sábado, 26 de enero de 2013

El periodista / Javier Pérez de Albéniz

El 8 de mayo de 1944 falleció, con solo 46 años, Manuel Chaves Nogales. Si usted sigue la actualidad de la profesión periodística, a través de los comentarios de las redes sociales, las tertulias especializadas o los medios de comunicación, se habrá dado cuenta de que, desde ese triste día, en España solo ha habido tres periodistas. A saber: Enrique Meneses, Gay Talese y Enric González. Teniendo en cuenta que el primero murió el pasado día 6, y que Talese nació en Ocean City (New Jersey), sólo nos queda Enric González. ¡Qué enorme responsabilidad la suya!

Sobre todo en estos tiempos que vivimos, especialmente convulsos para los profesionales de la información: alrededor de 200 medios de comunicación han cerrado en España desde que comenzó la crisis, y unos 6.400 periodistas se han quedado en la calle. Un emprendedor diría que es momento de grandes oportunidades. Así lo han sabido ver en el Grupo Prisa: piden profesionales que escriban en su último proyecto, el diario digital Huffington Post, a cambio de “visibilidad”. O en la agencia EFE, donde ajustan la remuneración de sus colaboradores hasta límites que rozan la esclavitud: seis euros por una crónica regional. O en esa web pirata que pretende pagar 0,75 euros por una noticia de 800 caracteres. No parece muy lejano el día en que los periodistas tengan que pagar para ver publicadas sus crónicas. 

Pero no se desanime, porque no todo está perdido. ¿Recuerda a nuestro único periodista? El mismo día en que el Bayern de Múnich comunicaba la contratación de Guardiola, Pedro J. Ramírez anunciaba a bombo y platillo el fichaje de Enric González. El reportero, que había abandonado El País durante el ERE que puso en la calle a 149 profesionales, fichaba por El Mundo sólo unos meses después de que este diario ejecutara un ERE que afectó a 150 trabajadores. Imagino que Pedro J. no habrá escatimado en gastos... “El recorte de los salarios más altos de la redacción, entre ellos el mío (casi 7.000 euros netos mensuales) indicó que no todo estaba en orden (en El País)”, cuenta Enric en su nuevo libro, Memorias líquidas, editado por Jot Down

Si analizamos la realidad laboral del periodismo llegaremos a la conclusión de que las redacciones del siglo XXI están dividas en dos únicas clases sociales: los esclavos y las estrellas. En medio, hordas de jefes, cargos de medio pelo y algún gurú despistado. Y es que, también en el periodismo, la clase media agoniza.

La culpa no es, evidentemente, del bueno de Enric: ¡es un genio! Un talento en estado puro. Alguien capaz de ganarse la vida escribiendo un par de columnas a la semana se merece todo mi respeto y mi admiración. Columnas por cierto brillantes, que huyen de la producción industrial, procuran incomodar al poder y flirtean con la gran literatura. Si alguien tiene que ser El Periodista, ese debía ser Enric.

Pero entonces llegó Amy Martin… Un seudónimo tras el que se oculta el analista perfecto, el opinador definitivo, el periodista del futuro: los 3.000 euros que cobra por artículo en la web de la Fundación Ideas son, se lo aseguro, imposibles de superar. Alguien que en tiempos tan duros mantiene un caché tan alto es lógico que oculte su verdadera identidad: Amy es en realidad Zoe. ¿Zoe Martin? No, Zoe Alameda, esposa de Carlos Mulas, ya exdirector de la Fundación Ideas del PSOE. Un enredo delirante digno de las mejores comedias televisivas de los setenta, puesto que Mulas era quien pagaba los 3.000 euros por pieza a Amy, es decir, a Zoe… Pero, asegura Mulas, ¡sin saber que Zoe era Amy

Chaves Nogales, Enrique Meneses, Gay Talese, Enric González… Mindundis. La llegada de Amy Martin revoluciona el mundo del periodismo al demostrar que, con un poco de buena voluntad, una fundación y alguna que otra subvención, se pueden pagar salarios no ya dignos, sino francamente suculentos. Una luz al final del túnel.

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