domingo, 26 de julio de 2009

Fallece Sol Alameda, una de las mejores entrevistadoras del diario español ‘El País’

MADRID.- Sol Alameda trabajó durante años en la revista El País Semanal realizando grandes entrevistas. Falleció la noche del pasado viernes en Madrid, acompañada por su hija Clara y por su marido, el director de cine Emilio Martínez Lázaro. Tenía 66 años y mantenía esa innata curiosidad que le permitió continuar siendo un poco niña hasta el final.

Alameda cultivó desde muy pronto el género periodístico de la entrevista, aunque también hizo algunas incursiones en la investigación periodística.

Como subdirectora del programa ‘Teleobjetivo’, de TVE, investigó minuciosamente el entramado terrorista de la banda ETA, el del GRAPO, el Opus Dei o el relato pormenorizado de los días posteriores a la muerte de Franco.

Como entrevistadora realizó los mejores retratos para la revista obteniendo logros memorables gracias a su ingenio y agudeza. Sus compañeros de El País aseguran que sabía sacar del personaje la persona que llevaba dentro.

Durante años, puso todo su oficio y su inteligencia en la búsqueda de los mejores retratos para la revista dominical de El País. Y obtuvo logros memorables gracias a ese ingenio y esa agudeza que siempre la caracterizó.

Sol Alameda era culta, inteligente y sencilla. Era una gran conversadora interesada por la política, pero también, de manera muy especial, por el arte. Le gustaba mucho dividir al mundo entre simpáticos y antipáticos. Ella pertenecía, sin lugar a dudas, al primero de los grupos y era justamente todo su bagaje y esa forma de ser la que la convirtió en una entrevistadora única, constructora de una obra monumental, en una mujer corajuda y fuerte, según una de sus compañeras.

En 2002, Sol Alameda recibió el Premio de Periodismo Francisco Cerecedo que otorga la Asociación de Periodistas Europeos. Sus colegas la definen como una mujer “inteligente y sencilla, gran conversadora y una gran maestra del periodismo”.

Aquel día, Sol Alameda habló de sus entrevistas y de la necesidad de contar con la colaboración y la ayuda del entrevistado "incluso desde el desacuerdo". Comparó su tarea con la del espadachín y agradeció, en un gesto muy suyo, "a los simpáticos y a los antipáticos, a los fáciles y a los difíciles, a los generosos y los tacaños" la ayuda prestada en sus años de trabajo, según se escribe en 'El País'.

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