miércoles, 27 de marzo de 2013

El país de los periodistas adoctrinados / Antoni Rubio

Todo está conectado y nada es casual. Los medios de comunicación valencianos o, como mínimo, las delegaciones de empresas periodísticas con sede en Madrid que operan por estas tierras, se han convertido en objetivo central de ERE, despidos masivos y masacres laborales de toda índole. A los 1.200 despedidos en RTVV, hay que añadir la práctica desmantelación de la delegación valenciana de El País, los ERE en El Mundo, Las Provincias o Levante-EMV, los despidos en ABC, el cierre de L’Informativo Localia, el debilitamiento de las delegaciones de la SER, etc…

No es casualidad que esto suceda, precisamente, en una autonomía donde la corrupción campa a sus anchas. Donde las raíces putrefactas de las tramas como Gürtel, Brugal, Nóos o los famosos sobres de Bárcenas penetran hasta el fondo de una Administración regida a golpe de amiguismo, de tráfico de influencias, de prevaricación, de chanchullo chapucero y de comportamientos que oscilan entre la comicidad berlanguiana y la praxis filomafiosa de perfil bajo.


Justo cuando más se necesitan redacciones fuertes, con un buen número de efectivos dispuestos a husmear la noticia, con periodistas experimentados capaces de llegar hasta el fondo del vertedero político, la connivencia entre las voraces empresas periodísticas --“esto no es una ONG”, clamaba ya hace años el primer jefazo de Vocento que desembarcó en Las Provincias-- y los gobernantes permiten debilitar a la práctica totalidad de webs, periódicos, radios y televisiones, con honrosas excepciones. Sólo quedan redacciones escasas, breves, insignificantes, con un alto porcentaje de voceros del poder y un buen puñado de mileuristas y periodistas minijobs con la humana preocupación de no hacer nada que pueda poner en riesgo su plato de lentejas.


La estrategia, no obstante, se lleva incubando hace años. Durante mucho tiempo, la formación de los periodistas valencianos que no emigraban a Barcelona o Madrid recayó exclusivamente en el CEU San Pablo, la universidad de la Asociación Católica de Propagandistas --nunca un nombre fue tan adecuado--, lo que ha dado generaciones enteras de periodistas adoctrinados a más de 6.000 euros el curso.


Hace unos días, se supo que Gloria Casanova, una profesora de 3º de Periodismo del CEU, lanzaba perlas a sus alumnos como que era un gesto de amor que las mujeres maltratadas permanecieran junto a sus maridos violentos o que de una violación podía salir un regalo de Dios en forma de hijo. No es, por desgracia, un hecho aislado. El CEU valenciano, donde José María Aznar y su glosolalia alcanzaron el grado de doctor honoris causa, ha sido escenario de purgas, persecuciones ideológicas y censuras diversas de una manera habitual.


Muchos docentes fueron despedidos de dicha santa casa tras presentarse a las elecciones sindicales, organizar actos que incomodaron al rectorado o, simplemente, tener pensamiento propio. Famoso es, por ejemplo, el caso del profesor de Periodismo que apareció en televisión insultando a un cámara de TV3 al grito de “polaco de mierda” y que, al pasar a la Universidad Católica de Valencia, exclamó en público: “Ahora tendremos que hacer aquí una limpieza de rojos, como ya hicimos en el CEU”. Precioso. Y muy cristiano.

Así pues, como todo está conectado, no es de extrañar que, de aquellas generaciones de periodistas adoctrinados, surgieran unos medios pusilánimes y sumisos. Y que, de estos medios dimisionarios de su función fiscalizadora del poder, surgiera un Gobierno carcomido por la corrupción hasta los cimientos. Y que, de dicha gestión política bastarda, no quede más que una deuda millonaria y la sensación general de fracaso que hoy en día invade a la sociedad valenciana.


La propina

¿Adivinan en qué universidad privada valenciana, tras despedir a numerosos profesores por motivos diversos, impartían las materias de Periodismo presuntos docentes sin ninguna experiencia en medio de comunicación? Un dato: durante mucho tiempo, la profesora encargada de explicar los géneros de opinión no había escrito ni una sola columna en ningún medio hasta que la rescató el ultraderechista Diario de Valencia. Dios los cría…

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