Mas el instinto le falló a Christian Poveda, un fotógrafo, documentalista y cineasta hispano-francés, que se había enamorado de El Salvador desde los años 80... Fue encontrado muerto en una desolada calle de tierra, 15 kilómetros al noreste de San Salvador, el 2 de setiembre. Tenía cuatro balazos en el rostro.
En todo caso, si tuvo temores, Poveda se los guardó. En cambio, fue consecuente hasta el final con su filosofía de “involucrarse a fondo con el objeto a documentar y ofrecerles honestidad total a los personajes”, como lo decía en sus ponencias.
Según semblanzas publicadas en diversos diarios y agencias de noticias, Poveda, de 54 años, empezó a trabajar en los años 80 como corresponsal de la revista Time en la guerra civil salvadoreña. Años después de la guerra, regresó con la intención de inmiscuirse en la médula del peligroso mundo de las maras. Comenzó documentando las crudas historias de mareros que estaban en la cárcel.
En el 2007, decidió ir más allá y logró ingresar en las propias guaridas de los pandilleros. “Para Poveda las desigualdades sociales, la desunión familiar o la pobreza, eran los principales motivos que empujaban a los jóvenes salvadoreños a ingresar en la mara .
Christian se acercó, mucho, se metió a fondo, conoció el núcleo, convivió con él, lo analizó, lo filmó. Todo con un gran respeto para poder mostrarlo con la mayor fidelidad. Logró por parte de La 18 que sus miembros le tuvieran una gran confianza”, narró su colega y amigo, el salvadoreño Édgar Romero en el sitio de actualidad soitu.es .
Tal llegó a ser la cercanía del documentalista con los pandilleros que en La Campanera, uno de los conflictivos barrios, era conocido como “el amigo”, según la policía salvadoreña.
Este lunes, un juzgado de El Salvador ordenó la detención de cinco pandilleros y un policía, acusados de la ejecución de Poveda. Esta habría sido ordenada porque el policía involucrado les dijo a los mareros que Poveda era informante de las autoridades, versión que ha sido desmentida. Además, se especula que la estructura jerárquica de La Mara 18 había cambiado últimamente y ya los líderes con los que intimó Poveda no estaban al mando.
Su muerte sacudió a un país acostumbrado a estadísticas diarias de entre 10 y 12 muertos, y que sufrió más de 75.000 víctimas mortales durante la guerra civil.
Con todo, sus colegas y amigos esperan que el sueño de Poveda se cumpla: que su documental, hoy hartamente promocionado –las copias piratas de la película se venden en cada esquina de San Salvador– destape la cruda realidad de las pandillas y genere acciones concretas de las autoridades, más allá de la simple condena de las acciones de los architemidos mareros .
http://www.nacion.com/proa/2009/septiembre/20/proa2093402.html
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