un régimen político opresor.

Hasta habrá en el Caribe gentes que cuchichean, entre susurros cómplices y vapores de ron, la impunidad de ciertos políticos corruptos, consolándose o justificando la situación escandalosa repitiendo que eso no pasaría si Fidel lo supiera, que los malos son los que le rodean y no le dejan que se entere, igualito que nos pasaba a nosotros hace ya bastantes décadas en la España de Franco.

Creo que en el tratamiento público de estos asuntos de corrupción hay, al menos, tres grandes problemas. Uno es que la información le suele llegar al ciudadano a través de ciertos medios de comunicación de forma bastante sesgada. En ellos, en la fase creativa inicial, se suele dar relevancia y carta de credibilidad a las declaraciones que sobre el asunto ofrece un político de la oposición, por naturaleza poco interesado en la realidad sino en arañar algunos votos, aunque sepa que con sus palabras puede destrozar el honor personal, social y familiar del rival político a quien acusa.

Habla con aparente gran solvencia de asuntos y tramas que, para ser bien pensados, acaba de conocer ─ya que se así no fuera y de ello tuviera conocimiento previo, sería para echar a correr y no parar─ dando toda clase de detalles, acusaciones y opiniones a las que añade, por precaución judicial, el palabro “presuntamente”, que le proporciona un “salvaprocesos” e impunidad para calumniar si eso beneficia a la causa, del partido, no de la verdad. No se suelen ofrecer documentos o pruebas sino opiniones sobre aspectos parciales, a veces incluso irrelevantes del asunto.

Lo que se inició a veces como periodismo creativo, se vuelve obsesivo cuando es repetido una y otra vez, venga o no venga a cuento. Hay a quien le puede parecer bien, a otros les aburre y cambian de periódico digital o de emisora al cabo de un tiempo. Y hay partidos que incluso mandan a periodistas a poner denuncias en los juzgados en vez de interponerlas ellos mismos en un ejercicio de tirar la piedra y esconder la mano. Sin señalar, fariseísmo militante en estado “químicamente” puro.

Todos tenemos nuestros propios fantasmas en el armario así como personajes admirados u odiados. Yo mismo puse inconscientemente un friki pseudo empresarial en mi vida. Pero hay que hacer el esfuerzo de procurar opinar, bien o mal, de sus pompas y sus obras públicas pero no de aspectos personales y privados de quienes las hacen. Es entendible que un diputado como Santiago Pérez, supongo que en nombre de su partido y no sólo de su camarilla, intente la recusación de un miembro del Gobierno.

Lo que me parece de todo punto incorrecto, y que el presidente de la Cámara no diga nada, es que acuse a José Manuel Soria de “fascista de cinturón y correa”, haciéndolo en el más puro estilo Lenin y su discípulo Goebbels, insulto muy propio de personas que saben muy bien que muchos oyentes son desconocedores del significado histórico y verdadero de los términos, sobre todo los referidos a aquello que empezó como socialismo y que acabó siendo nacional-socialismo.

El segundo gran problema, inmenso problema a mi entender, es la inoperancia de la Justicia para poner de forma inmediata a cada uno en su “justo” sitio, eso nunca mejor dicho. Estamos asistiendo ahora, pero no es cosa nueva ni limitada a Canarias y a los hermanos Soria o al PP, cómo se filtran documentos a cierta prensa o se avisa a las cámaras de televisión para poder ofrecer en los telediarios las imágenes de detenciones desaforadas o se administran los tiempos para que coincidan con momentos políticamente ventajosos para el que maneja los hilos en las sombras.

Creo que sería muy oportuno, sobre todo por lo de ejemplarizante, que hubiera una instancia judicial que resolviera estos asuntos en muy poco tiempo, ya que el daño a la democracia y a los propios políticos que se le está causando por estas dilaciones o resurgimientos en tiempos y formas convenientes, puede ser muy considerable.

Por último, y no por ello tal vez menos importante, creo que cada vez más los políticos hablan de sus cosas y sus cosillas, pero no de lo que los ciudadanos les hemos encomendado. El que un partido no explique su programa, a lo sumo diga y repita eslóganes hueros y vaguedades mitineras, que se limite a predicar sobre lo que el otro, según su óptica parcial partidista, hizo mal o dejó de hacer bien, podría ser soportable en tiempos electorales, pero es casi un insulto y una irresponsabilidad en periodos de zozobra económica e institucional como los actuales. Como ejemplo clamoroso de esta actitud evasiva y difusa es la obsesión de Juan Fernando López de Aguilar por Soria las pocas veces que está en Canarias y por Aznar el resto del tiempo.

En esta línea anduvo la definición que de López de Aguilar ofreció Alejo Vidal Cuadras en Libertad Digital Televisión el pasado día 13, que puede verse y oírse aún en Internet: “…el candidato socialista a las europeas es un joven que tiene como hobby el derecho constitucional y de profesión caricaturista-guitarrista”. Sin la menor duda, frase para los anales del debate y análisis político y para que tomen nota algunos zafios parlamentarios.

(*) Ingeniero superior

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