domingo, 23 de septiembre de 2012

De cómo Francisco Gómez Antón ya hablaba en los años 80 de los 'SIE' / Juan Antonio Giner *

Hay personas, profesores y periodistas que dejan una huella muy profunda en las gentes que tienen la suerte de conocerles y tratarles. Los alumnos de Gómez Antón le llamarán siempre “Don Francisco” y para quienes tuvimos la fortuna de ser sus colegas y amigos, sera “Paco”. Fue uno de los primeros profesores de la Universidad de Navarra, cuasi fundador del Instituto de Periodismo y luego vicedecano de lo que fue su Facultad de Ciencias de la Información.

Yo le debo muchas cosas, entre otras el conseguirme una beca postdoctoral de la Fundación Ford que me llevó a la Escuela de Periodismo de la Universidad de Columbia en Nueva York. Paco era amigo íntimo de Peter Frankel, entonces director de la Fundación Ford en España que estaba buscando profesores jóvenes e inexpertos dispuestos a cruzar el charco y volverse con algo más de cultura periodística al estilo norteamericano. Para tranquilidad de Peter, Paco y la Fundación Ford debo decir que ese año fue para mí inolvidable y decisivo.
En la Escuela de Periodismo que fundara Joseph Pulitzer que, dicho sea de paso, era un editor mucho más bociferante, camorrista, peleón y sensacionalista que don Ruperto, coincidí con Enrique Ybarra cuyo padre acababa de asesinar ETA.
Mi tutor era Philip Davison, director de la Public Opinion Quarterly Review, y el decano de entonces era Osborn Elliot un antiguo director de Newsweek. Allí se editaba la Columbia Journalism Review y entre todos los profesores destacaba el más pequeño y feroz de todos, Edwin Mencher.
Este Mencher nos tenía aterrorizados. Era profesoresor de reporterismo y su técnica era muy sencilla: decía que la ciudad de Nueva York era el mejor “laboratorio de periodismo” del mundo y en un ciclo infernal 24/7, asignaba coberturas en tiempo y deadlines reales que no volvían locos, pero al mismo tiempo nos formaban en las destrezas básicas de este oficio.
Sus críticas eran demoledoras y sarcásticas. Decían que Ben Bradley el director del Washington Post, conocido por sus malas pulgas, comparado con Mencher era una Hermana de la Caridad. Yo diría más, Mencher era, asdemás de una mala bestia, el editor más viriulento, exigente y fascinante que yo he conocido. Le odiábamosy temíamos pero en el fondo todos le admirábamos profundamente.
Con “Don Francisco” pasaba todo lo contrario: era en Pamplona uno de los professores más queridos, más respetados y, sobre todo, de quienes más aprendían los estudiantes. Era muy exigente pero enseñaba mejor que nadie. Tenía una gran formación jurídica y se había especializado en el Derecho Administrativo que siempre ha sido una de las asignaturas más endiabladas e ininteligibles del mundo leguleyo. En sus clases de Periodismo utilizaba no la “pizarra” de Apple sino la tiza pura y dura. Pero la manejaba con un talento muy singular: era un extraordinario diagramador de ideas y procesos complejos. Podría haber sido un Peter Sullivan de la infografía. Y habría ganado más Premios Malofiej que Mario Tascón o George Rorick.
Daba clases de Sistemas Políticos y uno acababa familirizado con la Constitución de los Estados Unidos como si fuera uno de sus Padres Fundadores; uno terminaba entendiendo los entresijos misteriosos del Comité Central del Partido Comunista de la Unión Soviética como si fuera el mismísimo Kruschef o el Jefe de la KGB; y uno hasta llegaba a comprender que aquello tan misterioso de los Principios del Movimiento Nacional y de la Democracia Orgánica eran sucedáneos y ortopedias políticas con poca vida por delante.
Paco era además un magnífico gestor y desplegaba una actividad frenética dentro y fuera de la Universidad, lo que le llevó a recorrer medio mundo y a vivir largas temporadas en Francia y Estados Unidos.
Fue professor visitante de la Universidad de Stanford en California y oyéndoles contar sus aventuras en Palo Alto, uno se sentía transportado a un mundo fascinante. Yo acabé también en Stanford al cabo de los años y por eso ahora que voy a estar unas horas en aquel campus hare algo simbólíco en recuerdo de Paco: irme al supermercado de la Universidasd y zamparme un “mil shake extra large” porque de ellos se alimentaba quien no gustaba de cocinar y decidió que en la nevera de su apartamento no habría nada más, decía él no se sabe si en serio o en broma, que toneladas de batidos de chocolate.
Como es sabido, y no resulta fácil de entender, yo acabé sustituyéndole como Vicedecano de la Facultad de Ciencias de la Información de la Universidad de Navarra en lo que fué un claro bajonazo, pero Paco siempre estuvo cerca y él me recordaba muchas veces algo que yo mismo le había contado de mi paso por Columbia: “No te preocupes, que aquí hay mucha gente mejor que tu y que yo
Yo le había contado a Paco que un día, durante mi estancia en Nueva York, el Presidente de la Universidad de Columbia, que así llaman allí a los Rectores, nos invitó a un grupo de becarios extranjeros para cenar en su casa. En el cocktail nos fue saludando uno a uno y cuando tocó mi turno, me preguntó que qué era lo que más me había impresionado de la Universidad.
Como yo era un pardillo le dije sin pensarlo que “la Faculty”, los profesores. Y él riéndose me contestó: “Pues ya lo siento, porque está usted completamente equivocado”. Yo debí poner cara de imbécil porque sin dejarme replicar me sacó de la supina ignorancia en que andaba. “Mire usted, Giner, lo que hace grande a una Universidad no son sus profesores sino sus estudiantes. Y por eso si aquí no conseguimos tener grandes estudiantes, los mejores profesores no vendrán nunca”.
Eso mismo, si me lo permiten, es lo que pasa con los diarios, las revistas y los medios online: los hacen grandes y poderosos no sus editores, directores o periodistas (lo siento) sino sus lectores y anunciantes.
Aquella fue una de las mayores lecciones que yo aprendí en aquel año neoyorquino. Y, con más o menos fortuna, la he tratado de aplicar allí por donde fui pasando.
Por experiencia propia yo puedo decir que siempre estuve, y estoy, rodeado de gente que es, sabía y era mejor que yo: en el periodismo, en la Universidad y ahora en la consultoría. Ser Presidente de INNOVATION es muy fácil: basta con tener trabajando a magníficas personas, extraordinarios periodistas y grandes consultores, en empresas y con clientes de primera, todos mejores que yo.
Es lo que decía también David Ogilvy: La regla de oro es “hacer negocios de primera con clientes de primera”. Yo a esa frase de aquel genio de la publicidad le añadiría un solo matiz: “Hacer negocios de primera, con personas, profesores, periodistas o consultores de primera para clientes de primera”.
Por eso no hay nada que me ponga más nervioso y me deprima más que llegar a una redacción y ser recibido por un figura de director que habla mal de sus periodistas, que son nos vagos, que son unos inútiles, que habría que echarlos a todos, etc. Ante semejantes energúmenos uno piensa siempre que cuando eso sucede, y fuera verdad, eso mismo demuestra que estamos ante un director tan incompetente como impresentable que con los años se ha fue rodeado de inútiles mayores que el.
Paco nos abrió caminos por todo el mundo y nos impulsó a viajar haciendo uso de una curiosidad infinita que venía acompañada de una inagotable capacidad de asombro y siempre enormes ganas de aprender de todo y todos en todas partes.
Eso mismo pensaba Joseph Pulitzer. Muy pocos saben que los “premios” que llevan su nombre incluyen todos los años una categoría que siempre pasa desapercibida pero que yo creo es el mayor premio de todos: un billete abierto y todos los gastos pagados para viajar durante un año por donde un estudiante de periodismo quiera y cómo quiera. Porque ver nuevos mundos, enfrentrase a otras culturas y conocer a otras gentes es, decía Pulitzer, una forma suprema de educarse.
Paco pensaba lo mismo. Y el fue un ejemplo de viajero curioso, infatigable e impenitente.
Esos otros mundos le mantenían y le mantienen joven. Ahora vive en México y allí hace unos meses el Embajador de España en el DF le impuso la ”Gran Ecomienda de la Orden de Isabel la Católica”, condecoración concedida por el gobierno socialista del tarambana de Rodríguez Zapatero.
Lo que muy pocos conocen, y alguna otra condecoración habrá que darle, es que en el comienzo de nuestros trabajos como consultores, Paco se especializó en lo que entonces llamábamos los nuevos “Servicios de Información Electrónica” (SIE) y a punto estuvimos de lanzar otra Carta Confidencial con ese nombre, para la que llegamos a disñar su logo y hasta el borrador de un prospecto. Y es que Paco seguía con enorme interés los balbuceos de Prodigy, Compuserve o de Infosel, un invento de su amigo Alejandro Junco de la Vega del que les hablaré mañana.
En esos años, un día apareció por Pamplona Enrique Altamirano, un prestigioso editor salvadoreño, dueño de El Diario de Hoy que, amenazado el y su familia por la guerrilla había tenido que exilarse en Madrid. Enrique se hizo muy amigo nuestro y hoy esa relación se mantiene con el y sus hijos. Pero lo que más no soprprenidó de aquel personaje culto y de ideas claras y distintas, dispuesto a seguir siendo editor de su diario aunque fuera con el Atlántico de por medio, fue aquel maletín donde llevaba una computadora que por las noches conectaba en su habitación del Hotel Tres Reyes a Compuserve para “editar” a distancia su periódico como si estuviera en algun despacho de su propia redacción.
Aquella tenacidad y la incipiente tecnología que Paco nos animaba a considerar muy en serio no eran más que el comienzo de una revolución planetaria que las computadoras, los servicios online y las nuevas redes sociales han demostrado que no era una locura de “Don Francisco”.
Si hace unos días escribí que a Pepe Armero le gustaría estar el miércoles en San Francisco, a Paco le serviría para decirme eso que dicen mucho los norteamericanos y tambi én repetía el bendito de Roger Fidler: Ya os lo decía yo (“I told you so”).
Además nos pondríamos ciegos de batidos de chocolate.
Y como paga la casa, le pasaríamos la factura a iGod.

(*) Soy un periodista español que ha vivido muchos años en Estados Unidos y ahora reside en Gran Bretaña. Soy el presidente y fundador del INNOVATION International Media Consulting Group.

De Carlos Soria y Francisco Gómez Antón apredí aquello de que "cuando quieras aprender una cosa, enséñala". Y eso es lo que llevo haciendo desde casi cuarenta años, primero en la Universidad de Navarra y luego en mas de un centenar de empresas periodísticas de mucho paises donde me pagaron y pagan por aprender.

Conocí a Steve Jobs en los años 80 en California cuando no tenía la mala costumbre de ir cada año a los fantásticos seminarios de Digital World. Entonces era el CEO de NEXT porque le habían echado de Apple, la companía que había fundado. Y el mismo tuvo la paciencia de hacerme una demostracion de uno de aquellos artefactos que eran las NEXT.

Ahora espero volver a verle dentro de unos días de nuevo en San Francisco cuando el 27 de enero presente muy cerca de Union Square la nueva iSlate de Apple. Estaré allí para contárselo en este blog temporal y también en otro que se publica en un digamos spanishinglish (innovationsinnewspapers.com).

Ese miércoles de la última semana de enero se desvelará el secreto mejor guardado de la historia. Tan secreto que a lo mejor no lo descubre y entonces el autor de este blog, que nace en la semana de Reyes, tendrá que conformarse con el carbón de la desilusión. Pero si me acompañan en esta travesía por el Wild West siguiendo la estrella de Apple, les prometo contarles historias tan mágicas como reales sobre esta nueva Caja de Pandora que, créanmelo, va a revolucionar el modo en que trabajamos, nos comunicamos, educamos y entretenemos.

Y se lo dice alguien para quien el secreto del buen periodismo no está en las botellas sino en el vino. Pero estas nuevas “botellas digitales” son todo un incentivo para producir y distribuir mas que nunca las mejores cosechas del nuevo siglo. ¡Chin, chin!

24 enero 2010

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