domingo, 31 de octubre de 2010

Algo que ya sospechamos / Luis de Velasco

La secretaria de Estado Hillary Clinton ha calificado el asunto de las filtraciones de WikiLeaks como una “tragedia”. Pero Clinton no se refería al contenido de los documentos difundidos sino al hecho de su divulgación. Ningún comentario sobre su contenido salvo reafirmar lo mismo que dijo cuando se publicaron los documentos de la guerra en Afganistán y es que esa difusión pone en peligro vidas de americanos y aliados. Nada que decir sobre las barbaridades y crímenes de guerra cometidos por las tropas de su país en Irak y por las iraquíes con el conocimiento y consentimiento de la potencia ocupante, esto es Estados Unidos.

Los documentos revelados por WikiLeaks, una decisión que sólo merece agradecimiento, confirman lo que se sospechaba desde el comienzo de la invasión norteamericana de Irak en una guerra de agresión, ilegítima e ilegal. A lo largo de estos años se han publicado allí libros, reportajes, artículos, pruebas de que se mataba y se torturaba con absoluta impunidad. Estaba claro que lo de Abu Ghraib no era un incidente aislado sino una muestra de un mal extendido, amparado y legalizado.

También a lo largo de estos años, las más altas magistraturas del país, comenzando por el más directamente responsable de esa guerra, George W. Bush, afirmaron y reafirmaron que, por parte de la administración norteamericana ni se practicaba ni se amparaba la tortura, por entenderla siempre contraria a los “american values”, los valores del país. Y que si había víctimas civiles en el conflicto, un conflicto no buscado por Estados Unidos ya que se trataba de evitar el uso y la difusión de las famosas armas de destrucción masiva, eran víctimas no buscadas ni deseadas, simples “daños colaterales”.  

Mentía Bush una vez más, como tantas otras veces, mientras su ejército y los mercenarios contratados así como el ejército iraquí y las milicias sunnitas y chiítas seguían con una orgía de muerte y destrucción que ha hecho retroceder a Irak decenas de años. Todo ello en nombre, como se dijo también desde el bando invasor, de establecer la democracia en ese país. Cruel ironía.

Nadia hará nada en la esfera oficial en Estados Unidos porque la difusión de esta documentación no aporta nada que sus dirigentes no conocieran ya. El presidente Obama está en otras cosas y con otras preocupaciones, la más inmediata evitar una debacle electoral la próxima semana. A la inmensa mayoría de la opinión pública de un país eminentemente conservador y que mira hacia adentro, este tema le parece lejano y le pilla muy a trasmano como para preocuparse. Solamente se escuchará la voz de unos pocos “liberals”, los progresistas, que se irá apagando en el vacío y el silencio volverá de nuevo. 

Hasta la próxima porque en la historia de Estados Unidos, un “sheriff” mundial no precisamente benevolente en muchas ocasiones, hay muchas de estas acciones que abarcan desde Nicaragua o República Dominicana hasta Chile o Indonesia, por citar algunas pocas. Eso sí, siempre en nombre de la libertad y la democracia.

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