miércoles, 15 de julio de 2009

La verdad de 'Millenium'

CÁDIZ.- La historia que se esconde detrás de la historia de Mikael Blomkvist y Lisbeth Salander es también material de primera para un best seller universal, con sus buenos y sus malos, sus espontáneos oportunistas, sus abogados sin escrúpulos y sus víctimas indefensas.

Stieg Larsson, el autor de la trilogía de culto Millenium –seguida por millones de lectores en todo el mundo– era un periodista incisivo, honesto, independiente, rebelde y comprometido en la lucha contra la injusticia que escribía novelas negras por las noches para garantizarse una jubilación digna y dar rienda suelta, con la excusa de la ficción, a sus obsesiones profesionales.

La trama por la que se guió su vida habla de una familia rota; de una mujer, –Eva Gabrielsson– que soportó durante 32 años su horario estrafalario y sus excentricidades de militante; de un infarto; de una polémica herencia millonaria en forma de derechos de autor, producto del éxito post mortem de una serie de novelas que denuncian las trampas del sistema y de la represión de la mujer en el siglo XXI.

Para suerte de la legión de seguidores gaditanos de la saga popular más fascinante de la literatura actual, Eva Gabrielsson, la compañera de Stieg Larsson, contó en la Asociación de la Prensa de Cádiz, presentada por Carmen Morillo, algunos de los pormenores de la creación de Millenium, su trabajoso proceso de gestación y su espinosa resaca.

Aunque la mayor parte de la intervención de la arquitecta giró en torno a los valores ideológicos, morales y periodísticos que Larsson defendió a lo largo de su vida («un modelo a seguir, que debería aprenderse en las facultades», según Morillo) Gabrielsson abordó también algunas cuestiones relacionadas con la continuidad de la serie o los hipotéticos motivos de su éxito.

«Larsson inició una cuarta entrega de Millenium, pero está tan lejos de terminarse que es prácticamente imposible que se publique», sentenció. En cualquier caso, «si no consigo ningún autor, no la terminaré».

Además, existe el riesgo de que «luego los lectores quieran una cuarta entrega, y después una quinta, y esos términos de explotación hasta me ponen un poco enferma», confesó la compañera de Larsson en respuesta a una de las preguntas del público, que llenó la sala de la Asociación de la Prensa.

Gabrielson también se mostró tajante en cuanto a la importancia misma que su compañero le daba a su trabajo como escritor: «Las novelas no eran nada serio para él; eran un hobby, una diversión: jamás se planteó abandonar su labor periodística para dedicarse a la ficción».

En los miles de foros que internet dedica a la saga Millenium, la rumorología está desatada. Hay quien apunta que la editorial, ávida por rentabilizar supuestos manuscritos desconocidos de Larsson, ha hecho circular el bulo de que el periodista escribía en dos o tres ordenadores distintos, y que en cada uno de ellos avanzaba una nueva entrega de las aventuras de Blomkvist y Salander.

De esta manera, el padre y el hermano del escritor, titulares legales de los derechos de autor, acabarían con la afirmación de que el único manuscrito real de la saga está en poder de Gabrielsson.

«Por supuesto que no escribía en tres o cuatro ordenadores. Eso no tiene sentido. Le hubiera bastado con abrir varios documentos distintos», argumentó la arquitecta, que sí confirmó que Larsson era un redactor rápido y eficiente, «capaz de escribir más de 2.000 páginas en 24 meses, desde el verano de 2002 hasta el verano de 2004, sin abandonar ni un momento su trabajo periodístico, sus conferencias ni sus responsabilidades en la revista Expo».

Gabrielsson admitió desconocer el motivo último del éxito de Millenium, «a pesar de las numerosas charlas que he tenido con lectores en Francia, Suecia, etc...».

«¿Qué hace que alguien lea 600 páginas en doce noches?», se preguntó de modo retórico. Aunque aventuró su hipótesis personal al respecto: «Hay mucho de verdadero en esos libros; hay mucha realidad, y eso hace que se produzca una conexión rápida entre el público y los personajes, que funcione una cierta empatía, incluso con lectores de perfiles culturales completamente distintos».

En cualquier caso, «Stieg tenía esa cualidad: era capaz de reunir a personas muy distintas y charlar con ellas durante horas, contarles largas historias sobre empresas corruptas o escándalos políticos, y mantener siempre su interés, lograr que no dejaran de prestarle atención».

Es indiscutible que el personaje de Lisbeth Salander es uno de los grandes aciertos de la saga, quizá el principal. Para Gabriellson, su rol «era imprescindible, porque Mikael, por sí solo, era muy aburrido: necesitaba a su lado a alguien dinámico, que además representara la idea que Stieg tenía de las mujeres, libres de todo tipo de prejuicios».

Gabriellson defendió que los periodistas de la ficticia revista Millenium practican «los mismos principios morales y profesionales» que guiaron a Larsson durante toda su trayectoria profesional, y que es posible rastrear sus valores en personajes como el propio Blomvist o Erika Ekberg.

«Esa filosofía no se la inventó. Él creía que el periodismo de investigación se estaba perdiendo, y que ni el parlamento sueco ni las empresas se comportarían igual si los periodistas se preocuparan en analizar los porqués y los resultados de sus decisiones».

En ese sentido, Millenium «era un sueño de Stieg: el modo ideal en que debería funcionar una publicación crítica e independiente».

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