Sabíamos que estaba peleando con una infección, pero nunca imaginamos
que no iba a superarla. Su maletín de medicamentos de todos los
colores, para todas las dolencias, hacía de Pepe un ser inmortal, con
los achaques de la edad y la coyuntura, pero con resistencia y
habilidades para sortear todos los baches. No ha servido el maletín, ni
la habilidad y dedicación de los médicos que le han atendido en San
Sebastián, donde el azar había determinado que fuera atendido.
Pepe Oneto es historia del periodismo español durante algo más del
último medio siglo; uno de los grandes, siempre atento, informado, con
olfato, con instinto, con sagacidad y con intención para hurgar en lo
importante. Pepe tenía agenda, siempre la tuvo, desde sus comienzos
agencieros para France Press y Colpisa a su peripecia en el “Madrid”,
“Cambio16”, “Tiempo”, “Antena 3” y durante la última década en
“Republica.com”.
Pero además de estar en las noticias sabía distinguir y
ordenar, distinguir lo que es relevante de lo banal, ordenar con la
disciplina del oficio y mirar donde otros tratan de evitarlo. Tenía
estilo propio y forma parte de lo que podríamos llamar “nuevo
periodismo” español, en la estela de los grandes norteamericanos que
leyó y asimiló. Fue uno de los primeros que marcaron tendencia en el
periodismo de la transición y la democracia.
Pepe lo ha hecho todo en periodismo y lo ha hecho bien; su sentido
del humor gaditano y madrileño y su ironía era imposible de imitar.
Sabía reírse de todo, relativizar, no dejarse impresionar. Nunca se
distrajo con otras tentaciones que no fueran el periodismo aunque no le
faltaron oportunidades. La notoriedad, la popularidad, no se le subió a
la cabeza, sabía dónde estaba y adónde podía llegar.
(*) Periodista
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