jueves, 21 de junio de 2012

¿Periodismo en Twitter? / Cristina Fallarás *

Recuerdo cuando yo empecé a trabajar de periodista. No existía internet. No existían los diarios digitales, ni Facebook, ni Twitter, ni blogs, pero el periodista era un trabajador bien pagado que podía permitirse el lujo de pensar durante un tiempo antes de escribir. 

 Esto no es un ejercicio de nostalgia, sólo que el asunto de las redes sociales empieza a parecerme cada vez más un juguete que está enredando en contra de la información, al revés de lo que parece. En contra del periodismo y del periodista.

Como toda profesión, la de la información requiere unas normas laborales, unos salarios dignos y la exigencia, por parte del periodista, de un espacio en el que poder desarrollar su trabajo de forma rigurosa, de acuerdo con un pacto tácito con el lector en que se compromete a ofrecer un retrato de la actualidad, del estado de la sociedad, del espacio público y su gestión y del delito. Para ello, es imprescindible que dicho trabajador desarrolle su labor con un mínimo de facilidades económicas y de respaldo por parte de aquellos que lo contratan.

Las redes sociales han creado la ilusión de un periodista que va por libre, un trabajador que normalmente ha perdido su salario y ya no está sujeto a pactos de ningún tipo. Y de ahí ha nacido una carretada de profesionales que vierten a diario su opinión y su versión sobre la actualidad. ¿Qué actualidad? La que ofrecen los pocos del sector que siguen en los medios. Es decir, que da vueltas y más vueltas sobre la parca oferta de un sector cada vez más precario.

Y luego, está el lector. Ahora, el lector de prensa digital -son millones- está pasando de informarse a través de los diarios a hacerlo a través de las redes sociales. Es decir, se salta su visita a ELMUNDO.es y similares y va directo a Twitter, donde tiene un picoteo mucho más picante y jugoso, más exaltado, más divertido, por decirlo de alguna manera. Otra cosa.

Como yo me encuentro flotando en ese caldo, escribo de lo que veo, y además participo de ello. No pasa nada, de alguna forma tenemos que seguir manteniendo la ilusión de que somos necesarios, sólo que ese espacio online cada vez me parece menos el arma que iba a afilar y multiplicar la información que recibíamos, cada vez me parece más el juguete de unos cuantos.

Y los juguetes siempre acaban quedándose viejos, mostrando su mecanismo.

(*) Escritora y periodista

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