viernes, 14 de diciembre de 2012

Jubilan a la fuerza su mirada / Ferrán Monegal

Los preclaros nuevos jefes del área de informativos de TVE han obligado a Vicente Romero a jubilarse ¡Ah! Qué insensatos. A este gran routier de la crónica y del reportaje le han puesto a la fuerza unas gafas negras para que su mirada ya no nos vuelva a llegar. Durante varias décadas, Romero ha sido nuestros ojos. Gracias a él hemos podido mirar el mundo sin salir de casa. Su mirada, siempre comprometida, no era un vistazo embobado sobre los fastos de las celebrities mundiales. En su mirada siempre había intención. Y siempre era a escala humana. 

Desde que entró en TVE, en 1984, ha recorrido el planeta mostrándonos la Humanidad más olvidada. Para eso, para que no nos olvidemos más. Recuerdo especialmente su crónica de la primera victoria de Obama. No pidió ir a Washington, a hacer bulto junto al rebaño de corresponsales que allí se agolpaban. Romero pidió ir a Dakota del Sur. Al paupérrimo apartheid de la reserva de los indios sioux, que también estaban celebrando otras elecciones, mucho más humildes: votaban a su jefe de tribu para los próximos cuatro años.  ¡Ah! Qué contraste el que consiguió informando en la polvorienta y mísera reserva, frente a las brillantes pompas de la contienda electoral estadounidense.

 También recuerdo la lección que nos deparó el día que entrevistó a la saharaui Aminatou Haidar. Tumbada en el suelo del aeropuerto de Lanzarote, esta mujer protestaba por la infame situación que sufre su pueblo. Vicente, y su inseparable compañero, el cámara Evaristo Canete, nos enseñaron cómo hay que entrevistar con respeto y dignidad: agachados, en el suelo, colocados a la altura de Aminatou, hicieron toda la entrevista mirándole a los ojos, en el mismo plano, en la misma horizontal. Fue una lección magistral.

Vicente Romero se despidió de nosotros en la madrugada del pasado miércoles. Desde Vietnam. Acompañado de su hijo Miguel (Buscamundos, TVE-1), eligió ese lugar para cerrar su círculo personal, porque fue en Vietnam donde hizo su primera crónica como corresponsal de guerra para el diario Pueblo. Vicente contaba entonces veintipocos años de edad. 

Anteayer nos comunicó: «Aquí empezó todo, y aquí parece que va a terminar. TVE ha decidido jubilarme obligatoriamente». ¡Ah! Qué miopía, qué barbaridad, prescindir de un periodista con este bagaje. Hicieron lo mismo, con Rosa María Calaf. Qué cafres. Desdeñan, eliminan, jubilan, el talento y la profesionalidad.

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