AMMÁN.- Al jordano Salih Kharisat un grupo de abogados cercanos al movimiento salafista le acusa de evidenciar en un escrito su ateísmo y faltar el respeto al Corán.
Un escenario muy poco afortunado para Kharisat, más aún, tratándose de
un grupo de salafitas el que recurre a la justicia, lo cual no exime que
otros salafistas pasen a la acción y pedir la pena lo que, a su juicio,
merece todo apóstata, es decir, la pena de muerte.
Sin embargo, este drama viene precedido de casos similares. El también periodista Islam Samhan y el poeta jordano Musa Hawamdeh conocen de primera mano la angustiosa situación a la que se enfrenta Kharisat.
Pese a que la Constitución del reino afirma en su artículo 14 que "el
estado salvaguardará el libre ejercicio de todas las formas de culto y
ritos religiosos, en sintonía con las tradiciones observadas en el
Reino, a menos que esto contravenga con el orden público y la
moralidad", y en su artículo 15 apunta que "el Estado garantizará la libertad de opinión"; de poco parecen servir esos argumentos cuando por medio se encuentran cuestiones religiosas.
El 21 de junio de 2009, el tribunal de Amman, que cuenta con una gran
presencia de extremistas islámicos, condenó a Islam Samhan a un año de
reclusión y a una multa de diez mil dinares jordanos (cerca de diez mil
euros) por haber "insultado el sentimiento religioso".
El caso de Samhan había sido a su vez precedido por el poeta jordano
Musa Hawamdeh, también acusado de haber ultrajado la religión y de
apostasía, que aún no ha recibido la sentencia definitiva. El posible
motivo del titubeo se debe al hecho de que la opinión pública internacional se ha desencadenado con llamamientos a su favor, entre los cuales algunos dirigidos al mismo rey Abdallah.
Lo mismo debe suceder con Salih Kharisat, que, además, siempre se ha
mostrado defensor acérrimo de la condición de la mujer en su país. Una
posición a la que sus defensores se han aferrado para recordar al
monarca jordano que si quiere mantener intacta la imagen de "último occidental", de "moderado", debe tener el valor de impedir que se repitan casos de este tipo.
Por enésima vez, la vida de un hombre está en peligro. Los derechos humanos y la libertad no se respetan.
Pero Kharisat no está solo y el proceso será seguido en cada paso, así
como el de Islam Samhan. No es aceptable que en el tercer milenio haya
personas que corran el riesgo de pena de muerte por haber escrito un
editorial o una poesía.
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