jueves, 29 de enero de 2009

Periodistas digitales, ¿de tercera? / Gema Lendoiro

En un congreso hay cosas más apasionantes que otras (qué duda cabe). De todas las que más generan controversia es una que se viene peleando desde que Internet se instaló en nuestra profesión.

Hay una cosa que es irrefutable: las bondades de internet no conllevan maldades. Me explico. Es barato, con una conexión portátil de 50 euros mensual puedes leer todos los periódicos que quieras a cualquier hora del día, en cualquier lugar y de cualquier parte del mundo. Luego en términos económicos es, efectivamente, barato.

Es universal. Se puede estar en la sierra de Madrid y leer el Financial Times sin necesidad de bajar al kiosco qué, además, a las tres de la tarde está cerrado.

Bien, esto está meridianamente claro pero entonces aparece otro debate que me parece muy divertido. Ayer pasó en este congreso. Se lidiaba precisamente de esto, de los nuevos medios. Y ahí se lió la gorda. Sí porque hay viajas glorias del periodismo que se niegan a aceptar lo irremediable de la vida: que llegan nuevos tiempos. Estoy total y absolutamente en desacuerdo con la idea que algunos de ellos defienden: que los periodistas digitales son periodistas de tercera categoría.

Hacía tiempo que no oía semejante necedad. Un periodista, como bien dijo en ese debate Constantino Mediavilla, presidente del Grupo Diario Crítico, es aquel que busca la noticia, obtiene sus fuentes y lo cuenta (da igual cómo, con voz, por escrito…) y además lo cuenta bien y llama la atención de su audiencia. Y esas cualidades están presentes en el personaje independientemente del medio en el que trabaje.

Un buen periodista se adapta al medio, de la misma manera que un buen corresponsal cuenta lo que ve independientemente de los medios con los que disponga a su alcance. El periodista es el que cuenta y establece el puente entre el proscenio de la noticia y la sociedad. Es absurdo creer que un profesional por trabajar en papel es mejor que uno que lo hace en una redacción digital.

Pero en realidad creo que más bien los que defienden esta arcaica idea es precisamente por su condición de arcaicos. Cuando algo no se entiende es más sencillo rechazarlo que aceptarlo. Incorporarlo a tu vida supone un esfuerzo que no todos están dispuestos a realizar, entre otras cosas porque se creen que ya no tienen nada que demostrar. Y está bien.

Yo prefiero que esas viejas glorias se vayan quedando atrás porque no tengo ninguna duda de que el periodismo en papel tiene los días contados. No puedo aventurarme a una cifra, desde luego, pero viendo los futuros compradores de prensa, me doy cuenta de que los tiempos avanzan que es una barbaridad.

Un ejemplo, ¿qué adolescente se comunica con sus iguales utilizando el teléfono fijo? Sus redes de comunicación han cambiado y todas, sin excepción, pasan por Internet. ¿Qué creen entonces que consumirán de adultos? Pues eso, que Dios nos coja confesados si los periodistas del futuro son de tercera categoría como defendía ayer una vieja gloria con vehemencia.

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