sábado, 8 de diciembre de 2018

Un plan para el periodismo / Miguel Castro *

La desinformación, la falta de credibilidad de los medios y la omnipresencia de las redes sociales en el debate público suponen un problema acuciante. Más aún en el contexto de la Unión Europea, teniendo en cuenta que en los próximos dos años nos aguardan medio centenar de procesos electorales, entre ellos las elecciones al Parlamento de Estrasburgo. 

Por ello, si queremos ciudadanos bien informados que expresen su voluntad mediante procesos políticos libres y justos, hay que actuar con contundencia. Y hay que hacerlo ya.

Los acontecimientos políticos de los últimos años han supuesto una amenaza existencial para nuestras democracias. El descontento económico, el pesimismo social y el creciente sentimiento antipolítico propician las condiciones para un desorden informativo que está poniendo al descubierto las debilidades del sistema en todos los rincones del planeta.

Los medios de comunicación son en gran parte responsables de esta situación. No se han recuperado de los efectos del tsunami que ha transformado las redacciones en la última década. Y la desinformación detecta cuando un sector está en apuros. 

Se alimenta de esa debilidad. En la batalla por informar, el periodismo se enfrenta a un enemigo muy poderoso que ha dejado al descubierto fracturas democráticas, aunque no todo son malas noticias: también hay un periodismo que genera la información que nos permite formar nuestra propia opinión sobre cuestiones sociales.

La Comisión Europea ha publicado esta misma semana un plan de acción contra la desinformación con vistas a las elecciones de mayo. El esfuerzo es bienvenido, y el debate, necesario. El informe, que constituye un hito con respecto a trabajos anteriores de las autoridades comunitarias, enumera muchos proyectos relevantes para hacer frente a las noticias falsas y el desorden informativo. Se observan pocos avances en dos asuntos determinantes, la corregulación y la sostenibilidad de los medios, como garantes de una sociedad bien informada.

En una carta abierta al presidente de la Comisión Europea (CE), Jean-Claude Juncker, firmada por cinco eurodiputados de tres grupos distintos, y seis profesionales independientes del mundo de la comunicación, entre los que me encuentro, hemos apuntado a las carencias de este plan.

Por lo que se refiere a la corregulación, la Comisión se comprometió hace seis meses a “considerar” opciones que puedan incluir iniciativas de políticas públicas que, utilizando instrumentos pertinentes y respaldo legislativo, avancen la regulación de la competencia entre medios y plataformas, y la garantía de un seguimiento y una evaluación continua de las medidas de autorregulación de las plataformas, especialmente Facebook.

Las plataformas distribuyen contenido, sobre todo en las redes sociales, y han tenido un papel clave en la difusión y la amplificación de la desinformación. Hasta el momento, estas plataformas no han abordado el reto que suponen las fake news y el uso manipulador de sus infraestructuras.

La mayoría de los países financia a los medios a través de los derechos de licencia de la televisión y radio pública y, en algunos casos, mediante subvenciones o desgravaciones fiscales para la prensa. Pero hoy en día, lo que necesitan los medios no son subvenciones, sino innovación, que pensemos y trabajemos más allá de nuestras fronteras y un modelo de negocio sostenible. 

La UE debe ayudar a innovar, alentando a los editores y periodistas a colaborar, apoyando la inversión en tecnología, la transferencia del conocimiento y la mejora de la cualificación de los profesionales del sector. 

A diferencia de otros sectores, desde la agricultura y el acero hasta los automóviles, nunca se ha acordado una estrategia económica para los medios de comunicación, que implique la coordinación entre las iniciativas privadas y públicas, entre los diferentes departamentos de la UE y también a Gobiernos dispuestos a observar el futuro sin tacticismos, más allá del corto plazo que domina la escena política.

Se impone la necesidad de lo que hemos denominado “una estrategia europea para el sector de los medios de comunicación 2019-2024”. El marco financiero plurianual es una gran oportunidad y las propuestas de la Comisión mejoran el panorama, pero el Parlamento puede mejorarlo aún más. 

Se habla de unos 60 millones para cinco años, mucho menos de lo que Google ha concedido a proyectos de medios de comunicación en Europa, y, a buen seguro, Facebook concederá en un futuro próximo.

Una mezcla saludable de ingresos de publicidad, suscripciones, filantropía y ayudas públicas ayudará a los medios independientes a contrarrestar la desinformación. Estas importantes medidas deberían ir precedidas de un estudio económico que encuentre soluciones que ayuden a los futuros eurodiputados a dar prioridad a una estrategia europea. Está en juego el futuro de los medios.



 (*) Responsable de relaciones institucionales con medios para la Bill & Melinda Gates Foundation y secretario general de The Conversation España



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