miércoles, 25 de mayo de 2011

El eG-8 debate el papel regulador de los Gobiernos en Internet

PARÍS.- En la cumbre convocada en París por Sarkozy aborda los derechos de autory en ella intervienen empresas nacidas en la Red, como Google y Facebook, que defienden un papel subsidiario de los Gobiernos en la regulación de la Red, y compañías tradicionales que apuestan por la intervención reguladora, como el grupo Bertelsmann. Su presidente, Hartmut Ostrowski, comparó Internet con los automóviles: "Al principio, no había límites de velocidad, ni señales, ni reglas. Pero son necesarias".

La cita del eG-8 se contempla como una reunión preparatoria de la cita del G-8 que se celebra esta semana en Deauville (Francia). En la prensa francesa, la convocatoria se recibió con críticas por lo que consideran una primacía en la agenda de los temas que preocupan a la industria, como los derechos de autor o el comercio digital, frente a las cuestiones sobre la libertad de expresión y la ciberdisidencia.

 Para Sarkozy, "la población árabe ha mostrado que Internet no pertenece a los Estados". Y añadió: "En esta tercera mundialización de la historia, sin embargo, no puede marginarse a los Estados democráticos. Olvidar que son los representantes legítimos de la voluntad popular sería apostar por un riesgo claro, el caos democrático, la anarquía".

El presidente francés quiso enumerar también los peligros de Internet. Y advirtió, sin citar a nadie, del peligro de que aparezcan nuevos monopolios donde han desaparecido otros, a la vez que se opuso a la idea de una transparencia total.

Sarkozy recalcó que si la tecnología es neutra no lo son sus usos y que no debe permitirse que la revolución digital pueda atentar contra los derechos elementales.

Eric Schmidt, presidente de Google, destacó que la tecnología va más rápida que los Gobiernos, por lo cual aconseja no legislar antes de saber si la propia tecnología ofrece remedios a los problemas.
En el debate sobre Internet y el crecimiento económico, en el que participó la ministra francesa de Economía, Christine Lagarde, se preguntó a Schmidt si su compañía haría irrelevante el papel de las operadoras.

"Somos increíblemente codependientes". Y ante la polémica sobre si los grandes proveedores de contenidos deben ayudar a las operadoras a sufragar los costes de la mejora de la infraestructura, Schmidt subrayó que la gran demanda de los servicios que ofrecen las compañías de Internet genera el aumento de tráfico de las operadoras. "Es un ecosistema en el que todos ganamos". O sea, que no están dispuestos a sufragar.

Para el magnate de la prensa y presidente de News Corporation, Rupert Murdoch, el desafío de la Red es educar a todos los niños del planeta. "Pero las escuelas siguen casi como en la época victoriana, con una pizarra. Cuando las empresas se especializan gracias a Internet, precisan más la oferta y el cliente y son capaces de dar un producto cada vez más especializado para un consumidor cada vez más determinado, debemos hacer eso mismo en la escuela: no tiene sentido que en la época de Internet los alumnos aprendan quebrados todos de la misma manera", aseguró.

Jimmy Wales, fundador de la enciclopedia libre Wikipedia, recordó que Internet permite que el suahili tenga una enciclopedia, "algo que hasta hace poco era completamente inimaginable".

A la pregunta de qué deben hacer los países más industrializados del planeta, cuyos representantes se reúnen el jueves en Deauville, Wales tuvo muy clara la respuesta: "Que todo el planeta tenga conexión a Internet".

El debate se incendió por la tarde con los derechos de autor. El ministro de Cultura francés, Frédéric Mitterrand, dijo nada más empezar: "Si no se protegen los derechos de autor, no se protege la creación". Y defendió la ley francesa Hadopi, que prevé cortar la conexión a Internet, bajo auspicio judicial, a los internautas recalcitrantes que se bajen sin permiso contenidos de Internet protegidos por los derechos de autor.

John Perry Barlow, activista estadounidense replicó a Mitterrand: "Por primera vez en la historia de la humanidad cada hombre tiene una voz y puede satisfacer su curiosidad. Todo esto es una herencia que podemos dejar a nuestros sucesores. A lo mejor lo que pasa es que las instituciones a las que ustedes defienden están ya obsoletas", según la crónica de 'El País', de Madrid.

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