Ayer comenté como las propias empresas editoriales se habían
cargado a los periódicos impresos y sus correspondientes digitales. Hoy
me toca hablar de los periodistas, de esa profesión que en su día
parecía grandiosa y que se ha convertido, por culpa de políticos y de
los propios profesionales, en un ejército de parados dispuestos a
trabajar por cuatro perras...
Hubo
un tiempo en que los periodistas eran notarios de la realidad. Un
tiempo en que había periodistas de raza que investigaban y removían los
cimientos para sacar la verdad real, y no la oficial. Eran tiempos en
que los editores presumían de ser independientes y por supuesto no
viajaban en jet privado en sus desplazamientos internacionales. Eran
tiempos donde el director tenía un utilitario similar al del redactor
jefe y tras la jornada marchaba a tomar una copa con los colegas de
redacción. Eran tiempos donde los políticos no accedían a las
redacciones por decencia. Eran tiempos donde se ejercía el pisotón y la
exclusiva.
Y han
pasado los años, lo he vivido en carne propia, y esos mismos periodistas
que se enorgullecían de ser independientes se pusieran a babear con
determinados partidos políticos que enseguida descubrieron lo fácil que
era invitarlos y obtener la correspondiente reseña periodística, la
mayoría de las veces manipulada.
A
comienzos de los años ochenta era muy difícil saludar a un periodista
de raza. Cuando Felipe González ganó las elecciones el 28-O, resulta que
las redacciones estaban plagadas de periodistas con carné del pesoe, y
con el de la UGT o CCOO. Y celebraron como propia la llegada de
socialismo al poder. A partir de esa fecha se produjo una verdadera caza
de brujas. Había que desprestigiar a todo periodista que no fuera
próximo al club de El País, que era quien daba carné de demócrata o el
llamado periodista progresista. Y pobre del que no lo fuera.
La
verdad es que el pesoe supo premiar a sus periodistas. Los fue
colocando, a todos, incluso a los inútiles, en la dirección de medios
controlados por el poder. Se crearon entes de televisión autonómicos
donde se dieron empleo a miles de periodistas. Periodistas afines,
claro.
Pero llegó el
año 1995 y nació la www, la World Wide Web. Y con ello la posibilidad
de que hacer un periódico, en este caso on-line, fuera como coser y
cantar. Algunos periodistas incómodos al poder, como Pablo Sebastián,
pusieron en marcha un diario sólo digital y al cabo de los años, hoy,
tenemos muchos cientos de medios digitales, quizá miles, que han
arrinconado de tal manera a los dinosaurios escritos, esos que se
vendieron al partido en el poder, y que ahora están en la ruina.
Es
ahora cuando, gracias a internet, los periodistas vuelven a ganarse un
asiento en el reconocimiento de una profesión que el socialismo se cargó
a conciencia. Es ahora cuando los periodistas no tienen necesidad de
que un director con chófer le contrate por el salario mínimo, mientras
él viaja en jet privado. Ahora, gracias a internet, los periodistas
pueden ejercer de una libertad de expresión que Felipe, y Guerra y toda
la corte de dictadores amigos de Fidel Castro trato de exterminar.
Llegaron al poder gracias a esa libertad de expresión y no estaban
dispuestos a perderlo por esa libertad de expresión.
Aunque Pedro J. Ramírez se encargó de demostrarles que eso no sería del todo posible...
(*) Periodista y editor de www.muyconfidencial.com
No hay comentarios:
Publicar un comentario