LONDRES.- La familia de una enfermera, que supuestamente se
suicidó después de ser objeto de una llamada telefónica de broma desde una emisora de radio australiana en el
hospital donde estaba ingresada la esposa embarazada del príncipe
Guillermo de Inglaterra, rindió un afligido homenaje a su memoria el
sábado, y dijo que su muerte les había dejado un "vacío irreemplazable".
Jacintha Saldanha fue hallada ahorcada en un armario
con heridas en las muñecas en unas instalaciones para el personal del
hospital londinense King Edward VII días después de responder a una
llamada de broma de una emisora de radio australiana que pasó a una
compañera que divulgó detalles sobre la salud de Catalina Middleton.
La llamada la semana pasada acaparó titulares en todo
el mundo, al igual que la muerte de la enfermera, nacida en India, que
conllevó la condena generalizada hacia el responsable de la emisora y
los locutores que hicieron la broma.
Secándose las lágrimas en la catedral católica de
Westminster en Londres donde la familia asistió a una misa, su marido
Benedict dijo que "le habían arrancado una parte de él".
"Los acontecimientos de la semana pasada han destrozado
nuestras vidas y apenas tenemos fuerza para soportar la pena y el
desconsuelo", dijo a periodistas, agradeciendo a Guillermo y Catalina
por sus amables palabras y al primer ministro David Cameron por el
mensaje de condolencia.
"Atesoraré en mi corazón para siempre los diecinueve
años juntos con un fuerte vínculo de afecto y comprensión. La tuya es
una pérdida muy dolorosa que nadie puede reemplazar en mi vida de nuevo.
Te quiero y te echaré de menos para siempre".
Sus hijos Lisha, de 14 años, y Junal, de 16 años,
hablaron de una madre generosa que había trabajado sin descanso para
ellos.
La tormenta mediática surgió después de que los
locutores Mel Greig y Michael Christian de la emisora de Sidney 2Day FM
telefonearan al hospital fingiendo ser la abuela de Guillermo, la reina
Isabel II, y su padre, el heredero al trono Carlos de Inglaterra.
Pese a la imitación poco convincente, Saldanha, de 46
años, pasó la llamada a una enfermera en la zona del hospital donde
Catalina estaba ingresada por nauseas serveras.
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