sábado, 5 de enero de 2013

Periodismo virtual / Mauricio Ceballos

Hay quienes todas sus investigaciones las realizan a través de sus computadoras y en una oficina.  No digo que la investigación cibernética no tenga mérito, por así decirlo; hay quienes tienen un olfato especial para navegar por el ciberespacio e investigar, estudiar y arman trabajos de información ya depurada para crear un artículo que puede ser bueno dependiendo la capacidad de quien lo realiza. 
 
Pero hay algo que no se puede obtener en ese gigantesco universo de la red: el rastro que el periodismo de campo deja en los sentidos.  
 
Se pueden tener estadísticas muy precisas, datos muy relevantes que atraigan al lector. Pero nunca se podrá transmitir algo tan profundo, si no paso antes por nuestros sentidos, por nuestro interior, si no fue tamizado antes por nuestros sentimientos. El vivir los acontecimientos de cerca, se vuelve parte de nosotros mismos, podemos de alguna manera vivir lo que estamos tratando de describir. 
 
El sólo ambiente, el aire, los olores de distintos lugares, tiene su personalidad. El paisaje, ya sea urbano o rural, tiene su identidad. Las personas protagonistas de nuestras historias, son auténticas y genuinas, y dejan ese indeleble rastro de su personalidad, impregnado en nuestra memoria. 
 
No se puede percibir  desde la Ciudad de México, el ambiente a arena, a norte, a Ciudad Juárez, a sangre, a miedo, a adrenalina al caminar por sus calles. 
 
Es imposible desde una oficina, respirar el ambiente cálido y húmedo, que tiene una extraña mezcla de terror que te estremece en Tamaulipas. 
 
El simple acento en el hablar de un sinaloense, te conecta con otra dimensión que nunca sentirás, hasta que no lo escuchas. 
 
La mirada de esos ojos que retrataron el terror y lo guardaron para siempre en su memoria y corazón, y que ahora te miran a ti confiando con angustia esa dolorosa experiencia vivida. 
 
Después de escuchar y vivir esto, ya no vuelves a ser el mismo. Se queda en ti la espina de la impotencia clavada, y la única manera de sacarla, es informando que es en realidad lo que esta pasando. 
 
Percibir todo esto, no es más que un regalo para quien lo quiere transmitir.   
 
Hay veces que los artículos parecen  dramáticos o exagerados cuando los leemos,  pero no son más dramáticos, aterradores y dolorosos que como lo son para quien los ha vivido en carne propia, y nos lo ha transmitido como testimonio del horror que actualmente vivimos. 
 
Subestimar la brutalidad del crimen,  que vivimos ahora, no sólo nos hace insensibles, egoístas  y peores personas, nos hace cómplices de la barbarie. 
 
Hay que reflexionar, como juzgamos los acontecimientos... Yo diría que hay que darles, esa justa dimensión que merecen. 
 
Lo que pasa en México, nos pasa a todos los mexicanos.  Así debería ser, para que sea mejor.

No hay comentarios: