Llevo un montón de años, más de treinta, observando como la
prensa en España está amordazada. De la televisión, mejor no hablar. Es
una verdadera caja tonta donde los programas de mal gusto, dirigidos por
tertulianos ordinarios que se regodean en miserias que la verdad sólo
interesan a sus protagonistas, pero que, a lo que parece, bate récord de
audiencia. Por cierto, una audiencia que no busca formarse, ni
informarse, sino entretenerse.
Al poder político parece que le interesa
que la masa siga esos programas, se enganche en esa basura, y así ellos,
sus corrupciones, sus robos, sus manejos, pasan desapercibidos a esa
masa, de millones, que se interesan por unos programas que insultan al
buen gusto. Antes se decía que la religión era el opio del pueblo, y que
si no existiera habría que inventarla. En el siglo XXI el opio del
pueblo es la televisión que los sucesivos gobiernos permiten.
Pero
lo de la prensa, periódicos y revistas que en su día se distinguieron
por obligar a la transparencia y que con sus informaciones, sus
investigaciones, sus artículos de opinión hicieron posible la llegada de
la democracia a España, ahora están mudos. Mudos porque los editores
descubrieron que apoyando al poder se vivía mejor. Descubrieron que
publicando lo que le interesaba que publicara el poder, los políticos,
los empresarios corruptos, los banqueros ladrones, vivían mejor. Vamos
que pisaron moqueta y descubrieron eso de viajar en coche oficial con
chófer, etc.
Están
mudos. Los más sonados escándalos, por ejemplo del anterior Rey Juan
Carlos, nos enterábamos porque eran portada de revistas italianas. Así
vimos al entonces Rey en pelota picada en un yate con su amante de turno
gracias a la revista Oggi. Se publicó que la fortuna de Juan Carlos era
multi mil millonaria gracias al New York Times. Y ahora es La
Reppublica, también de Italia, quien nos descubre lo del divorcio de
Juan Carlos y Sofía.
Y si nos referimos a como los banqueros, el
fallecido Emilio Botín el primero, han robado a sus clientes a manos
llenas y han comprado voluntades judiciales, políticas y empresariales,
pues lo justo, claro. No hay que molestar al poder. Y si molesta, como
Pedro J. Ramírez, entrevistando a la última amante de Juan Carlos, o al
sistema de corrupción del Partido Popular, pues ya saben. Se llama a los
editores y se pide la cabeza del susodicho en bandeja de plata. Y los
demás, los demás directores de medios, que aprendan la lección.
Si,
ahora, en plena crisis de credibilidad de la prensa, agoniza, porque la
gallina de los huevos de oro, la publicidad que antes nutría
generosamente las principales ediciones nacionales, ha huido a internet.
Y controlar una docena de medios es posible. Incluso unos cuantos más,
pues también. Pero en internet hay miles de medios que no tienen por qué
plegarse al poder. Hay miles de medios que, entre todos, están
sustituyendo a los viejos dinosaurios del papel que ahora están en manos
del Santander, de La Caixa, y pendiente de los dineros que generosamente
se reparte desde Moncloa.
La
prensa está amordazada. La del papel. La de internet puede salvar la
libertad de expresión. Por eso quieren legislar para controlarla
también. No lo lograrán. Como se suele decir, no se pueden poner puertas
al campo.
(*) Periodista y editor de www.muyconfidencial.com
No hay comentarios:
Publicar un comentario