Como muchos analistas habían previsto, lo que ha surgido tras la
caída del muro de Berlín y el fin de la guerra fría es un mundo
multipolar con conflictos de baja o media intensidad. Enfrentamientos
entre países, entre etnias y entre religiones que tienen como
consecuencia un reguero de muertes. A estos incendios puntuales hay que
añadir el terrorismo de Al Qaeda, que golpea a través de múltiples
franquicias en diversos países, y otra guerra no menos lacerante, la que
sostienen los Estados de derecho contra los traficantes de armas, de
drogas o de personas, que también se cobra un gran número de víctimas.
En el escenario de todos estos conflictos trabaja el periodismo,
listo para cumplir con su cometido de explicar lo que ocurre. Pero
buscar y explicar la verdad entre tanto odio, tantas armas y tantos
intereses enfrentados se ha convertido en una actividad de altísimo
riesgo. Los periodistas no son ya únicamente víctimas del fuego cruzado,
de las balas perdidas. Son tambien un objetivo buscado. La información y
la propaganda son utilizadas como arma de guerra en muchos conflictos;
por eso muchas veces el periodismo independiente es considerado por los
bandos en liza como un enemigo a batir.
El número de periodistas muertos o perseguidos no ha parado de crecer
en los últimos tiempos. 2012 ha sido un año terrible para el
periodismo, uno de los más negros desde que en 1995 se creó el registro
de víctimas. Hasta 90 periodistas fueron asesinados, cerca de 300
encarcelados y muchos otros están en el exilio o amenazados.
Las intimidaciones se extienden ahora a cualquier ciudadano que haga
uso de las redes sociales para difundir información: 48 internautas
fueron también asesinados en 2012 por su actividad informativa en la
Red. Internet se ha convertido en un gran enemigo para los regímenes
totalitarios, que no se limitan a perseguir periodistas, sino que
intentan establecer controles sobre lo que se difunde en la Red y sobre
operadores como Google. En estos momentos hay 40 países cuyos gobiernos
ejercen algún tipo de censura en el mundo digital. No se dan cuenta de
que Internet es un inmenso espacio abierto y que no podrán ponerle
puertas al campo.
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