domingo, 21 de octubre de 2012

El hundimiento absurdo de Prisa y la gestión de Cebrián

MADRID.- Quien haya leído el sábado El País, se habrá percatado de que la mayoría de las informaciones no tienen firma, algo sorprendente dada la relevancia personal de la mayoría de los redactores del periódico. Los más avisados ya saben que esta ausencia es fruto deliberado de la presión que ejerce la plantilla del periódico sobre la propiedad y la gerencia ante el ERE brutal que se prepara, que prescindirá de la tercera parte de los empleados mediante la indemnización mínima que prevé la reforma laboral. Además, la empresa quiere reducir un 15% el salario de los que se queden.

Desde hace unos pocos días, circula también por la Red la carta que el Comité de Empresa del periódico dirige a sus lectores. En ella, los trabajadores de El País explican sus argumentos, que hacen inexplicable la política de la empresa:
"EL PAÍS ha tenido 2,8 millones de beneficios en los seis primeros meses de 2012 y tiene previsto ganar 1,8 millones a finales de año. La empresa justifica los despidos en la disminución de ingresos. Cuando Cebrián nos anunció el ERE, los trabajadores propusimos asumir las pérdidas de este año y las previstas en 2013 reduciendo nuestros salarios, siempre que la negociación se hiciera sin despidos encima de la mesa. Por tres veces le pedimos que no pusiese en marcha el ERE sin antes estudiar con el Comité de Empresa medidas alternativas. Y por tres veces rechazó esta posibilidad".
"En aquella mesa se nos dijo que tenemos una estructura de costes inviable, que hemos vivido demasiado bien y que somos viejos. Nos lo decía Cebrián, un señor de 68 años que cobró 13 millones de euros en 2011. La dirección de Prisa trata de hacer creer a la opinión pública que el problema son nuestros sueldos, no los de los directivos. El coste medio de los 54 miembros de la alta dirección que están fuera del convenio colectivo es de 209.000 euros".
Juan Luis Cebrián puso en pie El País, que fue un pilar incuestionable de la construcción democrática de este país, y tras situar el periódico a la cabeza del sistema mediático, decidió pasar a la gestión, junto al patriarca de la empresa, Jesús Polanco, hábil empresario procedente de la industria editorial.
Con Polanco en decadencia, Cebrián tomó las riendas de la compañía en los años 2000 con resultado desastroso. Después de la absorción de Vía Digital, que le suponía conquistar el monopolio de la televisión de pago, lanzó dos OPAs en 2006 y 2007 sobre el 100% de las acciones que resultó absurda y ruinosa. El fuerte endeudamiento del grupo Prisa fue letal, y la crisis terminó de postrarlo: tuvo que desprenderse de Cuatro y que clausurar CNN+.
La mala gestión ha deteriorado los activos más valiosos del grupo, El País y la SER, y el holding otrora ejemplar está hoy en manos de los bancos. Pese a ello, y a la situación decrépita de las compañías, el periodista Cebrián es uno de los empresarios que mayores ingresos mantiene, lo que le ha proporcionado un tren de vida de verdadero escándalo.
El progresista de antaño, que aleccionaba a toda la clase política sobre la vigencia de los grandes valores morales de la democracia, echa hoy sin contemplaciones a sus antiguos colegas con argumentos que no se atreverían a utilizar los empresarios más conservadores y tradicionales.
Infortunadamente, el hundimiento de Prisa es una mala noticia para este país, cuyo sistema mediático saldrá muy menguado de la terrible crisis. Lo que no impide que haya irritación por el modo absurdo en que un gran imperio de la comunicación ha sido frívolamente arrojado por la borda.

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