La página de noticias PressEurop ha publicado un especial
sobre la situación de la prensa en varios países europeos. Cinco
artículos en los que se explican las causas de la enfermedad terminal
que afecta al negocio de ofrecer noticias de calidad.
El País. El primer artículo de la serie se publicó en el diario francés Mediapart
y, con el título ‘El País, víctima de la ambición’, explica a los
lectores franceses algunas de las razones por las que el principal
diario español se encuentra en una situación comatosa: mala gestión,
remuneraciones extravagantes y ambiciones desmesuradas de algunos
directivos del grupo empresarial, empobrecimiento de la calidad
informativa…: “¿Es El País un reflejo de toda la
parálisis española? La crisis que sufre el diario insignia de la prensa
hispanohablante, propiedad del grupo de medios de comunicación Prisa,
presenta rasgos comunes con el hundimiento del país. Un endeudamiento
récord, debido a inversiones faraónicas, figuras destacadas del mundo
financiero que llevan las riendas, a los que no les preocupan mucho los
intereses propios de la prensa, directores remunerados a base de
millones de euros, despidos exprés que corren el riesgo de resultar
contraproducentes… "Es una metáfora de lo que vive España actualmente",
comenta Miguel Mora, corresponsal del diario en París”.
*
Francia. Con el título ‘Cuando se complace a las esferas del poder’, un artículo de The New York Times
sobre la connivencia entre medios de comunicación franceses y poder
político. El panorama de los medios franceses, altamente subvencionados
por el Estado, parece haber cambiado poco desde que Sarkozy abandonó el
poder: “Hollande prometió en su campaña ser “ejemplar”. Pero en
un país en el que gran parte de la élite de París comparte antecedentes
comunes, ha ido a los mismos colegios y suele acudir a las mismas
fiestas, ha perdurado la mezcla de periodistas y políticos. Daniel
Carton, antiguo reportero en Francia, culpaba a los medios de
comunicación por no hacer más para evitar esos estrechos vínculos.
“Saben exactamente qué deben hacer para que las cosas no se
descontrolen, pero no lo harán”, comentaba Carton, que criticaba
abiertamente los conflictos de interés en el periodismo francés”.
*
La ejemplar Alemania no da ejemplo. El redactor jefe del Frankfurter Allgemeine Zeitung habla
sobre las promesas –incumplidas- de la sociedad de la información. ¿No
iban a librarnos las nuevas tecnologías de todos los males inherentes a
la prensa tradicional? ¿Qué ‘línea editorial’ ofrecen las nuevas mega
empresas tecnológicas que ejercen como quasi monopolios –indisimulados-
de gadgets, aplicaciones y redes sociales en las que un ‘Me gusta’
condiciona que un artículo sea más o menos popular?: “El nuevo libro de
Naomi Wolf, Vagina: una nueva biografía
se convirtió por ello en "V*****a" en la tienda en línea de libros
electrónicos de Apple, y tuvo que producirse un clamor de protesta para
que Apple volviera al título original. Evgeny Morozov citó este y otros ejemplos en el New York Times,
llamando la atención sobre el hecho de que los gigantes de la
información estaban redefiniendo las normas culturales de modo
autoritario, la mayoría de las veces sin que nadie se diera cuenta de
ello”
¿Ciber-revoluciones?: “Demostrar, como hizo Robert S. Eshelman en la revista The Baffler, que la primavera árabe no la desencadenaron Twitter ni Facebook, sino los sindicatos que se organizaban en secreto desde hacía años,
no constituye una afrenta a los smartphones o a Facebook. Una
demostración así más bien plantea la cuestión de saber cómo el
periodismo internacional pudo tomar esos atajos, y por qué parece
costarle tanto hoy meditar sobre la observación del exdirector de Google
Egipto, Wael Ghonim, que explica que "nadie se puso en contacto con la
clase obrera egipcia a través de Internet y Facebook": "Las redes
sociales desempeñaron una función, es cierto. Pero esta revolución no ha
sido una ciber-revolución".
¿Y si las Grandes Preguntas disyuntivas estuviesen mal planteadas?:
blogs vs. peridismo tradicional, información on-line vs. papel impreso,
etc.: “Como si la cuestión no fuera más bien saber si los
periodistas pretenden resistirse al afán de notoriedad o al contrario,
seguir apareciendo como caricaturas de un sector que hace de su propia
crisis un gran titular. Como si existiera realmente una
diferencia ontológica entre los blogueros y los periodistas, por
ejemplo, y no sólo diferencias individuales; y como si no estuvieran
todos en el mismo barco. Una cosa está clara: los diarios tienen que
invitarnos permanentemente a la inteligencia y en este ámbito es donde
más tienen que aprender”.
Una respuesta: “¿una sociedad puede sobrevivir sin un
periodismo de calidad? Ahora que cada vez más periodistas dejan que
Silicon Valley y Wall Street les dicten sus previsiones sociales,
podemos atrevernos con total calma a dar una respuesta muy sencilla: en
absoluto”.
*
Suecia: ¿la cultura no es rentable? Menos reflexión y más consumo. Un antiguo crítico literario del diario sueco Svenska Dagbladet comenta
la decisión editorial del diario de reducir drásticamente sus páginas
culturales: desde el pasado noviembre, los contenidos culturales se
incorporarían en una nueva sección denominada ‘estilo de vida’. El
diario es propiedad de un grupo mediático noruego.
¿El público debe decidir los contenidos de un diario?: “El despido de
los colaboradores culturales del Svenska Dagbladet no es un caso
aislado, sino que es una consecuencia extendida de la crisis
internacional de la prensa. Para hacer frente a la competencia
de la prensa en Internet y otros medios virtuales, los directores de los
diarios se sienten obligados, aunque apenas tengan justificación, a
revisar a la baja sus ambiciones intelectuales con el fin de llegar a un
mayor público”.
¿Ahorro de costes y riesgo de banalización?: “¿Cuáles serán las consecuencias de estos cambios en las suscripciones? Un
periodista joven, freelance y motivado no cuesta mucho dinero y es
posible ahorrar a corto plazo, incluso captar a algún lector de aquí y
de allá, dentro la joven generación que, esperemos, aprecie la nueva
línea editorial del diario, centrada en el "estilo de vida", y que por lo tanto conceda importancia a la moda, la decoración, los viajes, el ocio y los grandes éxitos literarios”.
*
Legiones de periodistas freelance en el corazón de Europa. Un periodista freelance australiano cuenta su experiencia en Bruselas, el centro de la descentralizada Europa.
El joven periodista levanta acta de la progresiva desaparición de los corresponsales permanentes y con contrato fijo: “El segundo periódico más importante de Italia, La Repubblica,
hace poco sustituyó a su corresponsal de Bruselas que se iba a jubilar
por… él mismo, es decir, le dijeron que podía seguir ocupando el puesto,
pero como freelance con un contrato exclusivo. La oficina en
Bruselas del periódico ahora está integrada por un corresponsal jubilado
que complementa su pensión haciendo el mismo trabajo que hacía antes”.
Gacetillero no es sinónimo de glamour: “No es la vida glamurosa que
normalmente se asociaría al periodismo en la ciudad más importante de
Europa. A lo largo del día, oigo por casualidad a un periodista que
habla por teléfono y pregunta qué tipo de almuerzo se servirá (gratuito)
en una conferencia que tenía pensado cubrir. “Cuando dice sándwiches,
¿a qué tipo de sándwiches se refiere?”, pregunta. Poco después, alguien
se está peleando con su periódico, porque quiere que asista a una
reunión anual en su país de origen, pero no le pagará el billete de
avión. El periódico al final cede, pero el periodista tendrá que
tomar un vuelo de Ryanair desde Charleroi (la ciudad a una hora de
coche al sur de Bruselas que a todo el mundo le encanta odiar). El
periodista se pasa el resto del día refunfuñando”.
Información resultante: “Resulta difícil saber cómo afecta la
situación de estos periodistas al modo de informar sobre la actualidad
europea, dado que muchos freelance europeos de los que
están sentados a mi lado mientras escribo esto nunca han conocido otra
cosa. Trabajan frenéticamente, saliendo a toda pastilla de la
conferencia de prensa del mediodía y escribiendo como locos durante la
siguiente hora. Rara vez viajan y admitirán sin problemas que no tienen
mucho tiempo para investigar, que están ahí para recopilar las noticias
sin complicaciones que les ofrece cada día la Unión Europea”
Sobredosis informativa institucional, ¿momento histórico sin
auténticos cronistas?: “Nos encontramos aquí, en un momento decisivo de
la historia de Europa y del mundo. En los próximos años, la Unión
Europea o bien empezará a deshacerse o bien sus miembros principales
adoptarán el espíritu pionero de los fundadores y lucharán por lograr
una mayor unidad, incluso una federación en toda regla. Todo esto ocurre
a paso de tortuga, pero cuando en los próximos cinco años se resuman
nuestras noticias, habremos escrito la crónica de algo grande. Podría
ser el mejor trabajo de nuestras carreras.
“Pero ¿estaremos a la altura del reto? ¿Seremos capaces de
estar por encima de la nebulosa diaria de comunicados de prensa, citas
citables y riñas insignificantes para comprender la época que estamos
viviendo? ¿O acaso nuestro punto de vista privilegiado en el
sótano de la Comisión hace que estemos demasiado cerca de la acción,
demasiado inmersos en la mecánica de los anuncios sobre las políticas,
como para comprender lo que está sucediendo?”
(*) Oviedo, 1980. Licenciado en Derecho y especializado en Relaciones Internacionales,
colabora habitualmente en la edición española de la revista Foreign Policy.
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