jueves, 16 de julio de 2009

La muerte lenta pero inevitable del periodismo de papel

MADRID.- Lo sabe todo el mundo: el papel está acabado. Ha empezado afectando a la prensa, como todas las cosas malas, pero no se frenará aquí: un día de éstos, hasta las servilletas serán digitales, cambiarán el estampado a voluntad y serán autolavables. Esto último aún no está confirmado, pero todo se andará.

La cuestión es que, desgracia la nuestra, ni siquiera podemos echarle la culpa a la piratería, así que recurriremos a la crisis, que es igual de mala, pero sin posibilidad de ser llevada a juicio. La crisis ha matado al papel, éste a la tinta, y así sucesivamente, y, como resultado, el que quiera informarse debe tener en cuenta que, en cuestión de semanas (con suerte; sin ella, igual serán días), sólo podrá leer cosas en la Red, ya que todos los quioscos habrán tenido que cerrar.

Afirma Toni García en El País que todo lo que uno se compra ahora para leer en los aviones existirá sólo virtualmente, no se arrugará, no podremos arrancar las páginas que nos interesen y no dejará las yemas de los dedos de un negro sucio.

Philip Meyer, profesor de la Universidad de North Carolina, afirmaba en 2005 que "el último periódico se venderá en 2043" (después rectificó y dijo que sería mucho antes, que lo de 2043 era extremadamente optimista).

Por eso, los más listos han decidido empezar a prepararse para la ocasión, como Charles M. Sennot, un ex periodista del Boston Globe que, habiendo sufrido en sus propias carnes la maldad de la crisis, decidió, junto al empresario Philip S. Balboni, montar Globalpost.com, una web con 65 periodistas trabajando en 45 países y que el diario The New York Times considera la gran esperanza blanca del sector: una iniciativa seria, de solvencia contrastada y con recursos más que notables.

Esta página ha osado pedir 200 dólares para aquellos que quieran leer sus artículos estrella y, en el colmo de los colmos, pretende que lo de pagar se convierta (nunca mejor dicho) en moneda de uso común. Pagar en Internet. Qué desfachatez.

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