lunes, 31 de enero de 2011

Soëtemondt, la periodista francesa que se infiltró en la propaganda china

PARÍS.- Dejó los sofisticados platós parisinos de televisión para instalarse en los fríos estudios de Radio China. Cambió la palabra por la censura. Anne Soëtemondt bajó de la nube del periodismo para descender a los infiernos... Y todo voluntariamente. Durante un año la periodista francesa trabajó para la radio estatal del país asiático y vio con sus propios ojos cómo funciona el gran hermano chino. Una experiencia que narra en el libro 'Yo trabajé para la propaganda china', recién lanzado en Francia, según recoge 'El País', de Madrid.

Soëtemondt fue contratada como experta del servicio francés de la radio asiática, que emite en varias lenguas. Su labor consistía en corregir y traducir los comunicados de prensa y animar algunas emisiones. El libro describe los mecanismos de control de información, la corrupción, los favoritismos hacia los miembros del partido... La versión en carne y hueso del 1984 de George Orwell en pleno siglo XXI.
La profesional narra la actitud de sus sumisos compañeros y la de una población asustada que, a ojos de los medios nacionales, vive en una China en la que no hay pena de muerte, ni arrestos ni persecución política. Todo eso no existe en la calle, pero tampoco en los platos ni en las redacciones. Allí, sin embargo, a la figura del técnico de sonido y a la del periodista se une una nueva: la del censor, la persona que se encarga de revisar todo el material que posteriormente se va a emitir en beneficio de la "armonía colectiva".
Una "no censura" que la profesional francesa sufrió en carne propia. Así, en sus montajes había partes que en emisión habían desaparecido misteriosamente, como si se las hubiera tragado selectivamente el sistema de edición. También describe las inexplicables interferencias que sufrieron la inglesa BBC y la francoalemana TV5 durante el terremoto en Sichuán en 2008.
Y lo que se emite se emite codificado, en un lenguaje cifrado. Tiananmen es la Plaza de Pekín y lo que allí ocurrió en 1989 (la represión gubernamental de la revolución estudianil dejó miles de muertos) fue "la proclamación de la nueva China por Mao".
Palabras como Tibet o Taiwán activan rápidamente la alarma. Las máquinas de maquillar información empiezan a echar humo y el periodista en cuestión se mete en problemas. Además, en el país de la elécronica las redes sociales como Facebook, Youtube o Twitter no existen. Tampoco las ONG "peligrosas" como Reporteros sin Fronteras.
Pero no todo son pegas. Según el testimonio de la periodista, conseguir una subida de sueldo en la China censora es mucho más fácil que en la Europa libre. Soëtemondt cuenta cómo, cuando un compañero suyo amenazó con marcharse, su jefe le ofreció doblarle el salario. En China, a falta de libertad, sobra el dinero.

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