WASHINGTON.- El presidente estadounidense, Barack
Obama, se burló de sí mismo y de lo que él llamó un año difícil, pero
dirigió su humor más mordaz a los atascos de Washington el sábado cuando
la élite política y de los medios de comunicación se reunió en la cena
anual de la Asociación de Corresponsales de la Casa Blanca.
"En 2008 mi eslogan era, 'Yes we can'(Podemos). En 2013, era
control-alt-suprimir", bromeó Obama ante una audiencia también repleta
de estrellas de cine y televisión.
"Llegado un punto, las cosas se pusieron tan feas que el 47 por ciento llamó a Mitt Romney para disculparse", dijo, refiriéndose al escándalo de la campaña presidencial de 2012 en el cual el candidato republicano fue grabado en secreto diciendo que el 47 por ciento de los estadounidenses se habían vuelto dependientes de las ayudas del Gobierno.
Más de 2.000 invitados llenaron la sala de fiestas del Hilton de Washington, donde los mundos políticos y de los medios coinciden cada año en un acto con un toque de glamour de Hollywood. La asociación celebró su centenario este año.
El presidente destacó los puntos bajos de su administración el pasado año, dándole vueltas al desastroso lanzamiento de la página web de su histórica reforma de la legislación de los seguros médicos.
"Por supuesto lanzamos HealthCare.gov. Eso pudimos haberlo hecho mejor", bromeó.
Más tarde, se centró en sus rivales republicanos del Congreso que quieren derogar la reforma de sanidad pública del Gobierno, a pesar de unas cifras de inscripción mayores de las esperadas: "¿Cómo de bien tiene que funcionar Obamacare hasta que dejéis de intentar rechazarla".
Al final de su discurso, Obama centró la atención del público en una pantalla, que no consiguió funcionar. Kathleen Sebelius, la secretaria de sanidad que anunció su dimisión este mes después supervisar el fallido lanzamiento de Obamacare, entró en escena para intentar solucionar el fallo técnico.
Obama también asestó un golpe a los republicanos por bloquear su intento de elevar el salario mínimo. "Si queréis recibir una paga por no trabajar, presentaros al Congreso como todo el mundo", dijo.
En una broma cargada de autocrítica por sus bajos índices de popularidad, el presidente se refirió a sus compañeros demócratas que no querían hacer campaña con él en las elecciones para el Congreso de noviembre y también bromeó con respecto a una de sus hijas: "Me di cuenta el otro día que Sasha necesitaba a un orador para el día del trabajo e invitó a Bill Clinton".
"Llegado un punto, las cosas se pusieron tan feas que el 47 por ciento llamó a Mitt Romney para disculparse", dijo, refiriéndose al escándalo de la campaña presidencial de 2012 en el cual el candidato republicano fue grabado en secreto diciendo que el 47 por ciento de los estadounidenses se habían vuelto dependientes de las ayudas del Gobierno.
Más de 2.000 invitados llenaron la sala de fiestas del Hilton de Washington, donde los mundos políticos y de los medios coinciden cada año en un acto con un toque de glamour de Hollywood. La asociación celebró su centenario este año.
El presidente destacó los puntos bajos de su administración el pasado año, dándole vueltas al desastroso lanzamiento de la página web de su histórica reforma de la legislación de los seguros médicos.
"Por supuesto lanzamos HealthCare.gov. Eso pudimos haberlo hecho mejor", bromeó.
Más tarde, se centró en sus rivales republicanos del Congreso que quieren derogar la reforma de sanidad pública del Gobierno, a pesar de unas cifras de inscripción mayores de las esperadas: "¿Cómo de bien tiene que funcionar Obamacare hasta que dejéis de intentar rechazarla".
Al final de su discurso, Obama centró la atención del público en una pantalla, que no consiguió funcionar. Kathleen Sebelius, la secretaria de sanidad que anunció su dimisión este mes después supervisar el fallido lanzamiento de Obamacare, entró en escena para intentar solucionar el fallo técnico.
Obama también asestó un golpe a los republicanos por bloquear su intento de elevar el salario mínimo. "Si queréis recibir una paga por no trabajar, presentaros al Congreso como todo el mundo", dijo.
En una broma cargada de autocrítica por sus bajos índices de popularidad, el presidente se refirió a sus compañeros demócratas que no querían hacer campaña con él en las elecciones para el Congreso de noviembre y también bromeó con respecto a una de sus hijas: "Me di cuenta el otro día que Sasha necesitaba a un orador para el día del trabajo e invitó a Bill Clinton".
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