lunes, 8 de junio de 2009

Las exclusivas vuelven a vender periódicos en Reino Unido

LONDRES.- El 'Telegraph' rompe la tendencia bajista de la prensa al publicar los gastos abusivos de los parlamentarios. Pero algunos cuestionan el origen de la información y su utilización por el periódico, según recoge 'Expansión'.

Es la exclusiva soñada por muchos periodistas. Una noticia que afecta a la poderosa clase política, incluidos los líderes de los principales partidos. Vinculada al dinero. Con detalles escabrosos e incluso morbosos. Que provoca dimisiones y obliga a que el resto de medios siga la estela del caso. Y con un volumen masivo de información que permite mantener viva la historia durante semanas.

Todos esos ingredientes los ha conseguido reunir el Telegraph, uno de los principales diarios británicos, al publicar los gastos abusivos que los parlamentarios de Reino Unido pasan al erario público. En los 30 días que el periódico lleva revelando las facturas de los 646 miembros de las Cámara de los Comunes, su circulación ha aumentado en unos 50.000 ejemplares diarios (un 14% más sobre su venta habitual en quioscos).

Esa subida de ventas contrasta con la tendencia descendente que mantenía la prensa británica, afectada por la competencia de Internet y de la prensa gratuita. Tim Luckhurst, profesor de periodismo de la Universidad de Kent, cree que “el Telegraph ha demostrado que las buenas exclusivas todavía venden periódicos”.

Otro factor de este caso que anima a la prensa es que la exclusiva no la hubiera podido desplegar un blog o una web con pocos medios, indica Luckhurst. “Esta historia supone un triunfo de los viejos medios en la etapa de la convergencia mediática. Un blogger solitario no podría tratar esa información”.

Ben Brogan, subdirector del Telegraph, asegura que el diario “ha trabajado durante muchas semanas en la historia; 25 periodistas se han dedicado a ello, junto a abogados y otros expertos”. La información sobre los gastos llegó al periódico en un soporte informático que contenía varios millones de facturas.

Los periodistas del Telegraph han tenido que analizar los datos, contrastarlos con otras fuentes como los registros de la propiedad para los gastos vinculados a las residencias de los políticos, y redactar la información de la forma más clara y atractiva posible en el periódico y su web.

La notoriedad es otra de las consecuencias positivas para el Telegraph. Peter Wilby, comentarista del diario The Guardian, indica que “lo que parecía una regla de la era digital, en la que una exclusiva dura sólo unos minutos porque todos los medios del planeta la recogen, habitualmente sin citar la fuente, ha sido espectacularmente rota”.

Otros periódicos, televisiones y radios citan constantemente al Telegraph como fuente de la información, lo que supone otra recompensa para el diario además de sus mayores ventas, de una mayor audiencia en su web y de un incremento en sus ingresos publicitarios (aerolíneas como Ryanair y EasyJet han hecho anuncios dedicados al asunto de los gastos parlamentarios).

A cambio de dinero
Pero no todo son parabienes para el Telegraph. El turbio origen de la información es el primer pero. Supuestamente, alguien robó los datos del Parlamento, y los pasó a un antiguo espía que ofreció el disco a cambio de dinero a varios periódicos. Algunos lo rechazaron, pero el Telegraph desembolsó 100.000 libras, según se rumorea.

“Si esta información es consecuencia de un crimen, ¿dónde queda el derecho del Telegraph a publicarla?”, se pregunta Tor Clark, del centro de Periodismo de la Universidad de Leicester. La diputada laborista Margaret Beckett considera que “el Telegraph parece estar beneficiándose de un robo”.

Stephen Tall, del partido liberal-demócrata, considera que pagar ha sido una actuación errónea, ya que “el Parlamento iba a publicar la información en julio”. Aunque Charlie Beckett, director del centro de estudios Polis, matiza que “en la información oficial del Parlamento faltarán muchos detalles cruciales”.

Algunos expertos opinan que el peso e interés de la exclusiva justifica los medios para obtenerla. Roland Rudd, presidente de Finsbury, la principal agencia de comunicación y relaciones públicas de Londres, indica que “el material es tan explosivo, que considero que el director del Telegraph tomó la decisión acertada si pagó por la información”. Según Charlie Beckett, “en esta ocasión, el interés público anula cualquier tipo de discusión ética”.

La forma de publicación de la historia también ha recibido críticas. Tall indica que “ha habido errores al contrastar los datos, se han producido distorsiones y falsedades” sobre las facturas de algunos diputados. Tor Clark sugiere que el Telegraph ha utilizado la información para reforzar sus “objetivos políticos”, al incidir más en los abusos de los laboristas que de los conservadores.

Deberá pasar un tiempo para apreciar el alcance final de la noticia y si es capaz de romper a medio plazo el declive de la prensa escrita. “Es posible que nadie, ni parlamentarios ni periodistas, saquen mucho crédito de esta historia”, indica Clark. Pero al menos, ha conseguido que los viejos periódicos vuelvan a la primera plana.

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