sábado, 9 de mayo de 2009

Prensa y democracia / Soledad Gallego-Díaz

Momentos de crisis tan profunda como la actual deberían dar origen a grandes debates, amplificados y enriquecidos por los medios de comunicación, a fin de que lleguen al mayor número posible de ciudadanos. En algunos países es así y resulta realmente estimulante seguir la marcha de esas grandes polémicas que quizá nos puedan ayudar a comprender lo que ocurre o incluso a iluminarnos.

Una de las grandes crisis del mundo globalizado es el futuro de la prensa impresa. No es algo que interese sólo a los empresarios de medios de comunicación, o a los periodistas que trabajamos en ellos, sino que implica al conjunto de la ciudadanía, porque, con matices, todos los que están participando en esta polémica creen que afecta también, directamente, al carácter de la democracia. El periodismo realizado por la prensa escrita en el siglo XX ha ayudado a profundizar la democracia y se duda de que el periodismo ejercido en la web pueda generar recursos suficientes para financiar un trabajo profesional de ese nivel.

La revista británica Prospect Magazine (www.prospect-magazine.co.uk) es uno de los muchos escenarios en los que se alienta ese debate. En su último número plantea la cuestión en estos términos: "Está claro que el periodismo, tal y como se conoció en el siglo XX, está en una crisis formidable (...). ¿Pueden conservarse los mejores valores de ese tipo de periodismo en sistemas online?". La respuesta la dan Steven Johnson, que mantiene un novedoso blog llamado Outside.in, en el que intenta relacionar informaciones relativas a 16.000 pequeñas ciudades norteamericanas, y Paul Starr, profesor de Asuntos Públicos de la Universidad de Princeton.

Ninguno de los dos se atreve a predecir el futuro: "No sé si los periódicos van a desaparecer. Desde luego, no van a ser el objeto dominante en el mundo de la información", es lo más lejos que llega Johnson. La pregunta, dice Johnson, es si va a surgir un nuevo modelo capaz de sostener un periodismo como bien público, como el que sostuvieron los periódicos impresos. "Yo creo que hay buenas razones para creer que el sistema online está evolucionando y será capaz, incluso, de mejorar el modelo del siglo pasado".

Starr no ve señales de que eso sea así: los productos online están llenos de opinión, de informaciones planas, rebotadas de unas a otras, de mucho testimonio y poca investigación, y no son capaces de mantener el periodismo profesional a los niveles a los que ha llegado la prensa escrita, porque no generan el mismo volumen de recursos económicos, ni cumplen el papel de mediador exclusivo entre el mercado y el cliente que cumplían los diarios.

El fin de la era de los periódicos implicaría así un cambio sustancial en el sistema político, en el carácter de la democracia como se ha entendido desde finales del siglo XIX. La democracia, afirma, depende de la cobertura independiente de noticias en todos los niveles de gobierno. "Donde la información es débil, la corrupción prevalece", anuncia Starr.

La publicidad, mantiene el profesor de Princeton, está ahora mucho más dispersa y no es capaz de ofrecer a los medios online dinero suficiente como para financiar niveles de periodismo como los alcanzados en el siglo XX. Por eso, afirma, están surgiendo organizaciones filantrópicas que intentan remediar el problema financiando reportajes de investigación. Por eso, algunos defienden el modelo del británico The Guardian, que depende de una fundación que gana dinero con otras empresas, con el que financia el periodismo de alto nivel y las pérdidas del diario.

Starr es autor de un ensayo titulado Goodbye to the age of newspapers (Hello to a new era of corruption) -Adiós a la época de los periódicos (hola a una nueva era de corrupción)-, publicado en marzo pasado (http://www.tnr.com), en el que mantiene que el cambio sustancial se ha producido ya. "Algunos periódicos", escribe, "un pequeño número de los que existen hoy día sobrevivirán a la transición a la web, pero probablemente no conservarán la centralidad, ni la voz autorizada que han tenido hasta ahora".

Johnson es menos pesimista: "Reconozco que va a exigir trabajo... Quizá tendremos menos periodismo de investigación, pero habrá más 'ojos en la calle'... Usted ha hecho un gran trabajo describiendo lo que estamos en riesgo de perder con el fin del viejo modelo de periódico. ¿Con qué se le puede reemplazar, según usted?" , interroga a su colega. "No con la web", responde Starr. "Los 'ojos en la calle' no reemplazan al periodismo independiente y profesional, sostén de la democracia, y éste sólo sobrevivirá si existen instituciones sin ánimo de lucro que lo apoyen". Un gran debate ciudadano, ¿no?

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