domingo, 12 de julio de 2009

Lo esencial del periodismo / Álvaro Abellán

Los cambios tecnológicos y la posibilidad de nuevos formatos informativos ha ocupado el debate sobre Periodismo en los últimos 15 años. El estreno de La Sombra del poder alimentó el debate entre un periodismo chapado a la antigua encarnado por un periodista cuya mesa rebosa de papeles y su agenda personal de fuentes y un periodismo de blog representado por una mujer joven y guapa cuyas fuentes de información son los otros medios y su portentosa imaginación. Pedro J. vio en esa película el triunfo del periódico impreso, pero en realidad, lo que el director subraya en su artículo no tiene que ver con los formatos, sino con el modo de hacer periodismo.

Para Pedro J., no es discutible en qué consiste el buen periodismo. Lo discutible es que el buen periodismo -que cuesta dinero- sea rentable al tener que competir con medios de comunicación que publican refritos o pseudoinvenciones, pero que captan la opinión del público. Pedro J., tiene cierta esperanza, pues la credibilidad de los periódicos impresos y su capacidad para generar exclusivas de importancia es mayor que la de estas webs y credibilidad y exclusivas son algo impagable. En eso tiene razón. La pregunta es: ¿puede un medio digital generar el tipo de información que da prestigio a un medio impreso? Parece ser que sí.

El portal especializado en cotilleos de Hoollywood TMZ.com ha demostrado que un formato digital es capaz de estar en el candelero mediático gracias a sus últimas exclusivas. Quizá la más sonada, la muerte de Michael Jackson. Otras de sus exclusivas fueron la pillada a Mel Gibson y sus declaraciones antisemitas cuando fue detenido por conducir borracho hasta las muertes por sobredosis de Heath Ledger y Nicole Smith.

No es que TMZ sea un modelo de buen periodismo, de esa presa de elite que destapó el caso Watergate. Pero su funcionamiento interno sí responde al de ese periodismo de cotilleos ya clásico en el mundo de Hollywood, y sus reporteros no se dedican al copy-paste desde sus ordenadores último modelo y con el culo pegado a las sillas, sino a la investigación callejera, al trato con las fuentes y al resto de métodos habituales del period ismo. Invierten cada año ocho millones de dólares en esa tarea, y luego difunden la información con noticias cortas, fotografías y pequeñas piezas audiovisuales.

No es la forma lo que hace de este medio de comunicación un referente en el mundo de los cotilleos. Es su labor periodística clásica. Un periodismo que no se ocupa de los contenidos que salvarán la Democracia, es cierto, pero un periodismo de oficio, chapado a la antigua, cuyo secreto no está en adaptarse a los nuevos formatos –eso es evidente-, sino en salvaguardar la esencia de la profesión: buscar la noticia que interesa, confirmarla antes que nadie y ser el primero en publicarla. Y eso, tenga el formato que tenga, cueste el dinero que cueste, trate del tema que trate, siempre tendrá éxito.

Siempre, siempre, los formatos cambian, pero la esencia permanece. No me importa quién ni cómo me dé la noticia. Lo que espero del periodista es que esté dispuesto a mover el culo de su silla para encontrar aquello que nadie aún ha encontrado y para contármelo con veracidad. Mejor si lo que descubre tiene que ver con el destino de nuestras vidas y no sólo con las desventuras de nuestros ídolos.

Con periodistas así, uno puede dormir tranquilo, publiquen en papel o en digital, pues tendremos las condiciones de edificar un mundo capaz de iluminar lo importante, un mundo donde la vida se ensancha.

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