domingo, 29 de mayo de 2011

El ejercicio del periodismo en Honduras se ha vuelto peligroso / Luis Alonso Gómez Oyuela

El ejercicio del periodismo se ha vuelto uno de los oficios más peligrosos del mundo. Ejercerlo en el interior del país hoy día se convierte en un acto de heroísmo, riesgo e incomprensión.
Ya nadie está seguro de nada, decir o escribir verdades, denunciar la corrupción, la impunidad, el crimen y los desaciertos del gobierno ponen en la mira de las armas letales la vida de los periodistas y dueños de medios en cualquiera parte del país.

“Nadie debe escribir como periodista lo que no pueda sostener como caballero”, Walter Williams”. La verdad, la igualdad, la fraternidad y la libertad son los principios que sirven de base al progreso, y el periodismo ha de afanarse en fomentar tales postulados entre los gobernantes y los gobernados como medio de que se realice la cooperación entre ellos, para marchar de frente hacia la consecución del progreso del país.

Todas las épocas han sido difíciles para el ejercicio del periodismo en sus diferentes formas. Ayer las dictaduras de derecha trataron de silenciar la prensa en su afán de ejercer el control absoluto del poder por encima de los derechos individuales y cuando la prensa denunció el abuso de los gobernantes de turno en Centro América y el resto del mundo los medios de expresión fueron cerrados, los periodistas encarcelados, enviados al exilio y en el peor de los casos silenciados para siempre.

DICTADURAS


Las dictaduras de izquierda hacen lo mismo con tal de perpetuarse en el poder ahora con el disfraz de gobiernos elegidos por la vía de las urnas, sin que haya una prensa independiente que señale las arbitrariedades cometidas por gobiernos autoritarios y populistas.
Para estos regímenes la mejor forma de silenciar la prensa es la amenaza de la clausura de los medios que no se pliegan a sus intereses y así poder contar que una prensa que sólo señale las bondades del sistema político impuesto, lo cual es un indicativo claro de conculcar las libertades ciudadanas.

En estas circunstancias, tanto las derechas como las izquierdas, llámese “revolucionarios” o “democráticos”, la consigna siempre será no permitir la crítica, la denuncia y la libre expresión de los pueblos que a través de los medios y los que ejercen el periodismo encuentran la única forma de manifestar el descontento y el abuso del poder.

Pero el problema va más allá del comportamiento de los gobernantes con relación al ejercicio del periodismo, la profesión más peligrosa en el continente porque no se trata sólo de la conducta autoritaria de los gobernantes sino de otras fuerzas que operan al margen de la ley como el crimen organizado y el narcotráfico.

Los periodistas viven (vivimos) bajo la amenaza constante del chantaje y las amenazas de muerte, una de las formas para silenciar a hombres y mujeres que se atreven a denunciar el delito, la corrupción y el abuso.


ACCIONES PARA SILENCIAR LA PRENSA


En esta acción coercitiva participan otros sectores que hacen causa común con los que siempre han visto a los hombres de prensa como enemigos y que sólo los utilizan para lograr sus fines políticos, hacerse del poder para usufructuar los recursos del Estado en detrimento de las grandes mayorías por las que los periodistas han venido luchando para que su voz no se pierda y cale en la conciencia de aquellos que conducen los destinos del país.
Los últimos acontecimientos en los que en forma violenta han perdido la vida 12 periodistas, un empresario de medios y el pasado 23 del mes en curso el atentado criminal y cobarde en contra de un hombre honesto, dedicado a servir a la comunidad como es el gerente general de esta empresa periodística, MANUEL ACOSTA MEDINA, es un indicativo de la amenaza que pesa sobre la libertad de expresión en Honduras y la vida de ciudadanos honrados, hoy convertidos en víctimas de la ola delictiva que azota el país.

Honduras ya no es el país donde se respira paz y tranquilidad. Los hondureños estamos a merced de los sicarios, del crimen organizado, y lo peor, ante la incapacidad de la policía y las debilidades del sistema judicial.

Ante esta realidad y volviendo al tema de los periodistas, muchos se han visto obligados a abandonar el país para salvar sus vidas. Lo que está pasando no constituyen hechos aislados porque así como estos colegas han perdido la vida, la amenaza pende sobre cualquiera que ejerza el periodismo de denuncia desde una plataforma independiente.


IMPUNIDAD


Los crímenes y atentados cometidos en contra de periodistas hasta hoy se desconoce quién o quiénes están detrás de esta vorágine de sangre que también afecta a centenares de hondureños a lo ancho y largo del territorio nacional, sin que las autoridades de investigación hayan dado con el paradero de los autores materiales e intelectuales de la violencia institucionalizada.
Existen deferentes maneras de amedrentar a quienes ejercen el periodismo y de ello no se excluye al gobierno porque la persecución y represión tiene matices diferentes que van desde la negativa de los contratos de publicidad estatales de los que viven muchos colegas que pagan espacios para hacer trascender la noticia desde el interior del país.

El gobierno está en la obligación de proteger la vida de todos los ciudadanos, cualquiera sea el color político, creencia religiosa o estatus social, porque ciudadanos somos todos, y todos seres humanos que tenemos derecho a la vida.

Los periodistas ayer y hoy siempre serán miembros activos del pensamiento, obreros de la palabra, nuestra tarea envuelve suprema trascendencia espiritual, porque haciendo honor a los soldados del pasado, que supieron cumplir en su tiempo con los imperativos del deber.

No sólo tratemos de emular y acrecentar con nuestros valores su herencia imponderable, sino que empeñemos cada uno nuestro esfuerzo dentro del conglomerado periodístico, para que este se transforme en verdadero reflejo de la opinión pública y guía moral de la conciencia cívica en la lucha por la cultura humana.

Que la sangre de periodistas no siga bañando el suelo patrio, que la amenaza y el abuso de poder no convierta en víctimas inocentes a quienes en el libre ejercicio de sus derechos se dedican a informar al pueblo.

Es oportuno hacer un llamado a la prudencia, sin que con ello tengamos que silenciar nuestra voz o dejar de escribir lo que sentimos como hombres libres. Dios salve a Honduras.

Email: luisgoyuela15@yahoo.com

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