La prensa lleva diez años sumida en una grave crisis. En España, se había llevado por delante en 2015 a 375 medios y dejado en la calle a 12.000 profesionales,
según la Asociación de la Prensa de Madrid. La sangría continúa.
En
Estados Unidos hay unos 3.000 despidos anuales. Mientras empresas y
redacciones prueban fórmulas para sustituir el hundido modelo clásico de
negocio, los lectores dicen a los periodistas en qué deben mejorar. Ha
llegado el momento de escucharles más que nunca porque les vamos a pedir
que paguen por leernos en la edición digital.
La crisis es financiera (los ingresos por publicidad han caído a la
mitad) y de confianza (solo el 31% de los españoles se fía de la prensa,
según el Pew Research Center). Ambos fenómenos están conectados, porque
el destrozo contable ha originado redacciones menguadas con sueldos más
bajos, recortes en viajes y coberturas, menos páginas y ediciones,
noticias urgentes menos meditadas, más erratas, anzuelos en busca de
audiencia, sometimiento a Google o Facebook…
No todo, ni mucho menos, ha sido negativo, porque la crisis ha
coincidido con una digitalización traducida en un contenido más variado,
mejor presentado, con nuevos formatos, más interactivo, con nuevas
secciones audiovisuales o de datos, más conectado con los lectores…
Esos lectores nos dicen a diario qué aspectos consideran mejorables.
El inicio de 2020 es un momento adecuado para analizar las principales
quejas de 2019.
Anzuelos frívolos. Una crítica habitual de quienes
se califican “lectores de toda la vida”. En noviembre, José Pedro
Rodríguez resumía lo que bastantes lectores dicen de la sección Gente:
“Observo como si hubiera dos marchas: por un lado, las noticias más
serias, bien armadas, que son la mayoría; por otra, otras —menos, que
van a más— donde se abre la mano. Informaciones sin firmar, a rebufo de
otros medios y buscando, supongo, tráfico virtual. Nada que no se pueda
encontrar en cualquier digital de tercera división. ¿Vale la pena?”
Hasta el último día del año he recibido quejas por ese motivo porque el
diario publicó el 31 de diciembre una página entera con cuatro fotos
bajo ese titular: “Cristina Pedroche, anatomía de un vestido convertido en acontecimiento”.
El tema del vestido estuvo destacado dos días en la portada de la web,
algo que el lector Jordi Santamaría considera “excesivo” para un
periódico que lucha contra la explotación del cuerpo de la mujer. En los
comentarios de la web también hubo críticas: “Mujeres, no objetos”;
“Fuera de lugar”, “desnudo sexualizado”…
El lector Guillermo Ferrer, entre otros, amplió la crítica a textos
de S Moda, como el de esta frase del 30 de septiembre —“Cuando lo hago,
tiro de la cadena rápidamente para evitar el olor”— incluida en la
información titulada “Las increíbles tácticas de las mujeres para ir al
baño en la oficina”.
El periódico del PSOE. Un clásico, con ejemplos como
un texto de noviembre sobre la condena por los ERE de Andalucía sin
mención al “PSOE” o los “socialistas”. El periódico también publica
textos críticos con la izquierda. Este mismo sábado se quejaba el lector
Domingo Ochoa de la columna de Daniel Gascón titulada “La coalición de los trileros”.
A menudo, los lectores confunden “objetividad”, que no existe, con
“independencia”, que solo se tiene si el negocio es rentable.
Información y publicidad. Muchos lectores critican
lo que consideran “invasión publicitaria” —no es así, si se compara con
otros medios—, pero son más los que afirman que no se separa bien la
información de la publicidad. La última queja fue de Miguel Marcos
Martín, porque el 27 de diciembre publicamos en la sección Escaparate
este controvertido tema: “Mano de Santo, el remedio contra la resaca que va a arrasar estas fiestas. Para llevarlo en el bolso cada noche y regalárselo a todos aquellos que lo vayan a pasar tan bien como tú”.
Erratas. Otro clásico. Los diez redactores de
Edición no dan abasto para “limpiar” los 300 textos diarios publicados
en la web más los de la edición impresa.
Toros en Cultura. Invité en junio a los lectores a que opinaran sobre el hecho de que EL PAÍS siga publicando crónicas sobre corridas de toros. De ningún asunto he recibido tantos y tan rotundos mensajes, casi todos para exigir que el diario abandone esos temas.
Comentarios. Los lectores publican unos 11.000
mensajes diarios en la web sin participación alguna de la redacción para
intentar elevar el nivel del debate. El lector Carlos López se quejó el
28 de diciembre de que esa sección “nada aporta a una mejor comprensión
de la situación” porque muchos mensajes son “reacciones viscerales” u
“obra de trolls”. El periódico sabe que debe cuidar esa área.
Quejas como esas deben estar más presentes que nunca cuando el periódico está a punto de cobrar por acceder a sus contenidos.
Es el momento de insistir en que el periodismo de calidad es caro y que
el chabacano será siempre gratuito. Y que es falsa esa distinción entre
periodismo digital, tradicional, 2.0, ciudadano… Solo hay dos tipos de
periodismo: el bueno y el malo. Los lectores de EL PAÍS, obviamente,
exigen el bueno. Y no hay periodismo sin lectores, así que conviene
escucharles.
(*) Periodista y Defensor del Lector en El País, de Madrid
Correo electrónico: defensor@elpais.es
No hay comentarios:
Publicar un comentario