El panorama profesional del periodismo no puede ser más deplorable;
han reventado las burbujas, los globos y hasta algunos proyectos
razonables. Ente las causas principales del desastre hay varias pero no
todas son externas, sobrevenidas; es evidente que la crisis ha
volatilizado casi la mitad del gasto publicitario, lo cual coloca en
zona insostenible a algunos medios, pero no a todos, ni siquiera a la
mayoría. Existen fortalezas y oportunidades para gestionar eficazmente
en la crisis. Donde no hay oportunidades es allí donde la gestión brilla
por su ausencia. Los mayores errores son internos, fracasos de gestión,
de incompetentes que siguen tomando decisiones.
Estos días los despachos laborales que trabajan para empresas
editoras ultiman expedientes de crisis que se traducen en ERE que van a
acabar con varios centenares de empleos de periodistas y de otros
trabajadores de la industria. Solo el disparatado ERE de RTVE del 2006
(ejemplo de una gestión cara y torpe) tuvo un efecto cuantitativo
semejante a lo que viene en pocos días.
De todas estas desgracias una de las que más me llama la atención,
por equivocada e irresponsable, es la que se prepara para la agencia
EFE. El Gobierno aplica la tijera de los recortes con carácter general y
sin parar en barras. Las circunstancias obligan, pero no todo es
forzoso o inevitable. La agencia EFE es un activo que sufre abandono
desde hace demasiados años. Ha pasado ya por varios ERE, algunos de
ellos desautorizados por los tribunales aunque demasiado tarde para que
tuviera remedio el desafuero. El que viene ahora es de mayor cuantía y
va a dejar a la agencia en los huesos, con serias dificultades para
hacer su trabajo, que es valioso para los ciudadanos y también para
España.
En EFE se ha hecho un buen trabajo desde hace décadas, incluida la
etapa del anterior régimen. Habrá excesos, errores, carencias, pero en
términos generales, el millar de periodistas que han trabajado o
trabajan desde EFE para poner a disposición de los medios de medio mundo
información fiable y de interés, hacen un buen trabajo que conviene
preservar y que puede fracasar si se consuman los recortes
presupuestarios previstos.
EFE es una agencia más importante e influyente que France Press
aunque trabaja con un presupuesto que no alcanza la mitad del francés.
Los medios privados pagan poco por el hilo de EFE, la mayoría considera
que es un servicio subvencionado. Cuando se queden sin él, lo
lamentarán. Y el Estado, que debería ser el primer interesado en que EFE
funcione bien y en preservar su reputación (sin ser larga mano de la
propaganda del gobierno) no es consciente del instrumento que es una
agencia como EFE, con una buena gestión.
El recorte de la subvención a EFE es un error grave, error político y
estratégico. Y me llama la atención que nadie levante la mano y lo
advierta. La marca España (que tanto preocupa al ministro de Exteriores,
al presidente y a las grandes compañías) tiene uno de sus activos y
oportunidades en EFE, especialmente si su capacidad periodística
contribuya a esa causa, con respeto exquisito a las reglas del oficio
periodístico que en la agencia conocen y saben practicar a poco que los
jefes ayuden.
A las multinacionales españolas les debería interesar que EFE
funcione bien, que disponga de recursos y que haga su trabajo. Las
oficinas de la agencia en Londres y Nueva York, en Bruselas y en Sao
Paulo son valores que no se pueden perder o empequeñecer. Tiene razón el
ministro de Hacienda cuando dice que los contratos de las estrellas de
la televisión pública son innecesarios, excesivos, pero no ocurre lo
mismo en EFE, que necesita un buen proyecto, ambicioso, de Estado,
exigente y el presupuesto adecuado para ello.
Están matando EFE y, probablemente, no lo saben, nadie les ha
advertido de las consecuencias de semejante error. Y me llama la
atención que los demás medios no reparen en el caso. También les
concierne.
(*) Periodista y ex presidente de la Asociación de la Prensa de Madrid
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