sábado, 28 de noviembre de 2009

Escándalo climático: periodistas, lecciones y bocazas

Ahora que los periodistas parecen haber empezado a medio enterarse, podemos hacer una paradiña y pillar perspectiva mirando más en general. Porque con este escándalo de los científicos climáticos resulta que la mayor sorpresa es la sopresa que ha causado. Veamos, ¿cuales son las “novedades” que hemos aprendido?

  1. El proceso de publicación de trabajos científicos sobre el clima está prostituido y sesgado por los calentólogos.
  2. Los principales científicos alarmistas -que son los que mandan en el IPCC, son más activistas de causa que científicos, y están haciendo mala ciencia conscientemente: “Palo de Hockey” y ocultamiento del Período Cálido Medieval; “Hide the decline”; gimnasia estadística para ocultar que las temperaturas no suben desde 1998 y que no lo pueden explicar; ocultación de datos y procedimientos científicos para impedir que sus trabajos se puedan replicar –entre ellos nada menos que las mediciones de la temperatura global misma.
  3. Desinformación masiva a cuenta de un supuesto consenso que no existe, y que solo lo pueden aparentar a base de silenciar al discordante en los medios públicos.

Ninguna broma. Estamos hablando del sabotaje de la base de la ciencia, tal como la conocemos desde Galileo. Y estamos hablando de algo que se ha hecho a plena vista de todos. No hay disculpa para la sorpresa. No en alguien cuyo trabajo se supone que consiste en enterarse e informar.

¿Por qué no ven los periodistas lo que tienen delante de los ojos? Es difícil pedir más posibiliades de información de la que ya tienen. Pero, ¡pobres periodstas!, no se habían enterado.

A pesar del sesgo y del bloqueo en las principales revistas científicas, hoy se puede seguir en vivo lo que discuten los científicos, y sin filtros, desde sus propias teclas. Y en sitios donde pueden ser rebatidos, o en sitios donde se censuran las opinioes contrarias –que ya es por sí mismo un gran síntoma de quien es transparente y quien tiene cosas que ocultar. Está a huevo:

  • Real Climate, donde escriben buena parte de los capos científicos del IPCC -ahora en pleno proceso de escándalo, y que ocasionalmente deja colar alguna discusión instructiva.
  • Climate Audit, donde escribe McIntyre, y otros estadísticos de relieve, que denunciaron primero la farsa de “Palo de Hockey” y muchas reconstrucciones paleoclimáticas, y después la denegación generalizada de datos para la réplica de esos trabajos científicos..
  • Watts Up With That, desde donde se ha demostrado la poca fiabilidad de los datos de temperatura, y participan muchos científicos de primer nivel.
  • Pielke, ni escéptico ni alarmista, pero de gran prestigio, y probablemente el científico con más amplia perspectiva sobre el efecto conjunto de las acciones humanas en el clima.
  • Spencer, que mide la temperatura global desde los satélites, y con muchos trabajos sobre los problemas nucleares de la tesis CO2 / fin del mundo
  • Lucía Liljegren, ni escéptica ni alarmista, y brillante divulgadora estadística de las tendecias de temperatura global y su comparación con los modelos.

Con esos blogs, y seis o siete horas al mes, hace mucho que bastaba y sobra para saber, sin la menor duda, que: a) el sistema de publicación de la ciencia está pervertido, b) los científicos líderes del IPCC son antes mamporreros activistas que científicos y c) lo del “consenso” no es más que un deseo que intentan forzar, sin pararse en brutalidades. Así que no debería de haber habido la menor sorpresa con el escándalo de estos días. No es más que la confirmación de lo que ya conocía cualquiera que se hubiera molestado en mirar. Y ya que los que dicen que no hay discusión afirman también que se trata del mayor problema de la humanidad, ¿es mucho pedir que traten de averiguar si hay o no hay discusión?

Estaba, y está, a la vista de todos. Porque se puede discuir sobre el fundamento de la tesis alarmista -y el de sus modelos, y el fundamento de las críticas que recibe. Pero no se puede discutir que hay una discusión. Y cualquiera con dos dedos de frente y un mínimo de honradez intelectual puede comprender que cuando unos científicos se permiten llamar “deniers” (negacionistas) a otros, en remembranza de los filonazis que negaban el holocausto, estamos ante un problema muy gordo que se ha salido de los cauces de la ciencia. Porque al final, el problema de la información respecto a la discusión del cambio climático, no es más que un problema de honradez intelectual.

Afortunadamente los supuestos periodistas lo tienen mucho más difícil que los políticos. El sistema es mucho más fácilmente sustituible. Y en ello estamos. ¿Habrá suerte, y cuando caiga la primera carta, arrastrará tras sí el resto del castillo de naipes? Menos mal que soñar es gratis.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Saludos, y gracias por la cita.

No sé si será útil -si se entiende fácil, o no. Pero por si acaso, un intento de explicación sencilla de la importancia del famoso "palo de hockey" y otras reconstrucciones paleoclimáticas:

Resumen-guía para situarse con el “palo de hockey” y la tropa de Mann.