MILÁN.- Fue el pasado marzo cuando Umberto Eco, Il Professore, fallecido la pasada madrugada a los 84 años, presentó su
último libro, "Número cero", una reflexión y una crítica contra el
periodismo, internet, la mentira y la corrupción, y lo hizo en su casa
de Milán, en la que fue recibiendo a los periodistas uno por uno con su
discurso torrencial.
"Todos los periodistas están viniendo aquí,
pero siento mucho no haber podido ir a España, porque es un país que me
gusta mucho. Barcelona es una de las ciudades donde me gustaría vivir,
pocas me gustan para eso, solo tres o cuatro, como París o Amsterdam",
espetó Eco, el gran humanista y escritor, el semiólogo y uno de
los intelectuales europeos de máxima referencia.
Su casa milanesa
se halla frente al castillo Sforzesco, cerca del Duomo, y está
literalmente envuelta en libros, con más de 35.000 volúmenes ordenados
por temas a lo largo de los pasillos, repleta también de obras de arte.
En ella, Eco, que había dejado hace años de fumar y de beber su amado
"whisky", aparecía bastante más delgado.
Con una especie de cigarro
de mentira en la mano y con ganas de hablar, este autor oceánico,
creador de "El nombre de la rosa", decía que había escrito esta parodia
sobre estos tiempos convulsos, porque, en su opinión, esa era la función
de un intelectual, su "función crítica".
"Esa es mi manera de
contribuir a clarificar algunas cosas. El intelectual no puede hacer
nada más, no puede hacer la revolución. Las revoluciones hechas por
intelectuales son siempre muy peligrosas", advertía.
Eco, premio
Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades (2000), fue autor de
novelas tan simbólicas, además de "El nombre de la rosa" (1982), como
"El péndulo de Foucault" (1988), "El cementerio de Praga" (2010) o los
ensayos "El problema estético"(1956), "El signo" (1973) y "Tratado de la
semiótica general" (1975).
Sin olvidar el paradigmático
"Apocalípticos e integrados"(1964), que se estudió durante años en las
facultades y donde el autor hablaba de un tema eterno y constante en él,
el binomio entre la cultura popular y la alta cultura.
En aquel
libro, el escritor piamontés trataba sobre la influencia de los medios
de comunicación y la cultura de los cómics o las canciones populares.
Y
es que Il Professore conocía bien el periodismo y los "mass media". En
los años 60 comenzó a escribir artículos y ensayos en los periódicos en
los que ya hablaba de la cultura de masas o el arte contemporáneo.
Se
sentía parte del oficio, decía, y escribió "desde dentro" su último
libro, "Número cero" (Lumen), un relato satírico donde sacaba a la luz
"la máquina del fango" de periodistas y políticos corruptos.
Un
relato que comienza en 1992 cuando un empresario italiano (que hace
pensar en Berlusconi) crea un periódico cuya única intención no es
informar sino ser una máquina de poder para crear presión, desacreditar a
políticos y rivales, crear informes, dosieres, noticias falsas y
complots.
"Desde hace más de diez años tenía esta novela en mi
cabeza. Siempre he querido hablar de los problemas del periodismo, y
ahora también de internet, donde se puede mentir mucho. Yo he utilizado
internet para esta novela, donde me he informado, por ejemplo, de la
autopsia que se le hizo a Mussolini", añadía.
"Pero internet es
como el automóvil: uno no se puede pasar la vida en internet como no se
puede pasar la vida en un automóvil", advertía, con humor, un Eco
torrencial en su discurso y muy pesimista por ese uso "indiscriminado"
de la red, donde en muchos casos falta contrastar la veracidad, decía.
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