domingo, 31 de mayo de 2009

¿Crisis del periodismo? Un Pulitzer apuesta por internet


MADRID.- Un niño negro famélico, rodeado de miseria, agarra a su madre con sus debilitados brazos, intenta que se reponga de un desmayo. Esa estremecedora fotografía de Javier Bauluz —realizada en un campo de refugiados de Zaire en 1995— le valió el premio Pulitzer. Es el único español que lo tiene y hoy hemos hablado con él con motivo del lanzamiento de su nuevo proyecto: Piraván.

El lema de esta plataforma de comunicación digital es toda una declaración de intenciones: 'Información humana por todos los medios'. Bauluz nos cuenta, con una pizca de ironía, que se trata de un "intento de refundar el periodismo". Suena ambicioso, pero los argumentos de este curtido periodista son sólidos.

Cree que hoy no tiene sentido invertir en una rotativa o en un costoso canal de televisión. "Las ventajas de internet están al alcance de todo el mundo", explica este viajero incansable que pretende poner su grano de arena para que "los periodistas recuperemos nuestro oficio (...) y hagamos una información veraz e independiente, un servicio público que no esté sometido a poderes políticos".

Objetivo: Informar sobre el terreno

El intenso currículum de Bauluz delata que ha trabajado con muchas de las grandes cabeceras de la prensa internacional, a las que denuncia con rotundidad por practicar lo que hoy ellas mismas critican. Para él los viejos medios tradicionales "han perdido el norte". Niega uno de los argumentos que los dinosaurios del periodismo usan para criticar la viabilidad de los nuevos medios digitales: no es posible cubrir información sobre el terreno sin una gran empresa detrás.

Este ha sido uno de los argumentos de la controvertida crítica que hace poco lanzaba Le Monde en su edición impresa contra los medios digitales, a los que acusa de ser meras correas de transmisión de los despachos de agencia. El artículo fue contestado en Rue 89 —medio hermano de soitu.es en Francia—. Mathieu B. de Taillac, corresponsal en España de Radio France, analiza este encendido debate en su blog.

También David Plotz —director de Slate— explicaba hace poco en soitu.es una de sus grandes recetas: Pasar dos meses fuera de la redacción para recuperar el periodismo. Este medio -que hoy supera en la red a las ediciones digitales de algunos de los grandes tótems del periodismo estadounidense- practica ya con éxito esta fórmula.

Por su parte, Javier Bauluz pone el dedo en la llaga al hablar del caso de las informaciones internacionales de AP y Reuters. Con el material que estas agencias difunden los grandes medios cubren el 80 por ciento de las noticias internacionales, y 'ahora ya hay bastantes que se dejan de baja de una de ellas'.

Pone también el ejemplo de como nadie está informando de la grave situación que hay al otro lado de la frontera española en Melilla. Pese a la cercanía de este punto caliente, casi nadie viaja a la zona para hablar de lo que está sucediendo.

Buscando a los protagonistas

El gran objetivo de Piraván es contar con los "nuevos y viejos talentos" para hacer un "periodismo de calidad (...) hecho por periodistas" y "poner el foco en los nadies", a los que Bauluz define citando a Eduardo Galeano: "Son los que valen menos que la bala que los mata". Para el impulsor de esta plataforma digital uno de los grandes males que azotan hoy a la información son las cifras, las estadísticas, los números. Hay que buscar a los protagonistas de la información.

Pero más allá de las palabras están los hechos y en Piraván predican con el ejemplo. En su web podemos encontrar documentales en vídeo, reportajes fotográficos, informaciones radiofónicas, y textos firmados en numerosos países de Europa, África, y América que abordan toda clase de temas olvidados por la agenda de los grandes medios. Un material que se complementa con el publicado en el blog hermano P+DH.

Entre estos trabajos se encuentran algunos tan impresionantes como el documental 'La patera de los niños', en el que Lydia Molina viaja a Marruecos para poner nombres, apellidos y rostro a las víctimas de la patera que naufragó en Lanzarote el pasado mes de febrero. El código ético que se encuentra detrás de estas informaciones está recogido en el Manifiesto Periodismo y Derechos Humanos, un texto apoyado por nombres como los de Ramón Lobo, Enrique Meneses, y el propio Javier Bauluz.

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'The New York Times' y el futuro del Periodismo

MADRID.- Buenas noticias que llegan por debajo de la falda de La Dama Gris ("The Gray Lady"). Mercedes Gallego se mete en el New York Times y nos lo cuenta en un reportaje titulado 'El mejor periódico del mundo', que se ha publicado hoy en los periódicos de Vocento.

Este tipo de historias son muy necesarias, más allá de la crisis, del apocalipsis y del arrikitaun. Si la Prensa está en crisis, se agradece que The New York Times cuente lo que hace y cómo lo hace para sobrevivir. Y que las palabras se traduzcan en hechos.

Veamos. Sinceramente, tiempo para hacer Periodismo, cuidar a tus profesionales y considerarlos imprescindibles, respetar su trabajo y sacarlos de las redacciones para que husmeen la calle, sus despachos y rincones prohibidos, adaptarse a las nuevas situaciones y cambiar con ellas en vez de rechazarlas, abrazar la tecnología como la mejor aliada y gastarse el dinero en el Periodismo me parece una receta que como no tiene en absoluto el valor de la innovación sí tiene sin embargo el tremendo esfuerzo de la persistencia, de la creencia en los buenos y viejos valores de un oficio que vivirá más allá del negocio.

1.-Tiempo para los temas

"Un reportero nuestro se puede pasar un mes o un año trabajando en un tema», nos cuenta". Y mientras el fotógrafo sigue apretando el botón sin parpadear, a esta corresponsal le rechinan los dientes de pura envidia.

2.-Los periodistas son sagrados

Pero como dijo su director, Bill Keller, al celebrar el último lote de Pulitzers, mientras la crisis ha convencido a muchos de que no pueden seguir gastando en periodismo de investigación o enviados especiales, «este periódico ha decidido que no se puede permitir hacer esos recortes». «Preferimos reducir ejecutivos que gente de la Redacción», añade Berke. «No creemos que tenga sentido comprometer la línea de nuestro periodismo. Nuestra supervivencia en los malos tiempos se ha basado en un gran periodismo. Si empiezas a eliminar periodistas te puedes meter en problemas al perder calidad, y con ello lectores. Los que lo hacen cumplen sus propios augurios».

3.-El valor de la calle

"Las mejores historias vienen de los reporteros que están ahí fuera hablando con la gente, en lugar de nuestros editores tratando de soñar las cosas desde aquí», asegura Berke.

4.-Adelantarse al futuro

Disponen de toda un departamento audiovisual para grabarlos y entrenarlos, pero lo verdaderamente apasionante es la llamada 'Sala de las invenciones', que sigue siendo un misterio hasta para el propio director adjunto. En esa última planta, un chico con gafas de concha y camisa a cuadros que parece una versión de Bill Gates juega con aparatos electrónicos para adelantarse al futuro. Nick Bilton le llama «el periódico 2.0». Su misión empieza con educar a jefes y compañeros en la próxima generación de aparatos electrónicos como lectores digitales o GPS que ponen fecha y lugar al material que los reporteros suben a la web desde cualquier parte del mundo.

5.-Aplicar la tecnología al periódico

Mientras, su equipo explora los prototipos que le envían empresas del tamaño de Sony o Kindle, dispuestas a trabajar con ellos para encontrar la mejor aplicación a los periódicos. En lugar de correr detrás de la tecnología como el resto del mundo, ellos la hacen a medida. «Estamos explorando un millón de posibilidades», presume Burke, que cree en la tecnología pero apuesta por lo seguro.

6.-El dinero se gasta en Periodismo

«El éxito de este periódico es que estamos comprometidos a tener los mejores reporteros, los mejores escritores y a gastar el dinero en cubrir el mundo de forma muy ambiciosa. Poca gente se gasta millones de dólares en cubrir la guerra de Irak».

PD.No os perdáis tampoco este magnífico reportaje: 'The Renegades at The New York Times'.


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El mejor periódico del Mundo

NUEVA YORK.- Una hilera de historias enmarcadas junto a las fotos de sus orgullosos autores cubre todo un muro de 'The New York Times' (NYT) y casi un siglo de oro para el periodismo. Estamos ante la mayor colección de premios Pulitzer del mundo. Nadie más puede presumir de 101 Pulitzer, que a pesar de todos sus lunares sirven de baremo para convertirlo en el mejor periódico del mundo, se relata en 'Ideal'.

«Ahora vamos a tener que moverlos para hacerle sitio a los de este año», observa nuestra guía, Stephanie Russel. Los últimos cinco le han descuadrado la exposición. Aquí todo es a lo grande. El rascacielos de 52 plantas en Manhattan, estrenado hace dos años, alberga a toda la corporación en las primeras 27 plantas y deja las nubes para otras firmas a las que no les importa esconderse bajo la sombra del tercer periódico de EE UU.

Porque, pese a todo su poder, su presencia global y su más de un millón de ejemplares diarios, tiene que conformarse con el tercer puesto en circulación después de 'USA Today', con verdadero alcance nacional, y 'The Wall Street Journal'.

Por un dólar y medio, el quiosquero te da la bolsa gratis desde el viernes para llevarte a casa un periódico que al peso presume en Twitter de ser la mejor ganga de la ciudad. La mitad que un café de Starbucks entre semana, pero capaz de lanzar un restaurante a la fama con sólo mencionarlo en una de sus páginas.

Desde ellas, el columnista Paul Krugman ha ganado el Nobel de Economía. Su voz discrepante es una pesadilla para el Gobierno de Obama. No tanto como lo fue para el de Bush. El ex vicepresidente Dick Cheney todavía rumia en público los dolores de cabeza que le provocó el periódico al publicar «secretos que sólo pueden ayudar a Al-Qaida», se quejó la semana pasada. «Impresionó al comité de los Pulitzer, pero maldito sea el servicio que le hizo a este país».

De aquel litigio de 2005, el propio presidente George W. Bush suplicó a la cúpula del rotativo que no publicase la intervención de llamadas telefónicas sin orden judicial. 'The New York Times' ganó un Pulitzer por esa historia, que sirvió para abrir una investigación en el Congreso.

La dinastía de los Ochs-Sulzberger, que aún posee el control accionarial, está acostumbrada a recibir presiones del poder desde la fundación del diario, en 1896. Y si no sucumbe ante los demócratas, con los que comparte ideología, menos con los conservadores republicanos, que lo demonizan como el prototipo de periódico liberal, en su sentido más peyorativo y menos económico.

Es esta influencia la que explica su poder, más que las cifras de circulación. El millón de ejemplares diarios que imprime supone poco más del doble que el periódico de mayor tirada en España. Y es que la población de EE UU, siete veces mayor, reparte sus preferencias entre la friolera de 395 cabeceras. Por eso, lo que intenta reflejar el impresionante vestíbulo modernista de su sede, donde relampaguean aleatoriamente retazos de noticias, es su prestigio. Todo de diseño, algo así como entrar en el MoMA.

No es fácil atravesar el umbral de tornos y guardias de seguridad. Ha costado un mes de gestiones con el departamento de relaciones con otros medios. El resultado son 20 minutos en el despacho de Richard L. Berke, director adjunto de un diario cuyo éxito está en la apuesta por la calidad. «Un reportero nuestro se puede pasar un mes o un año trabajando en un tema», nos cuenta.

Y mientras el fotógrafo sigue apretando el botón sin parpadear, a esta corresponsal le rechinan los dientes de pura envidia. La preocupación de Berke es diseñar una primera página en la que no haya «demasiados reportajes de investigación, sino una buena mezcla». Con 26 corresponsalías, sus titulares pueden contentarse con publicar una vez al mes.

Un total de 1.300 personas componen la plantilla de informadores. No figuran en esa cifra sus numerosos y prestigiosos colaboradores. A mediodía, la Redacción central está casi vacía. Como en los buenos periódicos, sus reporteros están en la calle. «Las mejores historias vienen de los reporteros que están ahí fuera hablando con la gente, en lugar de nuestros editores tratando de soñar las cosas desde aquí», asegura Berke.

La apuesta parece difícil de mantener en un negocio en crisis, con despidos masivos y desaparición de muchas cabeceras históricas. Pero como dijo su director, Bill Keller, al celebrar el último lote de Pulitzers, mientras la crisis ha convencido a muchos de que no pueden seguir gastando en periodismo de investigación o enviados especiales, «este periódico ha decidido que no se puede permitir hacer esos recortes».

«Preferimos reducir ejecutivos que gente de la Redacción», añade Berke. «No creemos que tenga sentido comprometer la línea de nuestro periodismo. Nuestra supervivencia en los malos tiempos se ha basado en un gran periodismo. Si empiezas a eliminar periodistas te puedes meter en problemas al perder calidad, y con ello lectores. Los que lo hacen cumplen sus propios augurios».

Según su cálculo, la mayoría de sus periodistas ganan más de 100.000 dólares (71.000 euros ) al año. No visten de traje y corbata, como los del 'Wall Street Journal', sino en un estilo más moderno y desenfadado como el de Russell Crowe y Rachel McAdams en 'State of Play'. En la cafetería con mejores vistas de la zona el menú también parece de diseño. No es el rancho que se ve habitualmente en el comedor de las empresas, sino ensaladas con nueces y queso de cabra.

Toca guardar la línea ahora que también hay que ponerse delante de la cámara para la página web. Disponen de toda un departamento audiovisual para grabarlos y entrenarlos, pero lo verdaderamente apasionante es la llamada 'Sala de las invenciones', que sigue siendo un misterio hasta para el propio director adjunto.

En esa última planta, un chico con gafas de concha y camisa a cuadros que parece una versión de Bill Gates juega con aparatos electrónicos para adelantarse al futuro. Nick Bilton le llama «el periódico 2.0». Su misión empieza con educar a jefes y compañeros en la próxima generación de aparatos electrónicos como lectores digitales o GPS que ponen fecha y lugar al material que los reporteros suben a la web desde cualquier parte del mundo.

Mientras, su equipo explora los prototipos que le envían empresas del tamaño de Sony o Kindle, dispuestas a trabajar con ellos para encontrar la mejor aplicación a los periódicos. En lugar de correr detrás de la tecnología como el resto del mundo, ellos la hacen a medida.

«Estamos explorando un millón de posibilidades», presume Burke, que cree en la tecnología pero apuesta por lo seguro. «El éxito de este periódico es que estamos comprometidos a tener los mejores reporteros, los mejores escritores y a gastar el dinero en cubrir el mundo de forma muy ambiciosa. Poca gente se gasta millones de dólares en cubrir la guerra de Irak».

Es la oportunidad para deslizar una pregunta delicada. «¿Cómo es que el mejor periódico del mundo se tragó el cuento de las armas de destrucción masiva?». Berke se revuelve nervioso en la mesa. «Tuvimos algunos reporteros y editores que no fueron lo suficientemente escépticos con la posición del Gobierno», reconoce. Judith Miller es la cara pública de ese fallo colectivo que Berke asume.

«No le quiero echar la culpa», dice de la tan galardonada periodista que defendió la existencia de armas de destrucción masiva en Irak. «Nosotros dejamos que ocurriera. Publicamos sus artículos».

¿Tal vez NYT estaba demasiado involucrado con el poder? «No lo sé, escribimos algo al respecto en un editorial», ataja. «Mira, lo que hicimos no tiene excusa, pero también tuvimos algunas historias buenas sobre Al-Qaida y lo que estaba ocurriendo».

¿Cree que un periódico de su influencia con un papel público en la sociedad fue de alguna manera responsable de esa guerra? «No creo que se nos pueda culpar. No fue sólo NYT el que la defendió, sino que había un consenso general. Lo siento, pero todo el mundo se está yendo a un almuerzo en el que debería estar yo».

Se disculpa. «Siento cortarte, llámame si tienes más preguntas». Coge la cartera y nos deja a toda velocidad con una instantánea fugaz.

Cuando éramos honrados mercenarios / Arturo Pérez-Reverte

Eché los dientes profesionales al principio de los setenta, dando tumbos entre lugares revueltos y un periódico de los de antes; cuando no existían gabinetes de comunicación, correo electrónico ni ruedas de prensa sin preguntas. En aquel periódico, los reporteros buscaban noticias como lobos hambrientos, y se rompían los cuernos por firmar en primera página.

Se llamaba Pueblo, era el más leído de España, y en él se daba la mayor concentración imaginable de golfos, burlangas, caimanes y buscavidas por metro cuadrado. Era una pintoresca peña de tipos resabiados, sin escrúpulos, capaces de matar a su madre o prostituir a su hermana por una exclusiva, sin que les temblara el pulso. Y que a pesar de eso –o tal vez por eso– eran los mejores periodistas del mundo.

Nunca aprendí tanto, ni me reí tanto, como en aquel garito de la calle Huertas de Madrid, que incluía todos los bares en quinientos metros a la redonda. Algo que no olvidé nunca es que los periodistas –los buenos reporteros, sobre todo– corren juntos la carrera, ayudándose entre sí, y sólo se fastidian unos a otros en el esprint. Ahí, a la hora de hacerse con la noticia y enviarla antes que nadie, la norma era –supongo que todavía lo es– no darle cuartel ni a tu padre.

Eso no excluía el buen rollo, ni echar una mano a los colegas. Los directores y propietarios de radios y periódicos tenían sus ajustes de cuentas entre ellos, pero a la infantería esa murga empresarial se la traía bastante floja. Hasta con los del ultrafacha diario El Alcázar nos llevábamos bien, y cuando estábamos aburridos en la redacción y telefoneábamos diciendo «¿El Alcázar? Somos los rojos. Si no os rendís, fusilamos a vuestro hijo», reconocían nuestra voz y se limitaban a llamarnos hijos de la gran puta.

Eran otros tiempos. Y nosotros, a tono con ellos, éramos cazadores de noticias de primera página, conscientes de que la vida nos había llevado a Pueblo como podía habernos llevado a La Vanguardia, Ya, Arriba, Diario 16 o –ignoro si había uno– el Eco de Calahorra. Sabíamos incluso que un día u otro, por azares de la vida, podíamos ir a parar a cualquiera de ellos. Cada cual tenía sus ideas particulares, por supuesto; pero estamos hablando de periodismo. De pan de cada día y de reglas básicas. Éstas incluían aportar hechos y no opiniones, no respetar en el fondo nada ni a nadie, y ser sobornables sólo con información exclusiva, mujeres guapas –o el equivalente para reporteras intrépidas– y gloriosas firmas en primera.

En el peor de los casos, los jefes compraban tu trabajo, no tu alma. Ser periodista no era una cruzada ideológica, sino un oficio bronco y apasionante. Como habría dicho Graham Greene, Dios y la militancia política sólo existían para los editorialistas, los columnistas y los jefes de la sección de Nacional. A ellos dejábamos, con mucho gusto, la parte sublime del negocio. El resto éramos mercenarios eficaces y peligrosos.

Con tales antecedentes, comprenderán que ahora, a veces, largue la pota. Es tan perversa la política actual que la frontera entre información y opinión, alterada en las últimas décadas por un compadreo poco escrupuloso con los partidos y la gentuza que en ellos medra, se ha ido al carajo. Contagiados del putiferio nacional, algunos periodistas de infantería se curran hoy el estatus sin remilgos. Tal como está el patio, según el medio que les da de comer, se ven obligados a tomar partido, de buen grado o por fuerza, alineándose con la opción política o empresarial oportuna.

Antes podían manipularte un titular o un texto; pero al menos lo defendías como gato panza arriba, ciscándote en los muertos del redactor jefe, que además era amigo tuyo. Un buen periodista podía pasar sin despeinarse de Arriba a Informaciones, o al revés. Lo redimía el higiénico cinismo profesional. Ahora, el salario del miedo incluye succionar ciruelos con siglas e insultar a los colegas como si la independencia personal fuera incompatible con el oficio. Secundar a la empresa hasta en sus guerras y disparates.

Así, redactores culturales que antes sólo hablaban de libros o teatro escriben también columnas de opinión donde atacan a este partido o defienden a aquél; y hasta el becario que trajina noticias locales debe meter guiños en contra o a favor, demostrando además que se lo cree de verdad, si quiere seguir empleado. El otro día me quedé patedefuá cuando, en el programa del tiempo de una televisión privada, su presentador –meteorólogo o algo así– introdujo un chiste político a favor de la empresa donde curra.

También resulta educativo comprobar que dos o tres columnistas de un prestigioso diario afecto al actual Gobierno, hasta ayer mismo dispuestos a tragárselo todo, han bajado unánimes, como un solo hombre y una sola mujer, el incienso a un punto más tibio, adoptando cautas distancias desde que la página editorial de su periódico empezó a incluir críticas hacia el presidente Zapatero. Obligaciones de empresa aparte, los hay también que nunca pierden ningún tren, porque corren delante de la locomotora.

Curioso noticiero al aire libre montó un periodista colombiano que se quedó sin empleo en Sucre

BOGOTÁ.- El sonido de los parlantes usados por Luis Gómez cubre apenas tres cuadras a la redonda, pero su 'Panorama Informativo' es un éxito en pauta. Entrevista a funcionarios y la gente se sienta alrededor a escucharlos, según revela el diario colombiano 'El Tiempo'.

Una sencilla mesa de madera y dos bancos de plástico prestados son toda la infraestructura de la particular emisora del periodista Luis Gómez Pérez, que funciona al aire libre, en pleno parque de Corozal (Sucre), y que no se sintoniza en ningún radio sino que se transmite por unos parlantes, encaramados en un Renault 4.

Pérez, que trabajaba en La Voz de Corozal, armado de audífonos, micrófono y grabadora, se ubica de lunes a viernes, a las 8 de la mañana, en el bulevar Aníbal Badel, frente a la Alcaldía Municipal y a un costado de la iglesia central, para desde allí informar a su comunidad los últimos acontecimientos noticiosos.

"La idea loca", como él cataloga la difusión de su noticiero 'Panorama Informativo', surgió a raíz del cierre de la emisora La Voz de Corozal, de propiedad de la familia Martelo Martelo, que fue sancionada por el Ministerio de Comunicaciones por el vencimiento de documentos.

Gómez, de 51 años, se quedó sin trabajo, al igual que otras 24 personas, entre periodistas, controles y programadores de la emisora, que llevaba 45 años al aire.

"Se me ocurrió la idea de contratar el Chin, un carro de perifoneo bastante reconocido en Corozal, que cobra 20.000 pesos por hora, para evitar la desaparición del espacio informativo. Claro que a mí me deja la hora a 10.000", afirma.

La acogida entre los colegas ha sido tal que todos los periodistas que tenían espacios en La Voz de Corozal se sumaron a Radio Chin, como es conocido ahora el sistema de perifoneo.

"Todos hacen su aporte porque se dieron cuenta que la gente recibió bien la metodología de hacer el noticiero en la plaza principal. Ahora cuento con el apoyo logístico informativo y moral de Ramiro Lora Aldana, Jorge Cuello, Aida Barreto, Nadith Sandoval y Ángela Gómez Quiroz", asegura el periodista.

La aglomeración del público y 'pescar' a los funcionarios públicos que pasan por el lugar, le ha dado un tinte particular a Radio Chin, que ha sido bien recibida por la gente.

"Por lo novedoso, esto ha cautivado la atención de todos. El que pasa se queda; otros se sientan desde temprano a esperar que empiece el noticiero y hasta los funcionarios de la Alcaldía se ven asomados en las ventanas", dice Mario Paternina Payares, seguidor del espacio radial, que se ha mantenido durante 25 años.

La aceptación ha sido tal que hasta el cura de la iglesia decidió posponer la celebración eucarística de los jueves, día en que se realiza la exposición del Santísimo, para darle tiempo a la gente de escuchar el noticiero.

El noticiero también ha pegado entre los anunciantes, que pasaron de 12 a 15, pues consideran que ha sido una idea brillante, ya que ahora saben que la promoción de sus negocios va dirigida de manera directa a un público tangible.

"Luis me comentó lo que pensaba hacer para que el espacio no decayera y decidí mantener mi publicidad. La idea ha sido fabulosa y creo que mi negocio está siendo bien publicitado. Hay muchísima gente reunida a alrededor del Chin y mucha otra que desde sus trabajos o casas escucha el nombre de mi negocio", afirma complacido Carlos Tobío Villalba, propietario de un almacén de variedades.

Para Lucy Verbel, gerente de Serviaseo, que también pauta en el espacio radial al aire libre, la idea de Luis la ha beneficiado. "El perifoneo es escuchado alrededor de tres cuadras", indica.

"La gente me ha llamado para incluirlo dentro de los anuncios comerciales", cuenta emocionado Gómez.

Algunos veteranos de la radio consideran que se ha regresado 60 años atrás, pero aseguran que Radio Chin sigue siendo una alternativa ante el cierre de la emisora.

"El sistema está bien, pero habría que masificarlo. Llevarlo a los barrios", dice el periodista Cristóbal García Enamorado.

Teniendo en cuenta los consejos de sus simpatizantes, Gómez tiene proyectado para la próxima semana grabar el noticiero y mediante el móvil transmisor de La Voz del Chin va a amplificarlo en todos los barrios de Corozal.

"Corozal se merece estar informado de lo que sucede diariamente. Siento que tengo un compromiso no solo personal, sino con mis oyentes y los clientes que me siguen desde hace 25 años", dice el periodista.

La Asociación de la Prensa de Málaga homenajea a la de Cádiz

MÁLAGA.- La Asociación de la Prensa de Málaga, por medio de acuerdo unánime de su Junta Directiva en su reciente sesión de mayo, ha acordado otorgar la Medalla de Honor -su máxima distinción actual-, a sus homólogas en Cádiz y Sevilla, con motivo de la celebración de sus 100 años de historia.

Así, mediante dicho acuerdo, se deja constancia de que esta distinción se otorga "tanto por la dilatada trayectoria de una gran labor desarrollada durante un siglo por cada una de estas asociaciones, así como por la trascendental aportación de cada una al periodismo y a los periodistas andaluces en ese periodo de tiempo, con un elevado sentido del compañerismo y un sincero deseo de promoción y defensa de la profesión periodística en general", según destacaron desde la asociación malagueña por medio de un comunicado.

Precisamente, la Medalla de Honor como distinción especial de la Asociación de la Prensa de Málaga, fue creada en 2005 con el objetivo de conmemorar los primeros 100 años de historia de la misma. Esta entidad es la decana de Andalucía y una de las tres más veteranas de España.

Con respecto a la Asociación gaditana, viene celebrando diversas actividades este año para conmemorar su centenario.

La APLP dice que hay libertad de expresión restringida en Bolivia

LA PAZ.- La Asociación de Periodistas de La Paz (APLP) advirtió que la libertad de expresión “existe de manera restringida” en Bolivia, porque está “constantemente amenazada de palabra y obra por sectores instigados desde algunos niveles de poder”. Criticó la forma en que el Gobierno generalizó el martes las denuncias contra el trabajo de los medios.

La APLP expresó su posición a los tres días de la reunión entre los representantes de la Sociedad Interamericana de la Prensa (SIP) y el presidente Evo Morales en el Palacio Quemado.

En ese encuentro, el vocero Iván Canelas; el ministro de la Presidencia, Juan Ramón Quintana, y el viceministro de Coordinación con los Movimientos Sociales, Sacha Llorenti, mostraron varios ejemplos de supuesta tergiversación de la información en periódicos y televisoras privadas.

Por su parte, el Jefe de Estado dijo que los periodistas de La Paz parecen “pollos de granja”, porque “cuando tienen que preguntar, todo el mundo grita”, y pidió educarlos.

El presidente de la SIP, Enrique Santos, reconoció que en el país hay libertad de expresión, pero advirtió de que hay un “ambiente de polarización” que puede resultar “lesivo para la libertad de prensa, porque en ese tipo de atmósfera la primera víctima suele ser la libertad de prensa”.

En este contexto, la APLP manifestó su posición en un comunicado, en el que además subraya que la “libertad de expresión no es una prerrogativa exclusiva de los medios de comunicación, menos de los que coyunturalmente los dirigen”.

Inmediatamente, la entidad colegiada puntualizó que la libertad de expresión es “el derecho que todos y cada uno de los ciudadanos del país tiene a estar bien informado”.

También expresó su “repudio por la forma en que el Gobierno generaliza sus denuncias al trabajo de los periodistas, ésta se convierte en una visión poco equitativa de la realidad, y en una afrenta al trabajo de la prensa nacional”. Además, exigió a todos los niveles gubernamentales e instancias estatales “que se respete y garantice el trabajo de cobertura periodística sin discriminación alguna”.

En este mismo sentido, la APLP afirmó que “no ignora que existen periodistas y medios de comunicación que fomentan la mala práctica profesional del periodismo y que esta situación conflictiva tiene origen y es alentada por diferentes intereses”.

Canelas promete no despedir

El vocero de la Presidencia, Iván Canelas, prometió que no echarán de su fuente laboral a los periodistas de los medios estatales que utilicen la columna sindical para criticar al presidente Evo Morales o su gestión gubernamental.

Cuando la red Erbol consultó al vocero si los periodistas de los medios estatales que se animen a opinar en contra del Ejecutivo conservarán su fuente de trabajo, respondió: “Existe libertad de expresión; si tienen pruebas, son responsables y saben escribir sin ajos ni cebollas, pueden hacerlo”.

Aseguró que el decreto sobre la columna sindical aprobado por el Gobierno ya está vigente en los medios estatales y que su aplicación depende de los periodistas.

“Lo único que esperamos es que los periodistas escriban y si desde 1970 se ha perdido (la columna sindical), es por la falta de uso que hicieron de ese espacio los mismos periodistas. Entonces, de lo que se trata es de motivar a que escriban y usen su libertad de opinar”.

Fundalex deplora agresión sin paralelo a periodistas mexicanos

MÉXICO.- La Fundación para la Libertad de Expresión (Fundalex) lamentó la agresión sin paralelo hacia los periodistas en tiempos recientes, y manifestó su indignación por la ineficiencia y desatención de los poderes públicos para castigar a los atacantes.

De 2000 a la fecha se han acumulado ya 50 crímenes contra reporteros, el último fue el de Eliseo Barrón, del diario La Opinión-Milenio, en Torreón, dijo.

Fundalex subrayó que estos actos y la total impunidad con la que se comenten sumen al país en una espiral que día a día acota la libertad de expresión y amenaza convertir al país en un pueblo desinformado y sin voces críticas.

Refirió que durante este año han sido asesinados los comunicadores Luis Daniel Méndez Hernández, en Veracruz; Jean Paul Ibarrra Ramírez, en Guerrero; Carlos Ortega Samper, en Durango, el 3 de mayo, y, el más reciente, Eliseo Barrón.

Los medios sostienen que Evo Morales cayó en la soberbia

LA PAZ.- Según jefes de prensa y directores de medios de comunicación, el presidente Evo Morales actuó con soberbia y mantuvo su ataque a la prensa en la reunión que tuvo con cinco representantes de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP).

El jefe de Redacción del periódico paceño La Prensa, Carlos Morales, manifestó que el informe presentado por el mandatario fue “parcializado e impreciso y tiene algunos elementos atendibles, pero, en general, no demuestra nada porque es un repunte de los titulares de prensa y spots de Tv. No es un análisis serio, es un análisis político”.

Especificó que después del encuentro con los delegados de la SIP, volvió a atacar a los periodistas y “no ha dado un paso atrás en la forma de discriminar a los periodistas paceños”. En ese sentido, dudó que mejoren las relaciones porque “habla con enorme soberbia, habla de tolerancia como haciéndonos un favor”.

El miércoles por la tarde, por cerca de dos horas, el mandatario sostuvo una reunión informativa con representantes de la SIP. En el encuentro se mostró víctima de los medios de comunicación por el tratamiento informativo.

El director del diario orureño La Patria, Pedro Glasinovic, calificó al informe de un documento “a medias verdades. Parece que el Presidente, al llegar al poder, perdió la memoria de los hechos históricos del país y que el haber llegado a la presidencia le debe a los periodistas. Siempre fuimos honestos con él, le dimos toda la cobertura y da la impresión de que, estando en el poder, él y sus cercanos se volvieron en inquisidores. Sólo ellos tienen la verdad, son soberbios y a los periodistas nos tildó de opositores”.

Indicó que la visita de la SIP le dio una lección de humildad y dijo que mejorarán las relaciones entre el Gobierno y la prensa porque Morales es “impredecible, depende del humor con que se levante para que empiece a atacar a los periodistas”.

Una opinión más optimista la tiene el jefe nacional de la cadena de televisión Unitel, Juan José Espada, quien destacó el inicio de un diálogo. Dijo que a partir de esto se podría recomponer la relación con la gente de la prensa. “Lo importante es que empezó el diálogo, hay que destacar que haya mostrado la voluntad de recibir a los delegados de la SIP, eso es bueno. El diálogo nos va a ayudar a allanar cualquier camino”.

El jefe de Redacción del periódico cochabambino Los Tiempos, Alcides Flores, dijo que Morales no cambió de lenguaje y que indirectamente atacó a la SIP al decir “a ver si tienen ética. Al Presidente nadie le va a quitar su hábito de atacar a los medios de comunicación, en el fondo tiene un objetivo: debilitar a los medios independientes, está en esa línea y va a mostrar la misma postura. Planteó que la SIP cambie y también los periodistas”.

Añadió que el mejorar las relaciones con el primer mandatario depende de los periodistas porque Morales no dará un paso en esa línea.

Ser periodista / Jorge Ramos Ávalos

En México, Guatemala y Venezuela hay periodistas que hacen las preguntas incómodas y las investigaciones a fondo que le correspondería hacer a las autoridades y a la policía. Pero como nuestros sistemas de justicia son tan débiles y corruptos, esa labor fiscalizadora ha caído casi totalmente en unos cuantos reporteros y entrevistadores.

En México la periodista Carmen Aristegui -de CNN en español, MVS y Reforma- entrevistó al ex presidente Miguel de la Madrid. Es noticia porque los ex presidentes mexicanos suelen ser mudos, desmemoriados o las dos cosas.

De la Madrid, antes de retractarse, acusó a otro ex Presidente, Carlos Salinas de Gortari, de corrupción y enriquecimiento ilícito. “Miguel de la Madrid estaba en plena conciencia de lo que estaba diciendo”, me dijo Carmen. Pero Salinas de Gortari negó los cargos y aclaró que todo lo que hizo como Presidente fue amparado por la Constitución.

Este asunto se resolvería si supiéramos exactamente cómo se gastó la “partida secreta” durante su Presidencia. Pero lo verdaderamente surrealista es que las acusaciones de De la Madrid no culminaron en una investigación oficial ni en un serio debate en el Congreso. No pasó nada. El gobierno de Felipe Calderón se quedó callado. Parecería que en México nunca pasa nada.

¿Tienes miedo? Le pregunté a Carmen. “El miedo inmoviliza y yo no quiero que ni mi tarea, ni la de mis compañeros periodistas, esté inmovilizada por el temor”, me contestó. “México es un país en donde la tarea periodística es una tarea de alto riesgo; lo digo por los colegas periodistas que han sido asesinados en una lista ya demasiado larga, con una impunidad rampante”.

En Guatemala otro periodista sacó a la luz lo que muchos hubieran preferido esconder. El periodista y conductor radial de Emisoras Unidas, Mario David García, dio a conocer el video en que el abogado Rodrigo Rosenberg acusa al presidente Álvaro Colom de su muerte. Rosenberg fue asesinado frente a su casa hace unos días. Su muerte ha sumido a Guatemala en una seria crisis política.

Mario grabó el video con Rosenberg “como un testimonio periodístico”, y que ha hecho que la oposición pida que Colom deje la Presidencia, al menos mientras se realizan las investigaciones. Pero ahora García siente que hay una “campaña de persecución e intimidación” en su contra.

“Hoy en Guatemala, cuando a uno lo ataca directamente el Presidente, como me ha atacado, uno sí sabe que tiene que ser extremadamente prudente”, me comentó Mario en una conversación que tuve con él desde ciudad de Guatemala.

Alberto Federico Ravell, director del canal de televisión Globovisión ,en Venezuela, también sabe lo que es ser perseguido. “Este es un canal que lleva 10 años amenazado por el presidente Chávez”, me comentó desde Caracas. “Y en vez de haber bajado la guardia, decidimos dar la pelea y defender la democracia”.

Chávez ha amenazado con cerrar Globovisión, uno de los pocos medios periodísticos independientes en Venezuela. Esto ha dicho el presidente venezolano sobre Ravell: “Es un loco con un cañón. Lo digo yo: eso se va a acabar. O me dejo de llamar Hugo Rafael Chávez Frías”. Pero Ravell no se va.

Carmen, Mario y Alberto son indispensables en México, Guatemala y Venezuela. Son más necesarios que nunca.

No hay democracia sin periodismo libre. Y en una época en que muchas democracias latinoamericanas han dado una vuelta hacia el populismo y el autoritarismo, corresponde a los periodistas denunciar los abusos de los que tienen el poder, dentro y fuera del gobierno.

Pocas veces, como ahora, ha sido tan peligroso ser un periodista independiente en América Latina. Pero, también, pocas veces como ahora ha sido tan importante y necesario serlo.

http://quidmedios.wordpress.com/2009/05/18/ser-periodista/

Las televisiones autonómicas españolas pierden más de 1.000 millones en un año

MADRID.- Mientras el Gobierno español trabaja contra viento y marea por sacar adelante un nuevo modelo de financiación para TVE que permita al ente público sobrevivir sin publicidad en un momento en el que el presupuesto de los anunciantes ha caído con fuerza, las cadenas autonómicas, que cada año cuestan a los españoles más de 1.600 millones de euros y pierden otros 1.000 millones, se hunden.

Su modelo de negocio, que se debate entre el de una empresa pública y una cadena comercial que compite con las privadas, no es sostenible. Y menos en este momento, según un extenso informe del diario 'El Mundo'.

El problema tiene difícil salida. Primero porque no hay consenso entre los partidos políticos y segundo porque tras cargar a los radiodifusores privados y empresas de telecomunicaciones nacionales con un nuevo impuesto, encontrar un sector que cargue con las pérdidas de estas cadenas es misión casi imposible.

Quedaría la vía defendida por el Partido Popular de privatizar las cadenas autonómicas. Una propuesta que exigiría cambiar la Ley Audiovisual y encontrar un comprador, tarea que se antoja complicada en un momento en el que el sector está sumido en una profunda crisis.

Mientras políticos y empresas se enzarzan en el debate sobre la supresión de publicidad en TVE, una medida que garantizará la viabilidad del ente en tiempos de crisis, el resto de las cadenas públicas españolas son máquinas de perder dinero.

Según la última auditoría encargada por la Unión de Televisiones Comerciales Asociadas (Uteca) a la consultora Deloitte, las autonómicas perdieron 945.378 millones de euros en 2007. Los expertos consultados por este periódico prevén que esas pérdidas superarán los 1.000 millones cuando se presenten los cierres de 2008, año en el que las autonómicas ingresaron por publicidad un 9,9% menos, hasta 319,6 millones, según datos de Infoadex.

El presupuesto de estas cadenas para 2009 alcanza los 1.900 millones, de los que unos 1.600 millones serán aportados por los contribuyentes. Mantener las autonómicas tiene un coste medio por hogar de 119 euros al año en las regiones que cuentan con este servicio, según Deloitte.

El esfuerzo de los gobiernos por sacar a flote estas televisiones ha provocado que en algunas comunidades el presupuesto invertido en televisión en el periodo 2006-2009 haya crecido por encima de otros servicios básicos. Es el caso de Cataluña, donde en los últimos cuatro años, la Generalitat ha elevado el gasto en la Corporació Catalana de Radio i Televisió un 53%, frente al 18% que ha subido la dotación para Sanidad y el 23% de Educación. En estos años, Cataluña ha asumido la deuda de 1.046 millones que acumulaba el ente público para sanear sus cuentas.

En Madrid, el aumento del presupuesto para Telemadrid en ese periodo fue del 24%, frente al 18% de Sanidad y el 12% de Educación. La crisis ha puesto freno al despilfarro, como muestra la caída del 3% del presupuesto que la Comunidad concederá a la cadena en 2009.

Calcular la deuda que los españoles han asumido en la última década para mantener las televisiones autonómicas es casi imposible por la opacidad y falta de transparencia en sus cuentas. Pero según cálculos de 'El Mundo', la deuda actual ronda los 1.550 millones de euros.

Este agujero amenaza con crecer en los próximos meses dada la fuerte caída de la inversión publicitaria.

Demanda de las privadas

Suprimir la publicidad en todas las televisiones públicas y no sólo en la estatal es una demanda de los radiodifusores privados, que en última instancia abogan por acabar con estas cadenas. El sector no sólo sufre por el porcentaje de la tarta publicitaria que se llevan al año las autonómicas (10,7%) y TVE (20%), también por «la competencia desleal de unas teles, que se guían por criterios comerciales», explica Jorge del Corral, secretario general de Uteca.

«Hay un problema de saturación porque la pública, que es líder en audiencia, vende publicidad entre un 30 y un 40% por debajo del precio de mercado», afirma. España tiene el GRP (medida de audiencia publicitaria) más barato de Europa. Como consecuencia, multinacionales que en otros países no se anuncian en la tele por el precio, aquí sí lo hacen.

Según Uteca, el fin de esta disfunción beneficiará más a las privadas que el supuesto reparto de los más de 500 millones que TVE ingresa al año por publicidad. De hecho, Francia ya ha eliminado los anuncios de la pública y esos ingresos no han revertido en el resto de radiodifusores.

Del Corral augura que el nuevo modelo de TVE también beneficiará a otros medios porque «los precios [de la publicidad en televisión] subirán y muchos anunciantes preferirán ir a la radio o a la prensa».

El pasado viernes, el Gobierno aprobó en Consejo de Ministros enviar al Congreso el proyecto de ley para la financiación de RTVE.

Pese a la soledad parlamentaria del PSOE, el sector da por hecho que la Ley se aprobará en las próximas semanas. Pero es una incógnita si la futura Ley General Audiovisual contemplará trasladar el sistema de TVE a todas las públicas, un plan que las autonómicas agrupadas en la federación Forta ven inviable.

Según esta organización, el sistema mixto actual «ha demostrado ser el más eficaz» y «no parece factible transponer el modelo que se baraja para TVE» sin «repercutir este gasto en el bolsillo del ciudadano».

Forta también subraya que los anunciantes regionales «verían fuertemente mermada su capacidad de comunicar». En la práctica, el primer anunciante de las autonómicas es el Gobierno de la Comunidad en la que emiten, recuerda Uteca.

Algunos partidos nacionalistas también abogan por mantener el modelo mixto para las autonómicas. El portavoz del BNG en el Congreso, Francisco Jorquera, explica a este periódico que si bien el modelo de Moncloa para TVE «no es en principio negativo», le «preocupa que siente un precedente y se generalice para las autonómicas porque no serían sostenibles sin la publicidad».

El proyecto de ley para financiar TVE exime a los operadores regionales (el gallego R. Euskaltel y Telecable Asturias) de pagar una tasa por el ente público. Un punto criticado por las telecos que operan a nivel nacional, que recuerdan que RTVE hace desconexiones territoriales.

Trasladar el sistema a todas las públicas exigiría que esos operadores pagasen una tasa por las televisiones de su territorio. Según el PNV, el planteamiento del Gobierno «es poco serio» al no analizar el sector audiovisual en su conjunto, señala el portavoz en el Congreso de esta formación, José Ramón Beloki.

Para aclarar dudas, los grupos parlamentarios han pedido al Ejecutivo que presente la Ley General Audiovisual antes del 30 de junio.

Mientras, el sector vive con preocupación la incertidumbre. «Desconocemos el sistema de financiación de la televisión pública en su conjunto, también de la autonómica, que tiene pensado el Gobierno en la futura Ley Audiovisual.

Si desaparece la publicidad y no se sustituye por otra financiación alternativa, con nuestro actual modelo autonómico de financiación mixta seremos inviables tal y como funcionamos actualmente (tamaño de plantilla, modelo de gestión)», afirman desde Telemadrid. «Habrá que rediseñar la televisión autonómica», añaden.

COMUNIDAD VALENCIANA

La más endeudada

El Gobierno valenciano y Radiotelevisió Valenciana (RTVV) negocian un contrato-programa que reconocerá una doble vía de financiación: los ingresos propios que se generan con su actividad (publicidad, venta de derechos y programas e ingresos accesorios) y las aportaciones públicas de la Generalitat. El objetivo del Ejecutivo de Francisco Camps es dotar de un marco estable de financiación y evitar que su deuda de 1.100 millones de euros, siga desbocándose.

El presupuesto de RTVV para 2009 supone ya un cambio de modelo de financiación pues no prevé acudir a la financiación externa a través del endeudamiento, como en años pasados. Las cuentas del ente ascienden a 241,2 millones de euros para 2009, frente a los 313,8 millones del año anterior. Los responsables de RTVV destacan la contención del gasto que disminuye un 23,13%.

El presupuesto de 2009 prevé ingresos de 86,1 millones, de los 36,6 son por publicidad. Por el contrato-programa, RTVV recibirá 100 millones.

Presupuesto: 241,2

Deuda: 1.100 millones Plantilla: 950

Share: 13,8%

CATALUÑA

Sólo viable con publicidad

Aunque los responsables de los medios públicos catalanes presuman de «apretarse el cinturón», lo cierto es que TV3 cuenta con un presupuesto de 411 millones de euros para afrontar con éxito un año marcado por la crisis del sector. El 52% del capital proviene de la Generalitat, mientras que el 48% restante hace referencia a los beneficios publicitarios.

Tal como reconoció la directora general del ente, Rosa Cullell, «TV3 no podría existir sin publicidad». De hecho, la decisión del Gobierno central de suprimir los anuncios en RTVE apenas ha generado debate en Cataluña.

En la última comparecencia parlamentaria, el tripartito rechazó la medida, ya que implicaría aumentar su cuota presupuestaria. TV3 se lleva la palma y se queda con más del 80% del capital económico de la Corporación Catalana de Medios Audiovisuales. Un organismo dependiente de la Generalitat que gestiona, además de la televisión, la radio pública y otras empresas multimedia.

Presupuesto: 411 millones

Deuda: La Generalitat asumió 1.046 mill. en 2006

Plantilla: 2.000

Share: 17,6%

MADRID

Problemas laborales

La conflictividad laboral se ha apoderado de Telemadrid en los últimos tiempos. El paro de las negociaciones del convenio de los trabajadores y las huelgas convocadas por los sindicatos han dejado en negro las pantallas de los madrileños en cuatro ocasiones. Según datos de la cadena, los gastos de personal en Telemadrid suponen 62,4 millones de euros y representan el 54,6% del total de gastos de explotación, en un momento en el que la cadena está aplicando un plan de contención y ha recortado un 6% sus gastos.

El ente público también es víctima de la crisis del sector audiovisual. Según datos de la oposición socialista en la Asamblea de Madrid, los ingresos por publicidad de la cadena pública fueron de 9 millones de euros en el primer trimestre del año, un 29,4% menores a lo previsto.

Ante esta situación, algunas voces del Gobierno regional abogan por privatizar la cadena, para lo que habría que cambiar la Ley Audiovisual y buscar un comprador, algo muy difícil en el contexto de crisis actual.

Presupuesto: 241,2

Deuda: 189,8 millones Plantilla: 1.282

Share: 10,3%

ANDALUCÍA

Gran dependencia pública

Dos procesos judiciales Ayudas para más canalesSi Canal Sur suprimiera la publicidad, a cada andaluz le costaría este año su radio y televisión autonómicas ocho euros más, casi una tercera parte de la factura actual. De 22 a 30,15 euros per cápita.

La cadena pública andaluza es una de las que tiene mayor dependencia financiera de la Administración que la tutela. Pese a la crisis económica, que está hundiendo las previsiones de ingresos por publicidad y ha generado un déficit de 5,8 millones en el primer trimestre, Canal Sur dispondrá este año de un presupuesto récord: 247,3 millones de euros. De ellos, el 72% (180,85 millones de euros) procede de fondos públicos.

Con esta transferencia, la Junta lleva inyectados en Canal Sur en los últimos nueve años al menos 1.400 millones de euros en subvenciones públicas, sin contar los ingresos aportados por la publicidad institucional. El debate sobre el fin de la publicidad está abierto en Andalucía. La consejería de Presidencia ya analiza adoptar un modelo similar al de RTVE.

Presupuesto: 247,3 mill. Deuda: 25,5 millones

Plantilla: 1.600

Share: 20,3%.

CASTILLA-LA MANCHA

Dos procesos judiciales

Los nueve años de vida de RTVCM (Televisión Castilla-La Mancha) están marcados por el continuo enfrentamiento de socialistas y populares con dos procesos judiciales abiertos por la oposición con objeto de saber cuánto gana cada directivo, cuánto cuesta cada programa y denunciar la discriminación del PP en los informativos.

Un ejemplo de la disparidad de criterios es el debate sobre su deuda, que hasta ahora es de cero euros. Mientras que el subdirector financiero de la cadena, Jerónimo de Mesa, explica que se debe a «un compromiso del director general de ajustarse al presupuesto y no gastar ni un euro de más», la popular Carmen Riolobos asegura que «la televisión es el pozo sin fondo de José María Barreda, que pone todo el dinero que necesitan cuando se gastan el presupuesto». El PP ha pedido reducir a la mitad el presupuesto para 2009, de 76 a 36 millones, y carga los «desorbitados» sueldos de sus 43 directivas, con una media de 69 mil euros.

Presupuesto: 76 millones

Deuda: 0 euros

Plantilla: 363

Share: 10,7%

PAIS VASCO

Ayudas para más canales

Solventar la precaria situación económica de EiTB es uno de los grandes retos que tiene el nuevo Gobierno vasco. Con una línea editorial muy cuestionada y un nivel de audiencia medio, el principal problema del ente público vasco sigue siendo su excesiva dependencia de la ayuda gubernamental, sin la que sería deficitaria.

EiTB cuenta para este año con un presupuesto de 203,2 millones de euros, de los que el Departamento de Cultura aporta el 154,9 millones (76%). Esta partida, 12 millones mayor que el año anterior (7%), ha permitido la puesta en marcha de un nuevo canal (ETB-3) y de otro que está por llegar (ETB-4) y también salvar las cuentas de la radio televisión pública. El informe económico de 2009 señalaba que el ente carece de deuda y la ex consejera Miren Azkarate se jactó de ello en el Parlamento.

Esta supuesta bonanza no oculta que el gasto crecerá un 8,44% este ejercicio -cerca de 13 millones de euros-, mientras que los ingresos publicitarios descenderán un 15%.

Presupuesto: 203,2 mill.

Deuda: 0 euros

Plantilla: 979

Share: 17,9%

BALEARES

La televisión más cara por habitante

El futuro de la cadena pública balear IB3 lleva tiempo en el aire por la falta de audiencia.

IB3 es la cadena autonómica más cara por habitante, le sale a 64 euros a cada ciudadano de Baleares, no levanta sus audiencias -ahora celebra una cuota de pantalla media del 5%- ni tampoco su situación económica.

Arrastra una deuda bancaria de 169 millones de euros y le debe más de 50 millones a sus proveedores, pero en plena crisis económica no ha reparado en gastos para renovar su logotipo y su imagen, un lavado de cara que le ha costado 600.000 euros, y ha invertido 12 millones de euros para ofrecer la Fórmula 1, una decisión cuestionada en el Parlamento balear, donde el PP, ahora en la oposición, y el PSOE han coincidido en rechazar esta apuesta de la dirección de la cadena.

El Ejecutivo balear ultima un plan de sanemiento para IB3 y los seis partidos miembros del pacto de gobierno de centro-izquierda liderado por el PSOE negocian el cambio del modelo de la televisión, heredada del PP y que ahora está bajo el control de Unió Mallorquina (UM), el partido bisagra en el archipiélago.

Su director es un afiliado de UM, Antoni Martorell, ex jefe de prensa de la líder de este partido y presidenta del Parlamento balear, Maria Antònia Munar, y su futuro también está en juego, aunque en principio está asegurado para esta legislatura.

El Govern asumirá la deuda de IB3, pero a cambio exige a su director un nuevo plan de ahorro para recortar los gastos corrientes. Es más, pretende limitar los desvíos presupuestarios a un porcentaje de entre un 10 y un 15% mediante una cláusula contractual que estipule el cese de la dirección en caso de que supere ese tope máximo.

Y eso que Martorell presumía hace unos días en el Parlamento de que IB3 había sido «el primer área del Govern que se había apretado el cinturón antes de la crisis» al rebajar los gastos en un 14,5% respecto al año pasado.

El objetivo es imponer «criterios más racionales» en la gestión y que IB3 «funcione mejor con menos recursos», explican desde el Ejecutivo. El presupuesto de la cadena es de 69 millones de euros que aporta la comunidad, a los que falta añadir unos ingresos de seis millones previstos por publicidad.

De momento, ni se plantea la eliminación de la publicidad, aunque la portavoz del Ejecutivo autonómico, Joana Barceló (PSOE), dice que esa medida contribuiría al modelo ideal de un medio público, por lo que valora el plan anunciado para TVE.

Presupuesto: 69 millones

Deuda: 169 millones

Plantilla: 150

Share: 5%

¿Qué es un periodista? / Reinaldo Millán

¿Qué es un periodista? A menudo surge esa pregunta cuándo vamos a un plantel a charlar sobre el mejor oficio del mundo. Muchas veces nos vamos con los libros de texto y otras con lo que hemos recogido en el camino.

En estos días he estado reflexionando sobre eso a raíz de varias experiencias y en medio de la crisis publicitaria que ha afectado el ejercicio del periodismo. Y es que en medio de la crisis ya hay quien plantea que el periodismo es para complacer la psiquis de la humanidad y no para mantener informados a los seres humanos.

Un periodista debe contar con características que satisfagan la curiosidad intelectual. Por eso, para ser periodista hay que ser indiscreto, inoportuno e irreverente, pero además se debe ser honesto, honrado y valiente al asumir las consecuencias de sus palabras, expresiones y actuaciones.

Un periodista se equivoca y frecuentemente, ya que la prisa en cada edición (impresa, radiofónica, virtual o televisiva), es su peor enemiga. Pero lo mejor es que hay un día detrás de otro y en la próxima edición se puede rectificar.

Un periodista debe saber que no hay noticias buenas ni malas, eso hay que dejarlo a la propaganda política y a la publicidad comercial.

Un periodista debe ser fundamentalmente, una persona culta que domine la historia, la literatura y la filosofía, pero también debe ser un ser honesto que domine y practique la ética, y además debe ser altamente confiable.

Por eso no todo el mundo puede ser periodista, aunque sea un experto en computación, informática o tecnología audiovisual. El periodista no es un mecánico. Debe ser un intelectual.

Juan Luis Cebrián publica 'El pianista en el burdel', una colección de ensayos sobre periodismo

MADRID.- Rebuscando en mi biblioteca a ratos perdidos me encontré con un curioso ejemplar sobre titulares y noticias disparatados, uno de esos libros que, de tanto en tanto, se publican para demostrar la ignorancia, la vulgaridad o, simplemente, la precipitación con que actúan quienes fabrican los diarios, dice el periodista Juan Luis Cebrián en uno de los capítulos de su nuevo libro 'El pianista en el burdel' .

La portada del volumen reproducía la primera página de un periódico de provincias español cuya noticia principal rezaba: "Muere aplastado por una piedra mientras hacía el amor con una gallina". Junto al titular, una fotografía de mala calidad ofrecía la prueba fehaciente del suceso, en el que una roca de varias toneladas había machucado la existencia de un pobre campesino dedicado al refocilo con la ponedora. Puede pensarse que este argumento es una visión marginal o atípica de la función del periodismo, pero en realidad entronca bastante bien con los orígenes del mismo. Las noticias raras y absurdas han gozado siempre de un protagonismo admirable desde que se instalaron los precedentes más conocidos de la historia del periodismo moderno: los gazzettanti venecianos o los canard parisinos. En el siglo XVII los gondoleros vendían por la más pequeña de las monedas de la República véneta, una gazzetta, hojillas manuscritas en las que se comunicaban con singular promiscuidad hechos verdaderos y falsos, pintorescos o importantes, calumnias y denuncias, maledicencias o informes que aportaban los comerciantes llegados a la ciudad y que se transmitían de boca en boca entre los mercaderes, navegantes y trabajadores de los muelles.

La etimología del canard parisino tiene que ver, por su parte, con el argot que en las imprentas recibían los panfletos u hojas volanderas en los que los vendedores de rumores y chismes imprimían sus medias verdades o sus mentiras completas para hacerlas circular.

Muchas de aquellas historias eran increíbles pero a la gente le gustaban y parecía dispuesta a admitirlas con naturalidad, de modo que pagaba por ellas lo mismo que por que le leyeran las líneas de la mano. Eso pone de relieve que los ciudadanos, entonces como ahora, prefieren la imaginación a la verdad a fin de que ésta no les disturbe demasiado.

Enseguida los gobiernos descubrieron la utilidad propagandística de las gacetas, de modo que reyes y validos se dedicaron a prestigiarlas, otorgando a determinados súbditos el privilegio de su publicación e institucionalizando su función. La palabra «gaceta» se santificó y universalizó, dejando de denominar una moneda para dar nombre a los periódicos impresos, aunque el proceso no fue lo bastante intenso como para evitar que todavía llamemos gacetilleros a aquellos periodistas irrelevantes, superficiales o que realizan su trabajo sin rigor informativo.

En resumen, la profesión periodística tiene a la vez un origen canalla y un pedigrí regio, características que la han acompañado durante toda su historia. Reporteros y columnistas no cesan de reclamar su pertenencia al pueblo llano, pero al tiempo luchan denodadamente por participar de los placeres y dignidades de la corte.

Habitantes permanentes de palacio, en sus corredores tendemos a ser considerados unos intrusos tan necesarios como incómodos, sobre todo desde que los reyes y la nobleza se eligen mediante el sufragio. Basamos nuestra fuerza en un curioso y no reconocido ejercicio de populismo que nada tiene que aprender de las mañas y trucos de los gazzettanti venecianos o de los criadores de aquellos canard parisinos, auténticos gansos que inundaban con sus graznidos los arrabales del burgo.

Los bulos de los gondoleros interesaban lo mismo a los hombres de negocio que a los intelectuales, que ya habían concedido a Heródoto el título de historiador aunque se permitiera inventar la existencia de seres tan poco creíbles como los hombres sin cabeza. El espíritu de nuestra profesión vino a enlazar así, sin demasiado esfuerzo, nada menos que con la mitología romana, y enseguida hubo quien descubrió la conveniencia de llamar mercurios a los diarios. Mercurio, lo mismo que su antecesor griego Hermes, era el dios romano del comercio y consiguiente patrón de mercaderes y ladrones, pero también, sobre todo en su versión helénica, era el mensajero de los otros dioses y el protector de la elocuencia, lo que le convirtió enseguida en padrino de los mentirosos y cómplice de los estafadores.

Los primeros mercurios periodísticos nacieron en Bélgica y Francia a mediados del siglo XVII. En 1827 don Pedro Félix Vicuña, junto con los tipógrafos Tomás G. Wells, norteamericano, e Ignacio Silva Medina, fundó El Mercurio de Valparaíso, antecesor directo del actual Mercurio de Chile desde que don Agustín Edwards lo comprara en 1880.

Este diario es hoy el periódico de habla hispana más antiguo de cuantos se publican en el mundo, aunque la Gaceta de Madrid, título que hasta hace poco ostentó el Boletín Oficial del Estado español, se fundó ya en 1661 y jugó en el siglo XVII un importante papel en las conspiraciones políticas de la época. Sin embargo, desde hace décadas no es un diario al uso sino la revista donde se publican leyes, decretos y ordenanzas antes de que entren en vigor. Y en enero de 2009 el gobierno decidió dejar de editarlo en papel, limitándose a difundirlo a través de la Red.

Se lo mire por donde se lo mire, el periodismo moderno nació ligado al dinero, bien o mal ganado, y al poder, mal o bien ejercido, pero también a la literatura y, aunque es menos frecuente señalarlo, al café y al tabaco, drogas sublimes canonizadas por nuestra civilización. Quizá la cabecera más biensonante de cuantas se publican en el enjundioso panorama periodístico italiano sea Il Resto del Carlino de Bolonia. Como en el caso de las gacetas este título hace alusión, aunque de manera sumamente sofisticada, a la moneda con que se adquiría el diario.

El precio estaba relacionado con el de los populares puritos toscanos que se fumaban en los cafés y salones de la época. Un cigarro costaba ocho céntimos y el comprador solía pagar con una moneda de diez, conocida popularmente como «carlino» en la zona boloñesa, con lo que el estanquero le devolvía dos céntimos. Un avispado editor de Florencia decidió publicar un periódico bajo el título Il Resto del Sigaro (literalmente, el vuelto o la devolución de lo que se pagaba por un cigarro), estableciendo el precio en esos dos céntimos que sobraban de los diez del carlino.

Los impresores de Bolonia le imitaron pero decidieron llamar al periódico Il Resto del Carlino (la vuelta del carlino) para dar a su publicación una identidad local. El resultado era que, por diez céntimos, uno podía fumarse un toscano y leer un diario de ocho páginas cómodamente sentado en cualquiera de los cafetines de la ciudad en los que se comentaban las noticias, se discutían las opiniones y se fraguaban las conspiraciones políticas o literarias. Sucedía exactamente lo mismo en el café que Benjamin Harris instaló en 1686 en Boston.

Este vendedor de libros inglés había llegado a Massachusetts huyendo del rigorismo político de la metrópolis, donde le condenaron a una multa de cinco mil libras por distribuir publicaciones sediciosas. En América fundó una librería, además del café de marras, y en su local comenzó a distribuir una publicación periódica con noticias y comentarios de actualidad. Publick Occurrences, Both Foreign and Domestick fue el nombre que dio a su mercurio de tres páginas editado sin permiso oficial, por lo que la autoridad competente clausuró de inmediato la publicación, de la que sólo vio la luz su primer número.

De todas formas el historiador del periodismo norteamericano Bernard A. Weisberger ve en Harris al creador de "un prototipo de periodista americano -activo, agresivo e independiente-" (1) al que contrapone el estilo del llamado periodismo de responsabilidad, encarnado por el funcionario de correos John Campbell, escocés de nacimiento y fundador en 1704 del Boston News-Letter, que se editó naturalmente con los debidos permisos oficiales.

Ser responsable equivale desde entonces, muchas veces, a ser sumiso o a divulgar lo que la autoridad quiere que se difunda. Aunque en tiempos de Campbell no se había inventado todavía la corrección política en el sentido actual, no cabe duda de que podemos hallar en las hazañas de este ambiguo cartero un precedente que la avala. La corrección política equivale en demasiadas ocasiones al sometimiento al poder y ésta es una paradoja de la que no hemos podido prescindir en los doscientos últimos años: los periódicos, que presumen de sus habilidades críticas contra el que manda, nadan demasiadas veces en las babas de la adulación.

Aquellos productos de la prehistoria del periodismo se esforzaban mucho más en ser baratos que en ser creíbles y el respeto no les venía necesariamente tanto del hecho de que dijeran la verdad de las cosas como de su relación con el soberano. Tenían una gran vocación de halagar y complacer a su público con historias que le interesaran, truculentas o macabras unas, risueñas las menos, pero todas con hondo contenido humano o llenas de rabioso activismo político. Y sabían mezclar, con singular maestría, el ocio y la conspiración, la defensa de valores sublimes, como la libertad o la rebeldía frente a los abusos, con la de las cuentas de resultados de unos negocios que resultaban verdaderamente opíparos.

Eso ha hecho, a lo largo de la historia, que los periódicos se conviertan en verdaderos microcosmos y que sus primeras páginas sean como caleidoscopios de la vida, en los que se mezclan las más variadas formas de noticias y opiniones, desde los golpes de Estado o los anuncios de grandes descubrimientos científicos, hasta la admonición moralista de que no conviene hacer el amor con las gallinas, ni siquiera el sexo sin amor con ellas, so peligro de morir sepultado.

Un adagio inglés asegura que periodista es todo aquel que va por la calle, se detiene, ve lo que sucede y se lo cuenta a los demás, pero el refranero español señala que "nada es verdad ni es mentira, todo depende del cristal con que se mira". De las formas de contar, del énfasis, de los adjetivos, de la transparencia y de la objetividad depende en gran medida el aprecio que uno reciba por parte de los lectores. Creo que era Azorín -no me he preocupado de buscar la cita- el que contaba de un aspirante a reportero a quien, cuando acudió a pedir trabajo, el redactor jefe le envió a comprar tabaco y cerillas -siempre el tabaco aliado de la profesión- a un puesto cercano.

Al regreso del recadero, el redactor arrojó a la papelera lo que éste le había comprado y le ordenó: "Dime ahora lo que has visto mientras hacías el encargo". Las dotes de observación son fundamentales en la actividad del periodismo, pero tampoco son algo específico de ella. Los espías, los policías y los novelistas suelen prestar más atención que nosotros a las anécdotas, con lo que mejora su productividad y resultan más capaces a la hora de indagar el fondo de las cosas.

Sea por la incapacidad de los narradores o por su malevolencia, el periodismo nació ligado a la ficción, a las deformaciones más o menos interesadas de la realidad y a la interpretación de los hechos de acuerdo con potencias que le trascendían. Eso le predisponía, ya en su primera infancia, a convivir con la civilización del ocio y con el mundo del espectáculo, tanto como con los elementos del romanticismo y el patriotismo que ayudaron durante el siglo XIX a la creación de conciencias colectivas e identidades nacionales.

La implantación de los periódicos de a centavo en Estados Unidos y la invención de la rotativa impulsaron la popularidad de los diarios, que pasaron de vender ocho o diez mil ejemplares, en el mejor de los casos, a cifras muy superiores a los cien mil. Los patitos parisinos se convirtieron en auténticas bandadas de ocas que despertaban la avidez de los políticos y la pasión de las gentes. La última guerra colonial de la España del XIX, que se saldó con la pérdida de Cuba, Puerto Rico y Filipinas, fue un conflicto fundamentalmente agitado por las columnas de los periódicos de Hearst, que no dudaban en manipular y mentir cuanto fuera preciso para exaltar el ánimo patriótico de los norteamericanos en su solidaridad con los rebeldes de la perla del Caribe.

Los métodos del ciudadano Kane, en su temprano ensayo de capitalismo salvaje aplicado a la prensa, no se diferenciaban mucho de los que, décadas antes y en cuestiones completamente distintas, habían sido administrados por Karl Marx como director de la Nueva Gaceta del Rin. "La constitución que regía en la redacción del periódico -cuenta Friedrich Engels (2)- se reducía simplemente a la dictadura de Marx. Un gran periódico diario, que ha de salir a una hora fija, no puede defender consecuentemente sus puntos de vista con otro régimen que no sea éste".

La verdad es que, ya entonces, la democracia interna tenía que ver con las redacciones de los periódicos todavía menos que con las direcciones de los partidos políticos. Desde la Gaceta, Marx se dedicó a agitar las aguas de la revolución alemana y a propiciar la guerra con Rusia. Como los de Hearst, sus periodistas eran redactores, pero también combatientes. En la redacción del periódico había ocho fusiles con bayoneta y doscientos cincuenta cartuchos, amén de los gorros frigios de los cajistas. La diferencia notable entre ambas experiencias es que Hearst creó un imperio periodístico que todavía perdura y la Gaceta renana apenas duró un año.

Pero su lección fue bien aprendida por Lenin, que desde la publicación en el exilio de Iskra comprendió que un periódico era el mejor agitador colectivo imaginable y el mejor organizador político también. La historia de la prensa se encuentra, así, íntimamente ligada a la de las guerras y las revoluciones, sin necesidad de ahondar mucho en lo que las motivaba. Los movimientos de masa eran lo suyo, pues era la masa a la que se dirigían los periódicos, y quienes los fabricaban comprendieron desde el principio que el amor y la muerte, el sexo y la sangre han sido siempre las grandes verdades que han conmovido a la humanidad, independientemente de razas, religiones o clases sociales.

En su reciente y luminoso libro sobre Camus (3), Jean Daniel, fundador de Le Nouvel Observateur, cuenta que Sartre le dijo en el comienzo de aquella aventura: "No dudéis en hablar de sangre y sexo. Es lo que les gusta a los burgueses y les provoca sentimientos de culpa".

Cuando Orson Welles estrenó su Guerra de los Mundos en los estudios de la RKO-Radio de Nueva York, ya había bastante experiencia profesional como para construir los reportajes al modo de los grandes dramas shakesperianos o de los guiones de Hollywood. Los diarios llevaban siglos imaginando métodos que conmovieran las conciencias de cientos de miles de lectores. Pero algunos de los que conectaron el aparato de radio, transcurrido un tiempo desde el inicio de la narración de aquel famoso programa sobre la conflagración entre planetas, pensaron que asistían a un reportaje acerca de un hecho cierto, con lo que no faltó quien se arrojara por la ventana, presa del terror.

De todas formas aquélla era una costumbre relativamente extendida entre los norteamericanos de la época que la practicaron con profusión, sobre todo, durante los años de la gran depresión económica de 1929. Ocho décadas después el mundo padece una crisis financiera y productiva singularmente peor, pero la práctica de despeñarse por el mirador de la propia casa ha desaparecido.

Welles demostró lo fácil que era confundir realidad y ficción, verdad y mentira, en los llamados medios de comunicación de masas y lo cerca que estaba ya la información del espectáculo, aunque, según hemos visto, siempre habían sido elementos bien avenidos desde el comienzo de los tiempos. La aparición de los sistemas radiofónicos, y de la televisión después, tuvo efectos políticos insospechados. Los tronos y dominaciones de esta tierra descubrieron que, de nuevo, era necesaria su intervención, en forma de permiso previo o de concesión administrativa, a la hora de ejercer los ciudadanos la libertad de expresarse.

Con motivo, o bajo pretexto, de lo escaso del espectro radioeléctrico, determinaron un sistema de concesión de frecuencias y canales que limitaba el ejercicio de las operaciones en radio y televisión, pudiendo ser desempeñado sólo por quien obtuviera una licencia. Es como si los burócratas modernos hubieran resucitado la virtualidad de las cédulas reales que antes se concedían para el imprimátur de los periódicos. Muchos gobiernos, que se jactan de ser democráticos, las administran de igual modo, premiando a sus amigos y castigando a los enemigos según su antojo.

Al margen de estas consideraciones, la irrupción de la televisión en la vida de los ciudadanos vino marcada por los mismos signos que el periodismo primitivo: sus contradictorias relaciones con el poder político y económico, de un lado, y su moderna tendencia a mezclarse con el culto al cuerpo en todas sus manifestaciones, del otro. La Feria Mundial de Nueva York de 1939 fue la ocasión elegida por la NBC para que el presidente Roosevelt saludara desde la pantalla a los neoyorquinos que pudieran verle en alguno de los ciento cincuenta receptores diseminados por la ciudad.

En días sucesivos, algunos partidos de béisbol y un combate de boxeo constituyeron las retransmisiones estrella del nuevo invento. Desde sus inicios, el deporte se definió como uno de los poderosos motores capaces de desarrollar el mundo de la comunicación. En la actualidad, junto con la pornografía, es el más formidable impulsor de las tecnologías avanzadas.

La aparición de los medios electrónicos y audiovisuales causó en su día considerable alarma entre los diaristas y sus empresarios, ante la eventualidad de que el favor del público les abandonara. Los periódicos se esforzaron en buscar su nuevo papel al tiempo que conservaban un rol emblemático. Convertidos en banderas de ideologías, posiciones políticas o reclamos populares, perfeccionaron sus sistemas de impresión y distribución, incorporaron la fotografía, primero, y el color después, mantuvieron precios relativamente moderados y descubrieron su misión explicadora de las noticias y difusora de las opiniones.

Se proclamaron campeones del pluralismo, ante la poca variedad de la oferta televisiva que, en muchos países y durante mucho tiempo, se ejerció de forma monopolística -pública o privada- y se adentraron en las fórmulas del nuevo periodismo, que produjo escritores tan espectaculares como Capote o García Márquez, y del periodismo de investigación, que provocó la ira, el descrédito y la dimisión del presidente Nixon por el caso Watergate. Naturalmente, las tiradas y difusiones no crecían de acuerdo con el aumento de la población, desaparecieron casi por completo los periódicos vespertinos, sustituidos por los nuevos medios, y la publicidad encontró nuevas y más poderosas formas de expresión que las de los diarios.

Pero a pesar de las dificultades y de que, ya en los años sesenta, el ochenta por ciento de los ciudadanos de los países desarrollados se enteraba primordialmente de las noticias a través de su televisor, la prensa escrita descubrió que, en realidad, los medios, todos los medios, eran complementarios y no había lugar para el pánico. Todos tenían su sitio bajo el sol.

Con los nuevos sistemas, la profesión de periodista se hizo más multidimensional que nunca. Continuó afincada en los terrenos de la política, habida cuenta de que ésta tenía y tiene cada vez más que ver con lo mediático, pero potenció sus aspectos de entretenimiento y aventura.

Los diarios ingleses habían financiado durante la época victoriana costosas expediciones al África negra, normalmente en combinación con las sociedades geográficas o los clubes de historiadores, y los corresponsales de guerra proliferaron desde mediados del XIX. La invención de las modernas tecnologías potenció estos aspectos temerarios del oficio, al tiempo que generaba nuevas profesiones o subdivisiones dentro de la misma profesión de periodista.

Éste acabó siendo alguien que lo mismo pegaba telegramas o escribía necrológicas en una redacción que se lanzaba en paracaídas sobre cualquier país en conflicto, armado sólo con una cámara y un bolígrafo. Permanecía inmutable, eso sí, un aspecto de la naturaleza profunda de nuestro trabajo, consistente en la dualidad de ser ejercitado por habitantes de palacio pero fuera de sus murallas, o quizá debiera decir a la inversa: por plebeyos avispados, inmiscuidos en los pasillos de la corte.

A mediados de la década de los setenta y principios de los ochenta del pasado siglo, grandes novedades tecnológicas comenzaron a revolucionar las técnicas de impresión y distribución. Los diarios abandonaron paulatinamente los talleres del plomo e incorporaron la edición electrónica. Inventos que habían revolucionado la vida de la prensa como la linotipia o la estereotipia, y que habían demostrado su utilidad durante más de un siglo, quedaron obsoletos en menos de una década. Con la implantación de estas maravillas, los grandes periódicos seguían siendo una parte del complejo industrial de los países, pero abandonaban sus características de industria pesada, abarataban sus costos de producción y limitaban sus necesidades de personal.

El desarrollo de los satélites artificiales les permitió además ampliar su campo de acción en el mercado. Por su propio origen la prensa había sido siempre un fenómeno local, o como mucho nacional en los Estados pequeños o medios. Dada su importancia en la configuración de la opinión pública y en la creación y sostenimiento de identidades colectivas, la distribución de diarios recibía numerosos apoyos públicos en la mayoría de los países. Tarifas subvencionadas en correos, y hasta trenes o aviones especiales, ayudaban a difundir un producto considerado por todos los regímenes como de primera necesidad: en las democracias, porque se basan en la opinión pública; en las dictaduras, porque lo hacen en su manipulación y conversión en propaganda.

Los satélites demostraron que podían ser útiles no sólo para la difusión de la televisión a las cabeceras de cable o directamente a los hogares dotados de antenas parabólicas, sino para la dispersión de las facilidades de imprenta y la publicación a distancia de los diarios. Eso permitió que un periódico minoritario como el Wall Street Journal de Nueva York se convirtiera en el de más tirada de Estados Unidos, con cobertura nacional, o que el International Herald Tribune de París presumiera de ser verdaderamente un diario global, con ediciones en los cinco continentes.

La televisión avanzaba por iguales derroteros y los Juegos Olímpicos de Moscú, en el año 1980, fueron la gran oportunidad que la CNN utilizó para convertirse en la primera cadena planetaria de noticias. Poco después, con ocasión de la guerra del Golfo, se puso de manifiesto su primacía mundial como fuente de información en las crisis mundiales. Y cuando los gobiernos de Washington y Londres -con el vergonzante apoyo del desgobierno instalado entonces en Madrid- decidieron ocupar Irak, comprobamos hasta qué punto las guerras del futuro han de variar en estrategia y significado debido a su retransmisión en directo por las televisiones de todo el mundo.

Nunca antes de esa fecha había sido narrado un conflicto bélico con el detalle y la crudeza que se vio en las imágenes de la toma de Bagdad. Cientos de periodistas pudieron contarnos la tragedia tanto desde el punto de vista de los vencedores como del de sus víctimas. La actitud de rechazo de la opinión pública europea a la política yanqui se basó en gran medida en el esforzado sacrificio profesional de los corresponsales desplazados al escenario de los hechos. Más de una veintena de ellos pagaron con su vida el servicio que rindieron a los ciudadanos. Ellos fueron quienes escribieron las mejores páginas de heroísmo en un conflicto que nunca debió estallar.

Pero lo más notable estaba por venir. En 1993 el gobierno de Estados Unidos promovió una política de liberalización en las telecomunicaciones que sirvió para propiciar la extensión de Internet, a partir de la apertura a todo el mundo de las antiguas redes de inteligencia, defensa e investigación. Cuando Bill Clinton asumió la presidencia apenas había unos cientos (quizá menos) de páginas web en la Red. Hoy se cuentan por miles de millones. Hasta 1989 no se creó el lenguaje del hipertexto y los primeros navegadores no aparecieron en el mercado sino a principios de los años noventa.

En menos de una década, el crecimiento del uso de Internet fue explosivo y el desarrollo de la Red se llevó a cabo a una velocidad incomparable respecto al tiempo de implantación de precedentes novedades tecnológicas. Sorprendidos más tarde por el pinchazo de la burbuja digital en los mercados de valores, algunos pensaron que se habían exagerado las expectativas en torno al impacto que la red de redes había de suponer en el comportamiento de la economía, la información y las comunicaciones mundiales. Pero el aventurerismo financiero de unos cuantos brokers, con deseos de enriquecerse rápidamente, no debió confundirnos a la hora de hacer predicciones.

El actual desastre financiero que padecemos, la primera crisis económica global, según se la ha definido, tiene que ver de nuevo con la implantación de los sistemas digitales a escala mundial. La sociedad digital, cuyo paradigma más evidente se desprende del modelo de Internet, está revolucionando todos nuestros comportamientos, tanto individuales como sociales, y significa el comienzo de una verdadera nueva civilización. Como en los vuelos transatlánticos, la rapidez a la que se genera el proceso sólo es perceptible cuando miramos hacia atrás y contemplamos el poco tiempo empleado en el trayecto.

La sociedad digital es conocida también como sociedad de la información o del conocimiento, y está influyendo poderosamente sobre el periodismo y sus diversas manifestaciones. Para comprender de inmediato lo que la Red significa basta con explicar que, hoy en día, toda la información disponible en el mundo está en ella, al alcance, en principio, de cualquier ciudadano conectado al sistema y que tenga las habilidades y capacidades necesarias para servirse de él. El viejo sueño de la biblioteca universal parece así cumplido: todo el saber coleccionado, archivado, ordenado, a disposición de los usuarios.

Pero, además, se trata de un saber dinámico, interactivo, dialéctico, en continua expansión gracias a la intervención de esos mismos usuarios. Un hecho así convierte en anticuado el adagio de que quien tiene la información tiene el poder, porque la información se ha convertido casi en un bien mostrenco, o en un bien público, al servicio y disposición del común de los mortales. Esta reflexión mía, hecha al hilo de una conversación con Felipe González que dio lugar a un libro de éxito, justifica otra más seria del ex presidente del gobierno español: "No somos capaces de comprender -dice- que ya la información en sí no es poder, sino la administración y la coordinación razonable de la información, para obtener resultados operativos. El liderazgo no se demuestra por disponer de información sino por la capacidad para producirla y utilizarla" (4).

Un entorno semejante tiene que afectar necesariamente a la función y las condiciones del periodismo. Si la información no es poder se debe, entre otras cosas, a la plétora inmensa de datos y noticias que existe en nuestra sociedad, al bombardeo incesante que sufren los ciudadanos desde los diarios, las emisoras de radio y televisión, e Internet, sobre hechos que apenas comprenden y cuya importancia para su vida cotidiana con frecuencia desconocen.

Una mayor abundancia de información no significa, necesariamente, una mejor información, y quizá por esa vía podamos descubrir algunas de las nuevas misiones mediadoras del periodismo entre la sociedad y los individuos: la del análisis, explicación y selección de los hechos; la del descubrimiento de aquellos datos que existen y son públicos pero ninguno conoce, porque están al alcance de todos pero nadie sabe cómo llegar hasta ellos.

Las tecnologías avanzadas nos devuelven, de alguna manera, a la prehistoria del periodismo. En la sociedad de la información los canard parisinos y los menanti o gazzettanti venecianos campaban por sus respetos. En la Red, las noticias se mezclan con los rumores, los engaños y las fantasías, se venden por menos de una gazzetta, porque se ofrecen de forma gratuita y buscan su refugio económico en las prácticas de la antigüedad clásica. Como Horacio, aspiran al mecenazgo de algún emperador, aunque aparentemente tenga el aspecto de una botella de Coca-Cola.

Descubrimos también el retorno a los tiempos épicos del periodismo en los que un hombre sólo con una pluma y una resma de cuartillas se disponía a desafiar al mundo. Así nació el Herald en Nueva York, en la primera mitad del siglo XIX (1835), gracias a la voluntad de su fundador James Gordon Bennett que hacía las veces de reportero, director, cajista, impresor, distribuidor, agente de publicidad y experto en mercadotecnia.

La Red permite la existencia del periódico hecho por un solo redactor y dirigido personal y específicamente a un solo lector, porque propicia la personalización de la información, su especialización al máximo, la convergencia entre el productor de la información y el receptor de la misma.

Algunos se preguntan, con cierta angustia, sobre el futuro del soporte papel para libros y diarios, al que Bill Gates ya ha vaticinado una supervivencia de muy pocos años. Es todavía pronto para establecer predicciones de este tipo que tienen que ver no sólo con los avances de la tecnología y las demandas de racionalidad económica o ambiental sino, sobre todo, con los hábitos de los consumidores y las infraestructuras sociales.

Pero no debe haber sitio ni para el temor ni para la desesperanza. Al cabo, ¿no será mejor leer en una pantalla de cristal líquido, flexible, bien iluminada, con grandes letras y capacidad de enlaces a otros temas a través del hipertexto, que hacerlo en un papel con cara de añoso, mal impreso y lleno de imperfecciones? La cuestión fundamental no reside en el soporte de la información -contra lo que McLuhan predicaba- sino en la información misma.

A partir del hecho de que un periódico en la Red no es un periódico, porque no sale periódicamente, sino que se renueva de continuo; a partir del fenómeno imparable de la convergencia entre textos, vídeo y audio, que las nuevas tecnologías favorecen; a partir de que el mercado se ha hecho global, planetario, y la realidad tan paradójica que nos permite dirigirnos individualizadamente, pero a la vez, a millones de personas, sin fronteras geográficas ni temporales que lo impidan, el ejercicio de nuestra profesión va a cambiar de forma sustancial; lo está haciendo ya.

En el regreso al primitivismo de nuestra especie podemos descubrir quizá los signos del porvenir que nos aguarda, inspirándonos en lo que el futuro fue o pudo ser en la antigüedad; pero podemos sospechar también, usando el verbo de Paul Valéry, que el futuro no es ya lo que era y que la humanidad se adentra cada día en un mundo desconocido y sorprendente para ella, en el que es necesario comenzar a construir casi desde los cimientos.

Ésta es la sensación, al cabo, que nos produjo a tantos el ataque terrorista contra las Torres Gemelas de Nueva York. Un hecho que cientos de millones de personas de todo el mundo contemplaron en directo a través de las pantallas de sus televisores. Un drama inigualable que adquiría, por momentos, tonos y representaciones del mejor y más increíble de los guiones de Holly- wood, sólo que en este caso los millares de víctimas eran reales, como reales son las vidas segadas por las bombas en Afganistán, en Irak o en las estaciones de Madrid y Londres.

¿Cabe mayor metáfora de la globalización de la información, de la globalización de la economía, de la globalización del poder, de la guerra y la paz, del terrorismo y el miedo, que los sucesos del 11 de septiembre en Nueva York y Washington y las horribles secuelas desatadas por ellos? Pero ¿qué hacer como periodistas en este mundo inundado por el reinado de la imagen y los tambores de la propaganda? Algunos se preocupan, no sin razón, por las tendencias autoritarias que en las democracias más antiguas se aprecian hoy, constreñidos y aterrorizados sus ciudadanos por la lábil e insidiosa amenaza del terrorismo. No se dejan de oír voces que protestan por el aumento de la autocensura, cuando no de la censura a secas, en los medios de comunicación occidentales.

Nos hallamos ante una opción difícil entre los elementos de seguridad y libertad que las poblaciones demandan, un equilibrio siempre inestable en cualquier democracia, que en un momento dado inclinó su balanza a favor de la seguridad porque los ciudadanos del mayor imperio de la historia habían sufrido un ataque indiscriminado y letal. Llama la atención la diferente utilización de las imágenes de las víctimas por las televisiones americanas y por la árabe Al Jazira, la gran revelación del periodismo global en las crisis recientes. Las primeras tuvieron exquisito cuidado en no utilizar para galvanizar las conciencias ciudadanas el dolor ajeno, los cuerpos sin vida y destrozados de quienes se hallaban en las Torres Gemelas en el momento del ataque.

La televisión de Qatar, durante las guerras de Afganistán e Irak, como durante la crisis de Gaza en las navidades de 2008, no dejó de emitir documentos que ponían de relieve el sufrimiento de niños y ancianos. Cuerpos mutilados, yacentes en medio de una extrema pobreza, golpearon a diario la conciencia de los telespectadores. ¿Dónde está la línea sutil que separa la propaganda del deber de informar; la sumisión al poder legítimo en tiempos de crisis, del derecho a la libre expresión?

Por más que puedan y deban hacerse críticas a los excesos cometidos en Estados Unidos, yo no puedo dejar de elogiar el sentido de la responsabilidad que sus medios de comunicación exhibieron en ocasión del 11-S, lo mismo que protesté y protesto por las burdas manipulaciones a las que las grandes cadenas de televisión han sometido a los espectadores durante la guerra de Irak.

En España el dolor de las víctimas del terrorismo ha sido y es constantemente utilizado por los medios de comunicación con objeto de sensibilizar a la opinión pública respecto a políticas determinadas, del todo discutibles. Sé cuán delicada es esta cuestión y cuán difícil generalizar. Ésta es una buena ocasión, en cualquier caso, para reflexionar, para la autocrítica, más que para la acusación al otro. Y una oportunidad para repasar los orígenes de nuestra profesión, en los que está también inscrito su destino. Quizás así podamos comenzar a descubrir cómo ha de ser el periodismo que nos aguarda en el futuro; cómo ha de ser el periodismo en los nuevos tiempos del cólera.

(1) Bernard A. Weisberger, The American Newspaper Man, University of Chicago Press, 1961 [Evolución del periodismo, México, Letras, 1966, pgs 2 y ss]. (2) Friedrich Engels, Marx y la Nueva Gaceta del Rin, en Socialdemocrat, 13 de marzo de 1884. (3) Jean Daniel, Camus. A contracorriente, Barcelona, Galaxia Gutenberg/Círculo de Lectores, 2008. (4) Felipe González y Juan Luis Cebrián, El futuro no es lo que era, Madrid, Aguilar, 2002, pg. 205. - El pianista en el burdel, de Juan Luis Cebrián. Galaxia Gutenberg/Círculo de Lectores.