jueves, 16 de julio de 2009

Políticos y periodistas: relación promiscua / Pilar Rahola

En una conferencia de hace unas semanas en la Ramon Llull, titulada "Crisi i periodisme. El periodisme en crisi?", Josep Cuní atacó a la bestia de lleno. Desbrozando preguntas intencionadas y algunas sonoras reflexiones, Josep puso sobre la mesa el papel de la información en un mundo que tiende a la simplificación, la banalidad de Internet y la estrecha relación de la prensa con la política.

No cabe, en este acotado espacio, reproducir el hondo calado de una conferencia que representa un comprometido ejercicio crítico sobre la profesión del periodismo. Probablemente un hombre como él, que está por encima de las palmaditas en la espalda, las llamadas de políticos amigos, los premios oficiales y las zancadillas de los mediocres de turno, se puede permitir decirle al periodismo cuatro frescas.

Por supuesto, frescas educadas, al estilo de la casa Cuní, pero cuyo tiro con bala dan en la diana de las miserias de la profesión. Para muestra, este delicado botón: "Darrera del baix cost del periodista massa propens a l"afalac i el copet a l"esquena, hi trobaríem la tendència dels polítics d"incidir en excés en el món del periodisme per intentar controlar la notícia i el seu titular".

Pueden imaginarse que el resto de la conferencia no tiene desperdicio... Probablemente Josep Cuní no sea, solamente, uno de los periodistas más reputados. Es, además, un pensador del periodismo, una rara avis que planta su bandera en territorio de nadie, allí donde habita el sentido crítico y... el sentido común.

Aceptando, pues, el reto crítico de Josep, y con el punto de mira en la actualidad, tan sobrecargada con la pesada carga de la financiación, me parece pertinente continuar con su denuncia. ¿Qué está pasando estos días? Por supuesto, que tenemos un exceso de declaraciones, contradeclaraciones y todo el vaivén del verbo político que, lógicamente, se desata con un "habemus papam".

Parece que finalmente parió la burra, después de meses de embarazar a toda Catalunya, doña financiación ha llegado, con su discutido pan bajo el brazo. Llegan, con ella, los tiempos del balance, con todo tipo de comentarios periodísticos, que mayoritariamente no se encuadran en el análisis crítico, sino en la retórica del bando que uno u otro defiende.

Salvando algunas notables excepciones, la mayoría de los que escriben son tan previsibles, que uno sabe si salvará o atacará el acuerdo, antes de leer el artículo. Llega a tal punto la promiscuidad entre prensa y política, que escasean los analistas sin otra red, que su propia idea.

¿Será el miedo handkiano del portero al penalty? ¿O será que este país es tan pequeño, que políticos y periodistas son demasiado amigos y residentes en los mismos restaurantes, reuniones y fiestas de guardar? Será, y será por ello que algunos confunden la información con la propaganda.

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