DUBAI.- Arabia Saudí estudia regular el contenido local de YouTube para
asegurarse de que se atiene a los “valores morales” del país, según ha
dicho el responsable de la Comisión de Medios Audiovisuales y recoge 'El País'.
El anuncio
se produce tras la detención de nueve jóvenes que en las últimas semanas
han colgado mensajes en los que pedían una mejora de sus condiciones de
vida y criticaban a las autoridades por la corrupción. A falta de otros
foros en los que expresarse con libertad, los saudíes están recurriendo
a ese portal de vídeos para airear sus frustraciones, difundir
noticias, e incluso hacer sátira política.
“Lo más destacado de las [nuevas] normas es que los canales de
YouTube tendrán que registrarse en Arabia Saudí de acuerdo con los
limites y valores morales que regulan las emisiones [televisivas]”,
declaró la semana pasada Riad Najem, el presidente de la Comisión de
Medios Audiovisuales, citado por el diario Asharq al Awsat.
No es la primera vez que Najem habla de planes para vigilar y
censurar el contenido de YouTube. Sin embargo, ahora sus palabras han
adquirido una nueva dimensión tras un inusitado movimiento de protesta
que ha utilizado esa plataforma para colgar mensajes dirigidos al rey
criticando a las autoridades y denunciando la corrupción.
Hace tiempo que los saudíes recurren a Twitter y otras redes sociales
para quejarse de sus bajos salarios y pedir mejores condiciones de
vida. Pero ahora además dan la cara. Bajo el lema “la revolución de los
carnés”, se identifican con nombre y apellidos y muestran sus documentos
de identidad a la cámara, algo inusual en el reino, una monarquía
absoluta donde están prohibidas las protestas.
“Soy un ciudadano saudí. Sólo gano 1.900 riales [380 euros, al mes].
Por Dios, Abdalá, ¿es esto suficiente para pagar una dote, un coche o un
alquiler? Estamos hartos. Y aún culpáis a quienes ponen bombas. No
queremos mendigar. Dadnos lo que nos corresponde del petróleo que
disfrutáis tú y tus hijos”, increpa un hombre que se identifica como
Abdelaziz al Dusari en un vídeo de 30 segundos que parece haber sido el precursor.
La grabación, colgada el pasado 24 de marzo bajo el título Mensaje al rey Abdalá,
ha recibido cerca de dos millones de visitas. Esa elevada cifra no
sorprende en Arabia Saudí, el mayor consumidor per cápita de YouTube,
según Google, su propietario. La estricta interpretación del islam
imperante en el país prohíbe cines y conciertos, lo que en buena medida
explica que los saudíes accedan a ese portal tres veces más que los
estadounidenses y que alguno de sus canales tenga hasta 15 millones de
seguidores.
Las autoridades, que desde el estallido de la primavera árabe
en 2011 están especialmente sensibles a la menor crítica, detuvieron
enseguida a Al Dosari, a quien acusan de “incitar a la sedición y a
rebelarse contra las autoridades”. Eso no ha evitado las muestras de
solidaridad online y que una docena de internautas hayan seguido su
ejemplo.
“Apoyo lo que dice el joven [Al Dusari] y animo a todo el mundo a
participar usando el mismo método, de forma que nuestra voz alcance al
Custodio de las Dos Mezquitas Sagradas [el rey] y así pueda conocer lo
poco que ganamos y lo extendida que está la corrupción y la opresión”, afirma Abdalá Bin Othman.
En otro vídeo, Saud al Harbi asegura que muchos de sus compatriotas
necesitan viviendas y una vida decente. “Por favor, escúchennos. No obliguen a la gente a tomar las calles”, apela a las autoridades.
“Me llamo Riad Alasiri y exijo nuestros derechos (…) Los gobernantes y
responsables saudíes sólo piensan en sus intereses personales. Tienen
que crear puestos de trabajo, aumentar los sueldos y repartir la riqueza
de este país. No queremos nada de sus bolsillos, (…) sólo exigimos
nuestros derechos”, reclama otro ciudadano.
Además de Al Dosari, al menos otros ocho autores de vídeos protesta
han sido detenidos hasta ahora y están siendo investigados por “posibles
vínculos con organizaciones terroristas”, según un portavoz del Ministerio del Interior. La contundente respuesta sigue a la condena a varios años de cárcel contra tres tuiteros a primeros de marzo. “Hay una campaña en marcha contra el menor signo de crítica”, aseguró entonces a este diario una activista de los derechos civiles.
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