jueves, 23 de junio de 2011

La periodista francesa Anne-Isabelle Tollet ha escrito el libro "Blasfema", un motivo más para que el gobierno de Pakistán vete la entrada de periodistas

MADRID.- Las solicitudes de visado están paradas desde hace varios meses. El gobierno de Pakistán está mostrando lo poco que le gustan los periodistas extranjeros que quieren documentar y realizar investigaciones sobre la vida de los cristianos en Pakistán, retrasando o negando - sin dar explicaciones - los visados de entrada en el país.

Se ha recibido esta información de algunos periodistas italianos que hace meses solicitaron la entrada en el país con el fin de realizar servicios de información sobre la vida de la comunidad cristiana. Es posible que se este dando el mismo trato a otros periodistas de diferentes nacionalidades.

El caso de Asia Bibi (cristiana injustamente condenada a muerte por blasfemia), el reciente caso de Farah Hatim (la chica católica secuestrada e islamizada por la fuerza), el asesinato del ministro Shabhaz Bhatti hace unos meses y la gran atención prestada por la comunidad internacional, están causando un daño a la imagen del gobierno de Pakistán - y por lo tanto algo de molestias - ya que plantean claramente, la cuestión del respeto de los derechos humanos y, en particular, los derechos de las minorías religiosas.

Por ello, la estrategia actual es la de impedir u obstaculizar de cualquier forma a los profesionales de la comunicación que, a través de su trabajo no exento de riesgos, pretenden mantener la atención y la vigilancia sobre estas delicadas cuestiones.

Un caso que ha generado un endurecimiento de las medidas para la concesión de visados ha sido una publicación reciente: al gobierno de Pakistán no le ha gustado la obra de la periodista francesa freelance Anne-Isabelle Tollet que, tras pasar algunos meses en el país, colaborando con algunos canales de televisión locales, una vez de vuelta a casa ha escrito el libro "Blasfema", que narra la historia de Asia Bibi.

El libro ha sido publicado en Francia pero también en Gran Bretaña, Italia (por Mondadori) y en otros países de Europa, suscitando una gran atención. Asia afirma en el libro: "soy sólo una mujer en el océano de mujeres de este mundo, pero estoy convencida de que mi calvario es el espejo de muchos otros. Me gustaría que mis perseguidores abriesen los ojos y que la situación de mi país cambiase”. 

El deseo que Asia Bibi expresa – señalan las fuentes - lo comparten muchos cristianos paquistaníes que se sienten "ciudadanos de segunda clase": por ello piden al gobierno igualdad y dignidad, mientras siguen contando con la ayuda de la comunidad internacional.
En particular, se espera que la ayuda económica y de cooperación que destinan los gobiernos occidentales al gobierno de Pakistán esté de alguna manera "condicionada" al respeto de los derechos humanos y de las libertades fundamentales en el país, especialmente para las minorías.

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