MADRID.- Las redes sociales en internet no empezaron con Facebook.
Dos años antes de que Mark Zuckerberg la creara en su campus
universitario, nació una que parecía condenada al éxito. En su primer
año, Friendster despertó el interés de todos los medios y en dos ya
tenía millones de usuarios antes de salir de Estados Unidos. Sin
embargo, en 2009, cuando estaba en los más alto, oleadas de sus usuarios
empezaron a marcharse. En sólo unos meses pasó de estar cerca de los
100 millones de usuarios a apenas ocho millones. Hoy, reconvertida en
plataforma de juegos, su autopsia debería servir a Facebook, que ayer
volvió a cambiar su interfaz por enésima vez, para no cometer sus mismos
errores.
Investigadores de la Escuela Técnica Federal de Zurich (ETH), encabezados por el español David García, han estudiado cinco redes sociales
para encontrar las causas que llevaron al declive a Friendster. Una red
social es un sistema complejo formado no sólo por sus usuarios y las
relaciones que mantienen, también es de vital importancia la estructura
(en este caso la tecnología y el interfaz de usuario) sobre la que
aquéllas se sostienen.
En el caso de Friendster, los expertos de la ETH han comprobado que
era una red muy resistente. Bajo las mismas condiciones, su capacidad
para aguantar y adaptarse a los cambios, lo que en teoría de redes
complejas llaman resiliencia, es mayor que la de la muestra analizada de
Facebook. También Orkut, el primer gran intento de Google por tener una
red social y que hoy es un zombie concentrado en Brasil e India, es en
teoría más resiliente. Hay que tener en cuenta que en su estudio han
podido contar con la base de datos de usuarios y conexiones que Archive.org guarda de todo Friendster, mientras que de Facebook sólo han dispuesto de una muestra de tres millones de usuarios.
Aún así, a diferencia de lo que puede suceder en otro tipo de redes,
como un hormiguero o un ejército, donde la presencia y su posible
desaparición de núcleos hiperconectados las hace vulnerables, la
topografía tanto de Friendster como Orkut, con una base de usuarios con
el suficiente número de conexiones, les habría permitido aguantar el
abandono de muchos de ellos. Entonces, ¿qué pasó?
“Un cambio en Friendster incrementó el coste de su uso, llevando a un
gran éxodo de usuarios”, dice García. Lo que mató a Friendster fueron
los cambios de diseño, es decir, la parte técnica y no social del
sistema. “Nuestro análisis indica esa conclusión. Sobre todo por la
existencia de una gran cascada de usuarios yéndose. Si fueran cambios
sociales, tardarían más y serían mucho más ruidosos”, sostiene el
investigador español.
En efecto, una serie de modificaciones técnicas y en la interfaz de
usuario de Friendster en 2009 provocaron que la relación coste/beneficio
para el usuario aumentara, prefiriendo otras alternativas que estaban
ahí. 2009 fue, precisamente, el año del boom de Facebook. “La
combinacion de malos cambios con la alternativa atractiva de Facebook o
MySpace fue lo que que disolvió la red a pesar de su aparente topologia
resilente”, explica García.
Su gigantismo protege a Facebook
Sin embargo, el profesor de la IE Business School, Enrique Dans,
no cree que los cambios técnicos condenaran a Friendster. En su
opinión, tuvo más que ver con un fenómeno de penetración social
espontánea y no buscada en el sudeste asiático, en especial en Malasia,
Filipinas o Indonesia. “En esos países surgió una cierta minoría de
modernos que consideraba cool adoptar una herramienta en
inglés para su comunicación”, dice. Su infiltración fue tal que
“provocaron que los usuarios angloparlantes de la red llegasen a
sentirse desplazados, fuera de lugar. A partir de ahí, todo es mérito
del efecto red. Friendster terminó por no tener sentido ni para su
propio creador, que finalmente decidió venderla”, añade.
«Lo que mató a Friendster fueron los cambios de diseño»
David García
Investigador de la Escuela Técnica Federal de Zurich (ETH)
¿Podría pasarle lo mismo a Facebook? Según García, todos los datos
que han analizado muestran que sí. “Pero Facebook parece saberlo ya.
Están evitando cambios masivos en la interfaz, por ejemplo, porque saben
que pueden resonar en la red”, comenta. Una de las claves es, entonces,
evitar que dos o más amigos sufran el mismo cambio a la vez. En caso
contrario, Google+ y otros estarán al quite.
El tamaño que tiene ya Facebook parece que también le protege. “El
crecimiento que ha alcanzado es tan global, que no corre ya ese peligro.
Por otro lado, la compartimentación en función de idioma es mucho más
elevada: puedes relacionarte con quien quieras en Facebook, pero por lo
general, todo lo que visualizas viene o bien de tu red de contactos, o
bien de tu entorno normativo, incluyendo la segmentación de la
publicidad. Por tanto, el efecto de posible predominio de un idioma
determinado ya se diluye completamente”, explica el profesor Dans. “Otra
cosa es que demográficamente la red acabe por no resultar interesante
para determinados grupos, que los adolescentes la consideren una herramienta de viejos,
o cuestiones afines. Ante eso no hay prácticamente ninguna herramienta
con base en lo social que esté completamente protegida”, concluye.
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