ARGEL.- Tras cincuenta años de monopolio estatal de la "pantalla
única", las autoridades argelinas se han decidido a entreabrir el campo
de la información audiovisual para autorizar la creación de canales de
televisión y radio privadas.
La ley, no exenta de polémica, fue
anunciada hace más de dos años y presentada la pasada semana ante los
diputados del Parlamento por el ministro de Comunicación, Abdelkader
Mesahel.
Según el proyecto de ley, los candidatos a crear los nuevos canales de televisión o de radio deben ser argelinos y deben justificar que el capital social es "exclusivamente nacional".
Asimismo,
otras de las exigencias que incluye la nueva norma, es que debe haber
periodistas profesionales entre los accionistas de la empresa.
Además,
el 60 % de los programas difundidos deben ser nacionales y producidos
en Argelia y el 20 % de esta cuota se consagrará a obras audiovisuales y
películas de cine.
Esta apertura se produce 25 años después de
que las autoridades argelinas dieran los primeros pasos hacia el
pluralismo, con la reforma de la Constitución en 1989.
Desde
entonces, la ley fundamental del país norteafricano recoge el principio
de la libertad de expresión y la posibilidad de crear publicaciones
privadas.
Sin embargo y a diferencia de lo que ocurre con la prensa escrita, las cadenas de radio y televisión estarán supervisadas por una Autoridad de Regulación Audiovisual (ARA).
La
misión de este organismo será velar por el libre ejercicio de la
actividad audiovisual, la imparcialidad del sector público y el respeto
de la pluralidad de corrientes de pensamiento y opinión en los distintos
programas.
Pero además, la ARA, que estará integrada por nueve
miembros designados por el jefe de Estado y los presidentes de las dos
cámaras parlamentarias, tendrá la capacidad de suspender la difusión de
una cadena y de secuestrar cualquier material que, según sus criterios,
atente contra el orden público, la seguridad o la moral.
Pese a
las restricciones, la nueva ley pondrá fin a una paradójica situación en
el país, donde más allá de la televisión estatal, han surgido en los
últimos años varios canales privados que tienen sus sedes en distintos
países del Golfo, pero cuyas emisiones están elaboradas por argelinos y
dirigidas al público nacional.
No obstante, estos canales, como
Al Nahar o Al Shuruk, solo pueden verse a través de antenas parabólicas
ya que están albergados en satélites como Nilesat o Hotbird.
"La
apertura del campo audiovisual en Argelia es, en primer lugar, una
reivindicación popular", explicó Bomdol Kadi, redactor jefe de la
televisión Al Shuruk, que también es propietaria del diario del mismo
nombre.
Para Kadi, "no es admisible que un régimen que se dice
democrático y que admite la diversidad de opinión a través de la
existencia de partidos de la oposición, mantenga el monopolio sobre la
imagen".
Para este profesional, la nueva ley "es un paso
positivo" a pesar de la existencia de "ciertas lagunas que con el tiempo
habrá que rectificar".
Por su parte, Mohamed Benalia, jefe de
redacción de la cadena Al Nahar TV, que también posee un periódico en
árabe, considera que se ha vuelto imperativo ofrecer a los
telespectadores productos e información nacional "ya que los argelinos
son, por la fuerza, importadores de programas".
Benalia también
considera que la nueva ley, a pesar de ser un avance positivo, "es
imperfecta" y necesita que ciertos aspectos sean corregidos.
Uno
de los puntos que más ha provocado el malestar de los profesionales y
que ha suscitado una gran polémica en los medios escritos es el borrador
del artículo 7 que determina que solo se pueden crear cadenas
temáticas.
Para muchos periodistas y gran parte de la oposición
esta restricción es una manera de limitar la libre expresión y de
mantener bajo control el campo audioviusual.
Antes las críticas
suscitadas, el ministro argelino de Comunicación prometió a los
diputados la revisión de este punto y afirmó que la polémica responde a
"una mala interpretación debido a un error de traducción (del artículo)
del francés al árabe".
Los argelinos no parece que estén
siguiendo con demasiado interés las discusiones suscitadas en torno a la
nueva norma, aunque sí confiesan el seguimiento su atracción por los
canales privados difundidos actualmente vía satélite.
"Personalmente,
no veo la televisión pública desde hace dos años. Es una herramienta de
propaganda en manos del Gobierno, cuando debería jugar un papel de
utilidad pública", asegura Mojtar, un jubilado argelino.
De la
misma opinión se decanta Louisa, madre de familia y trabajadora en un
banco extranjero, para quien las cadenas privadas son como un "regalo
del cielo" que han permitido a los telespectadores "zapear la
mediocridad de los programas de la televisión estatal".
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