Advierto al lector de que esta es una entrada sobre gente mediocre, ruin y miserable; sobre censores, tipos que predican la libertad de expresión y la independencia de criterio pero tratan de acallar a quienes las ejercen. Así que si no tiene ganas de leer este relato de vilezas, puede pasar a la entrada siguiente, que va de disciplina de voto, sobre lo que tenía pensado escribir. Pero como la historia afecta personalmente a Palinuro, la cuento. Es la siguiente:
Ayer tarde, sobre las 18:00 h. llaman a la Universidad de la SER, del espacio Hora 25
(Ángels Barceló), pidiendo alguien que pueda hablar de disciplina
parlamentaria de voto, pues tratarán el tema en el programa. La
Universidad me pregunta si puedo ir. Digo que sí pero ya sé que, cuando
comuniquen mi nombre, la emisora cancelará la invitación porque estoy en
la lista negra de la SER, que la tiene, como todos los medios en
España, todos. En efecto, a las 18:30 llama una periodista para
comunicarme que ha habido cambio de formato y que, en lugar de ir a los
estudios, entraré por teléfono. Me pide un número fijo y me dice que
llamarán a las 21:30 para que salga al aire en el programa en el que
también participará Ramón Jáuregui. Por supuesto, no lo hicieron. El
programa se realizó, sin duda con otro invitado, pero a mí ni siquiera
me llamaron para disculparse por no haber cumplido lo que ellos mismos
habían propuesto hacer pues yo no había pedido ir.
Alguien
dirá: bueno, hombre, no hay que exagerar; los cambios son normales en
el ritmo frenético de la radio. Es un caso aislado. No, no lo es. La SER
veta a la gente independiente e incómoda, como Palinuro, por razones
que no se atrevería a exponer en público pues decepcionaría a parte
importante de su audiencia, a la que tiene más o menos engañada. Lo
cuento en mi último libro, Rompiendo amarras,
Madrid, Akal, 2013, págs. 337/338). Pero es que, además, tengo otro
ejemplo reciente e igualmente sangrante que paso a relatar:
Este verano, en el mes de julio, me llaman también de la SER, del espacio A vivir, que son dos días.
Su responsable, Javier del Pino, está de vacaciones y sus substitutas
me invitan a participar y me dicen que, si doy juego, me ofrecerán una
periodicidad fija de, cuando menos, una vez al mes (el programa es
semanal, los sábados). Sé que su intención es buena pero que viven en la
luna y, cuando regresen los jefes, de lo dicho no habrá nada. Tal cual.
Fui tres veces, en julio, agosto, septiembre; las sustitutas, de buena
fe, sin duda, me aseguraron que quedaría fijo una vez al mes. Regresaron
los jefes y no volví a recibir noticia alguna; ni una explicación; ni
una llamada de teléfono.
La
grosería habitual porque, obsérvese bien la mecánica: no soy yo quien
pide nada, ni aquí ni en parte alguna; son ellos, normalmente los
redactores, los curritos, los responsables de los programas, quienes me
llaman. Pero luego llegan los barandas, con las listas negras, y hay
veto y hay censura.
¿Qué
por qué lo sé? Porque es lo que me pasa siempre. Palinuro tiene el raro
honor -ya lo dijo en una entrada hace un par de meses titulada Censores y plagiarios-
de figurar en todas las listas negras de todos los medios: la derecha,
el centro-izquierda y la izquierda. Ciertamente, nadie se extrañará de
la animadversión de la derecha. Por supuesto. Cuando Mari Cruz Soriano
salió de la COPE declaró que la cadena tenía una lista negra y que en esa lista negra estaba mi nombre. De eso hace ya años. Viene de antiguo.
Bueno,
sostendrá alguien, la derecha es lógico, dado como eres; y también el
centro-izquierda, que ha resultado rana. Pero ¿la izquierda? ¿Vetos,
censura, listas negras en la izquierda? Por supuesto. Si alguna vez
supero la vergüenza que sentí al escuchar a un líder izquierdista en un
programa de televisión pedir al presentador que no me diera cancha, que
ya me la daba suficiente una batería de medios, pondré aquí el enlace.
Pedía el inquisidor que se me acallase, a mí, al que no dejan estar en
ningún medio y lo pedía él, que dispone de un abanico de ellos para
soltar la doctrina que encandila al rebaño.
Es
fuerte, ¿eh? Pero Palinuro es correoso. Se ve en su blog que no tiene
atadura ni hipoteca algunas y sí una amplia audiencia. Y eso a pesar de
que los censores, los de las listas negras, tratan de silenciarlo, por
cierto, al tiempo que lo plagian.
Lo
avisé. Estas cosas son repugnantes. Reflejan la envidia, la mala uva,
el sectarismo de este desgraciado país. Pero hay que decirlas, hablarlas
porque lo que todos los censores desean es que no se sepa que censuran y
que los censurados se callen.
(*) Catedrático de Ciencia Política en la UNED (España)
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