martes, 2 de enero de 2018

2018, el año en que puede morir el periodismo / Miguel Alba *

Empieza el año. Con él los grandes retos. Y el del periodismo es superlativo. Este 2018 que acabamos de estrenar puede ser el de su defunción total. El sector vive en una cuerda floja a punto de resquebrajarse ante la falta de un modelo que garantice su rentabilidad. Y, lo peor de todo, la búsqueda de las audiencias masivas ha terminado por fagocitar la verdadera esencia de este negocio: la noticia. 

La información de calidad, sensible y determinante para la toma de decisiones ha sido condenada por la estadística. A diario vemos como entre las noticias más leídas de los periódicos, las curiosidades o el vídeo viral sobrepasa, duplica o quintuplica a las noticias construidas a golpe de buenas fuentes. Todo un puñal en el corazón de los periodistas. Un círculo vicioso del que no sacan provecho si quiera los grandes medios, pese a que lo promueven descaradamente en sus portadas digitales. El 80% del mercado publicitario mundial en la red lo copan Google y Facebook, los grandes beneficiados del clickbait, de esas noticias pincha-pincha que acumulan audiencias pero que no aportan valor.

En ese destierro vive el periodismo, con una necesidad urgente de regeneración para no acabar certificando su defunción. El periodismo se ha instalado en una dinámica en la que la forma, entendida como presentación, y las funcionalidades de sus plataformas importan tanto como el fondo de la noticia. Incluso, más. Los recursos (vídeos, infografías, vines, tags, meta title, seo…), el dichoso algoritmo de Google, la indexación de las noticias, las diferentes métricas de estadísticas… ha obligado a los responsable de los medios a transformarse también en estrategas

Lo que más importa al periodista es lo que se cuenta. Lo que tanto importa al estratega es cómo se cuenta, en qué red se cuenta, a qué hora se cuenta, con qué hashtag, la necesidad de un buen SEO (posicionamiento)… Antes, en el pasado del papel, las noticias de hoy se cambiaban por las de mañana. Ahora, sin embargo, pese al tsunami informativo del mundo digital, la huella de cada noticia queda grabada en la red para siempre. Apareciendo y desapareciendo, en una especia de Guadiana, en función de que un tip@ en un rincón del mundo decida rescatarla días, meses o incluso años después de ser publicada por primera vez. Otra reflexión que nos obliga a ser más fiables.

El periodismo actual es un mundo que debe concluir en el equilibrio entre la forma y el fondo. La noticia y la estadística de su tráfico. La calidad sobre la cantidad. La primacía de la cantidad empieza a estar incluso caduca. De hecho, en todas las redacciones se debate ya sobre la necesidad de la implantación de muros de pago como solución de urgencia a unos ingresos publicitarios cada vez más insuficientes. Un debate que debe ser el inicio de la salvación del periodismo ante una apuesta clara por la información de calidad. 

Dudo que nadie pague por saber los doce aeropuertos en los que más se puede ligar, pero sí por aquellas noticias relevantes para la sociedad. Las millonarias audiencias que atesoramos todos los medios en octubre, mes clave en el desafío separatista catalán, impulsados precisamente por las noticias políticas sobre el secesionismo, deben servir de punto de referencia de la vuelta a la calidad de los contenidos.

En esa dura competencia, con un panorama superpoblado de medios digitales, pelea en la que han entrado decididamente los grandes periódicos impresos, se irá desgranando el futuro mapa del periodismo online que pasa inexorablemente por fusiones de cabeceras u otro tipo de sinergias. Los grandes medios de papel no habían virado descaradamente hacia el periodismo en Internet ni el ecosistema de medios digitales era tan profuso como en la actualidad. Una superpoblación que amenaza a la esencia del periodismo, la noticia, que ha perdido su valor intrínseco para convertirse en un ‘fast food’ de las portadas digitales si no triunfa entre la audiencia. El gran titular de la mañana ya es caduco por la tarde. Y qué decir al día siguiente en el papel. Prehistoria pura.

El panorama actual de los medios digitales se asemeja a la panoplia financiera de la España agonizante de 2011. Y, como sucedió con el mundo de las antiguas cajas, la incipiente tendencia a la concentración tomará velocidad en los próximos meses. Las audiencias las dominan las versiones web del papel. Grandes medios, con sus grandes estructuras, cargados de deuda, algunos de ellos ya en manos de los bancos, pero ‘too big to fail’ (demasiado grandes para caer). 

En el otro extremo, pequeñas estructuras, sin audiencia ni influencia, que andan ya llamando a las puertas de redacciones mayores en busca de oxígeno, pese a que el movimiento les condena a su desaparición. Alianzas obligadas, en definitiva, ante la imposibilidad del mercado publicitario de atender la amplia amalgama de medios digitales.

Un ajuste del mercado publicitario en el que los anunciantes comienzan a cambiar de tendencia. Pese a que el volumen de usuarios únicos aún sigue siendo el primer baremo para la inversión publicitaria, cada vez cobra más importancia el perfil del usuario a la hora de captar mayores ingresos. El movimiento no es casual. Las sospechas sobre las cifras de audiencia de determinados medios digitales, millonarias en métricas pero prácticamente nulas en influencia, han puesto en solfa a los anunciantes que han comenzado a dar el paso de premiar la calidad sobre la cantidad.

La apuesta coincide con el objetivo editorial de Vozpópuli desde sus inicios. Premiar el contenido de calidad sobre el click fácil. El ideario de este medio tiene tres líneas rojas innegociables: ser libres, ser fiables y ser honestos. Las dos primeras aparecen sobre nuestra mancheta. Pero no son sólo un eslogan. Las tres circulan por el ADN de la redacción. 

Presiones no han faltado en estos más de cuatro años para coartarnos. Y presiones no seguirán faltando. Así es este mundo cuando te acercas con la sal a la herida. Con la noticia ante quienes están dispuestos a maniobrar hasta donde haga falta para frenar el scoop. A veces por evitar el sonrojo y otras, las que más, para tapar un escándalo.

El ‘core’ de Vozpópuli sigue, y seguirá siendo el mismo, la información de calidad y exclusiva sobre política, economía, finanzas, empresas, corrupción, tribunales y medios. Sobre esa base, este medio cerró noviembre de 2017, último mes de datos oficiales del auditor comScore, con una audiencia de más de 2,8 millones de usuarios únicos. Un mes antes, este diario alcanzó su récord histórico con 3,2 millones de usuarios únicos según la estadística de ComScore. Una cifra que aspiramos a seguir creciendo en 2018 a base de información de calidad. Sin más aditamentos, ni cesiones o compra de tráfico de ningún tipo.

En seis años, la plantilla se ha duplicado (más de 40 trabajadores), manteniendo la supremacía de periodistas en la estructura y sobre la mesa hay varios proyectos para continuar con nuestra expansión editorial con un único objetivo: seguir siendo un medio de referencia en el periodismo digital. Un medio que sumará su aportación para que 2018 no sea el año en que muera el periodismo.


¡Feliz año a todos!


 (*) Periodista español