sábado, 11 de julio de 2009

Se vende ética periodística (en tiempos de vacas flacas para la prensa)

WASHINGTON.- Unos panfletos en la redacción de The Washington Post destaparon una estrategia para "vender" acceso a cenas con la dueña del periódico, Katharine Weymouth, en las que reporteros, miembros de lobbies y políticos podían compartir información privilegiada, según desvela www.soitu.es

Una cena en casa de Weymouth daba acceso a información off-the-record —término periodístico para la información de contexto no atribuible a una fuente— para los reporteros, pero además ayudaba a los lobbies a influir a periodistas y políticos sin tener que concertar cita previa. A pesar de que estas reuniones son una tradición en el periodismo estadounidense, la novedad introducida por Weymouth y la razón del escándalo, está en que les puso un precio: entre 25.000 y 250.000 dólares.

Weymouth no puede presumir en la actualidad de estar tranquila por las cifras de ingresos que maneja. Pero, ¿ha puesto en riesgo la reputación de su publicación únicamente por sanear las cuentas de la empresa?

La misma dueña del periódico presuntamente está vendiendo la integridad de los reporteros que asistieron a una cena en su propia casa. Las investigaciones de la policía e internas (respectivamente) repartirán responsabilidades dentro de la compañía. Pero en el caso del Washington Post muchos ya hablan de uno de los golpes más duros a su reputación en muchos años.

De momento, su dueña, su director de contenidos y su defensor del lector han tenido que pedir perdón públicamente. Y la prestigiosa reunión, que debería haberse celebrado el 21 de julio, se ha cancelado. Lo que nadie ha aclarado aún es si esas cenas eran las primeras que se habían producido bajo el mandato de Weymouth. Ni tampoco han explicado cuál era el verdadero objetivo de éstas.

Las cenas de The Washington Post hacen sospechar que la firma de uno de los periódicos más prestigiosos de Estados Unidos ha servido para juntar en una misma habitación a miembros del Gobierno con grupos de presión que sólo buscan que se impulsen leyes para su propio beneficio. Los reporteros presentes podrían adelantar información sobre el próximo movimiento del Gobierno. Una información exclusiva a la que sólo ellos tendrían acceso porque la competencia, la misma que ha sacado a la luz los polémicos folletos, no está invitada.

En los próximos meses, la palabra 'exclusiva' podría despertar más dudas que curiosidad para los lectores de estas y otras publicaciones. Y si además existen pagos de por medio, puede que muchos prefieran conocer el "así se hizo" de una exclusiva antes de pagar por leerla. Los escándalos en Inglaterra y Estados Unidos llegan en el momento menos oportuno: un tiempo en que la prensa se aferra estos días a su reputación para seguir vendiendo ejemplares.

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